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Sábado, 14 de diciembre de 2013

Sobre transporte y metrobús

El defensor adjunto del Pueblo porteño, Gerardo Gómez Coronado, tiene la costumbre, rara entre funcionarios de la Ciudad, de usar el transporte público. También escucha a los vecinos, lo que es natural en un ombudsman y debería serlo en un gobierno elegido por el voto. Con lo que termina enterándose de ciertos problemas que otros, enamorados de la foto de inauguración, no quieren ni ver.

Por ejemplo, de que el metrobús de la Nueve de Julio no es la panacea que dicen ni siquiera para los pasajeros que lo usan. El macrismo repite machaconamente que los bondis van más rápido y con eso se gana tiempo, lo que es ciertísimo y seguramente muy conveniente para los que sólo tienen que recorrer la avenida de punta a punta, rumbo a otros barrios. Pero los que tienen que tomar el transporte en la avenida, se encuentran con otro panorama. Y ni hablar de los muchos que viven en el área afectada.

Es que el metrobús les cambió los recorridos a las líneas 9, 10, 17, 59, 67, 70, 91, 100 y 129, que se sumaron así a las que ya lo habían cambiado por las azarosas peatonalizaciones anteriores. En concreto, todo el transporte público en la amplia franja de la ciudad que va de la Nueve de Julio al Bajo prácticamente desapareció de Constitución a Retiro. Gómez Coronado, en un escrito reciente, agrega que los cambios de uso de las calles del Centro viejo, ahora peatonalizadas o “semi” peatonalizadas, impiden hasta físicamente poner transporte público.

Con lo que surge la idea de recomendarle por oficio al subsecretario de Transporte porteño, Guillermo Dietrich, que cree algún tipo de línea de transporte público que cruce esta amplia zona en el eje Norte-Sur, como lo hacían antes las línea exiliadas a la Nueve de Julio. Gómez Coronado recoge las grandes quejas y rezongos de los vecinos del lugar, en especial los mayores y los que tienen que caminar con chicos de la mano por cuadras y cuadras para encontrar transporte. El defensor adjunto hasta señala que se puede ser original y creativo, usando energías alternativas, vehículos de tamaños y formatos no usuales, y en general salirse del bondi ruidoso y humeante. Este es el tipo de vehículo que se puede ver en la zona más vieja de Roma, área naturalmente peatonal por la estrechez medieval de las calles, que ni vereda tienen. Por las avenidas y en los barrios más nuevos, los romanos ven pasar colectivos convencionales, aunque menos ruidosos y mucho menos humeantes que los nuestros. Pero en la zona antigua se toman un minibus eléctrico que hace un recorrido circular, saliendo y volviendo a un garaje por abajo del Vaticano. El bondi permite combinar colectivos y subtes, y ahorrarse muchas cuadras a pie. ¿Podrá alguien tan rígido y elitista como Dietrich atender este tipo de ideas? Justo después de fin de año, el subsecretario debe constestar la recomendación.

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