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Sábado, 19 de julio de 2008

 Por Luján Cambariere

Rosario siempre estuvo cerca y últimamente más, seduciendo con su bella costanera y una agenda siempre completa donde el diseño tiene un lugar de privilegio. Así, la primera semana de julio se inauguró en el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino el VII Salón Diario La Capital Diseño Contemporáneo-Rosario 2008. Además de exhibirse los 31 objetos que fueron seleccionados entre los más de 200 que se presentaron al concurso de diseño, hubo tres muestras –la del artista Román Vitali, la del diseñador industrial Alejandro Sarmiento y la de la joyera Cecilia Richard (ganadora de la edición ‘07)–. La semana pasada se entregaron los premios ‘08 permitiendo descubrir nuevos talentos que, gracias a algunos de los socios que suma el evento –Castagnino+macro, Puro Diseño y MalbaDiseño–, auguran el ingreso de estas piezas dentro del circuito comercial (de hecho en TiendaMalba se encuentra a la venta una selección de los trabajos presentados en la sexta edición del Salón). “Apuntamos a generar un seguimiento de las producciones de los diseñadores que se presentan año a año a esta convocatoria. La idea es que sus productos vayan evolucionando y en el corto plazo estén insertos en el mercado nacional e internacional”, apuntó Laura Bartolacci, directora ejecutiva de Fundación La Capital.

Y los ganadores son...

Considerando las categorías Accesorios y joyería contemporánea; Escritorio, Infantil y/o Lúdico; Hogar; Mobiliario y Experimental. Y criterios de selección que apuntaban a la innovación (entendida como la exploración e identificación en el uso de materiales nuevos o tradicionales asociados a nuevas concepciones y formas), a diseños como expresión de contemporaneidad y a productos que fuesen utilitarios funcionales (pensando en el aspecto comercial) se destacaron como en años anteriores los productos que apuntan al segmento infantil y la joyería contemporánea, de alto vuelo en nuestro país.

Así, el Primer Premio Adquisición (diez mil pesos) de esta edición fue para el Proyecto Grandelín de los marplatenses Juan Manuel Ariño, Andrés Carpinelli y Juan Francisco Pes por el andador Zuequito, la Valijita Tatu, el rodador Chiquito y la mecedora Vespa en maderas macizas, caucho y lacas al agua. Un prometedor trío que ya antes de recibidos (“estamos en la recta final de la carrera de Diseño Industrial, realizando los ajustes finales en el proyecto de graduación, para lograr el título a fin de año”, detallan) recibieron una mención en el concurso de diseño de Juguetes de Fedema y el año pasado fueron finalistas del Premio Masisa.

¿Por qué juguetes? “En realidad, nos pareció interesante la idea del primer concurso en el que participamos (Fedema) de proponer juguetes realizados íntegramente en madera, volviendo a materiales más nobles, tradicionales. Quizá se haya debido a que el juego es algo muy propio de nuestras personalidades, como la risa y la diversión. La pureza, la inocencia de la niñez, se va disipando a medida que la gente crece y son estos rasgos los que queríamos rescatar de los niños al diseñar los juguetes. Diseñar juguetes nos da libertad de experimentar sin más límites que los que nos pone la imaginación. Por otro lado, nos enorgullece ver la sonrisa de un nene usando un juguete hecho por nosotros, fruto de muchas horas de trabajo”, adelantan.

“Los primeros que habíamos desarrollado partían de un concepto tomado de la infancia de nuestros padres y en ellos plasmamos, también, nuestra personalidad con una estética más contemporánea. ¿Quién no habrá jugado alguna vez con un caballito mecedor o un triciclo? Pero con estos nuevos juguetes nos propusimos partir de las conductas más simples de los niños y de lo que ellos necesitan para su crecimiento. La Valijita Tatu o el Andador Zuequito le dan la posibilidad al nene de llevar su oso o su juguete preferido de paseo, y a la vez se va afianzando en sus primeros pasos. Para nosotros fue muy importante romper con formas usuales de juguetes porque nos parece que los ayuda a crear e imaginar, más allá de lo que permite el juguete a simple vista. El Rodador Chichito responde a una síntesis formal y funcional propia de la edad a la cual está destinado, su uso ayuda a afianzar la habilidad motriz. Está pensado para los niños más pequeños y es el que consideramos el hermanito menor de la línea. El cuarto juguete, la mecedora Vespa, que tuvo como idea originaria el restyling de un medio de locomoción icono de décadas pasadas combinada con la imagen del juguete vaivén. El cuidado de la estética y de los detalles en los procesos productivos permiten lograr un objeto semiartesanal pensado en serie, fabricado para durar tanto como los juguetes de antes, con las posibilidades técnicas actuales”, detallan.

¿Propuestas para comercializarlo? “Aún no tuvimos propuestas concretas, pero nuestras expectativas están puestas en el Día del Niño. Por ahora estamos trabajando con una carpintería de Mar del Plata que se encarga de la producción, lo que nos permite producir a mayor escala. Hasta ahora nos limitábamos a vender series cortas, autofinanciadas, manufacturadas por nosotros y sólo en algunos locales de nuestra ciudad. Ahora tenemos la expectativa de crecer en escala y poder llegar a nuevos mercados”, rematan.

Mientras tanto, las dos primeras menciones (dos mil pesos cada una) fueron para Romina Lampert por Pliego. Una pieza que a partir de un plano genera múltiples formas y volúmenes que sirven para guardar todo tipo de elementos (“para transformar el plano se utiliza un cierre reversible, que permite a su vez intercambiar los colores del interior y del exterior. La flexibilidad del objeto, sus posibilidades lúdicas de plegarse y desplegarse, así como la variedad de tamaños, colores y formas, hacen al producto especialmente atractivo”, resume su autora). Y en esta misma categoría, para Guillermina Balsells por su bolso Sastre. “La idea de este objeto fue satisfacer las necesidades emocionales, estéticas y comunicacionales tanto como las utilitarias de usuarios nómades interurbanos”, señala. La obra es un bolso de uso diario realizado con paños de corbatas recicladas.

Por último hubo dos menciones especiales no adquisición (de mil pesos). Una para Paula Dameno Almirón por su PONY ENTE. Objetos basados en el concepto de lo reciclado, y fundamentalmente en el potencial intrínseco de las formas preexistentes, combinadas de manera de generar animales de juguetes. “El modo en que producimos los objetos, quizá sea de un modo más cercano a la plástica que a lo estrictamente utilitario, y parte de la función estética hacia la función utilitaria. Saca de contexto a un envase previo, y lo recontextualiza, generando un objeto nuevo. La obra está hecha en polietileno y poliestireno”, aclaran.

En tanto Marina Gryciuk y Favio Della Salla se llevaron la otra mención por su obra Joyas Cálidas. Tela, cuerina, plata, cobre y plásticos para rescatar la inclusión de materiales no convencionales en la joyería contemporánea. “Lo que nos permite trabajar el color, la tridimensión y el engarce de manera innovadora”, aseguraron.

Gran revelación

Ganadora de la edición 2007 por sus cubos articulados en plata, lo que la habilitó a tener su propio espacio en la muestra de este año, la diseñadora y joyera cordobesa Cecilia Richard sigue sorprendiendo con sus piezas. Objetos de Mano llama ella a creaciones a camino del utilitario y del arte. Cubos que se articulan como rompecabezas tridimensionales, esferas que se subdividen o brazaletes que se descomponen y recomponen, entre otras. “Una parte bastante amplia de mi exploración dentro del campo de la joyería indaga las relaciones que pueden establecerse entre sujeto y objeto, sus límites e implicancias. Usable-no usable, portable-no portable, manipulable-estático, transformable, son relaciones posibles entre otras. Muchos de mis trabajos pueden o no estar adheridos al cuerpo de las personas. Más bien se separan y buscan otras formas de vínculo. De ese modo sujeto y objeto mantienen situaciones de evidente autonomía o de decidida interacción. Creo que ésa es la dimensión social y política de mis piezas. La posibilidad de realizar una acción con las mismas y de crear una situación. El desplazamiento que lo lúdico hace del normal sentido que tenemos del tiempo y del espacio. Tocar, manipular, rodar, llevar, compartir, jugar, abandonar, retomar. La pieza se sostiene mediante una acción. Cada pieza posee ciertas particularidades formales y dinámicas. Objetos que se desdoblan en dos pulseras; cubos que se repliegan y despliegan en fragmentos tornándose dinámicos e inestables; esferas que asoman y esconden clavijas; broches que giran, brazos que se extienden y recogen por acción de la gravedad. En su estado de reposo, las piezas se muestran autónomas y provocativas. En su estado activo, se muestran dinámicas e inestables. Estáticas, son. Activas, suceden”, resume una talentosísima Richard de la que quisimos saber más:

–Vos hablás de qué indagás entre el sujeto y el objeto: ¿qué te llevó a vos a animarte a jugar con las joyas, a que se desprendan del cuerpo y se transformen en objetos?

–Hace ya un tiempo que parte de mi búsqueda dentro del campo de la joyería es encontrar en el objeto joya un territorio donde desarrollar una poética. De algún modo, desprenderse de la función meramente ornamental que tradicionalmente marca a la joyería, y buscar esa autonomía objetual en la que el objeto es capaz de ser y significar mas allá de su uso (hablando del uso tradicional de una joya: portarla, ponérsela). Trabajando siempre con esa idea subyacente apareció el cubo articulado, pieza que no necesitaba ni admitía el agregado de ningún elemento de soporte para justificarlo como joya. Nacía con él la idea de los objetos de mano; estas piezas que por su factura, por su escala (permitiendo esa intimidad del objeto), su relación estrecha con el cuerpo podía seguir siendo aún una pieza de joyería. El nexo, el soporte, el vínculo estaría dado por la acción misma del sujeto.

–¿Qué relación observaste que tienen las personas con ellas? ¿Se animan a otro tipo de vínculos, a soltar?

–Siempre despiertan curiosidad y asombro. Igual a priori cuesta la idea de una joya “que no me la pueda poner” y menos lucir y ostentar. Entonces se genera otro tipo de relación. Tal vez, más personal e íntima.

–¿El juego es el medio para desprenderse?

–Más allá de la interacción por el juego también hay quienes lo toman como objeto de contemplación y/o meditación en acción. He visto personas que tienen algunas de mis piezas y están constantemente tocándolas cuando las llevan consigo, tal ha sido el caso, por ejemplo, de Ruedas PTVianas donde el objeto es una rueda doble giratoria que también puede ser un dije para llevar en el cuello. Aunque eso también son formas del juego. El juego es ese espacio de pérdida de noción del tiempo y el espacio, como lo percibimos cotidianamente en las cuestiones pragmáticas y materiales de la vida.

–¿Es más fácil porque está pautado o los usuarios te sorprenden con sus usos?

–Siempre me sorprende la reacción que generan mis piezas en las personas. Y cada vez ellas me vuelven a sorprender con ellos. En realidad los usuarios son los que me permiten seguir pensando no todos pero si algunos aspectos de mi trabajo.

–Hablás de la importancia o de lo que te sugiere el material. ¿Con cuáles trabajás? ¿Cómo son para vos?

–Básicamente trabajo con metal plata. Es importante para mí la posibilidad y capacidad constructiva que tiene en su uso y permite este material. El hecho de trabajar la forma con un material que tiene una larga tradición en la joyería y en la humanidad (el metal) pero que me permite seguir explorando nuevas posibilidades que justifiquen su uso y demostrar que no está agotado.

–¿Qué tipo de persona es la que usa tus joyas?

–El campo es amplio, me han dicho del interés que despierta en los niños (y lo tengo comprobado con los míos), así como resulta interesante el hecho de que los objetos de mano no estén dirigidos ni circunscriptos sólo a un público femenino. En términos generales tanto hombres como mujeres disfrutan de mi trabajo.

–¿Cómo es esto de poder desprenderse como diseñadora “de la posibilidad de uso”?

–Es que la pieza pueda ser y significar más allá de cualquier tipo de uso. Es quizá la ventaja que me tomo al trabajar en joyería contemporánea haciendo objetos que pueden o no usarse. Buscar la relación de esos dos puntos. En Occidente el arte es el único espacio que puede escapar de la funcionalidad. En Oriente lo funcional es considerado también arte. Yo no sé si hago o no arte. Trabajo en un campo específico, al menos por ahora, que es el de la joyería contemporánea, buscando movilizar algunas ideas y también los límites. Así, cada objeto manifiesta el desarrollo de una idea, previendo desde lo formal, un necesario espacio para la subjetividad.

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