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Sábado, 13 de diciembre de 2014

Un shopping que no arranca

El proyecto de arruinar Caballito con un centro comercial excesivo en la avenida Avellaneda sigue sin poder juntar votos en la Legislatura.

 Por Sergio Kiernan

Gracias a los vecinos de Buenos Aires, ciertos negocios que se hacían de oficio, por vía burocrática, ahora tienen que debatirse en público y hasta necesitan leyes. Esto es inmensamente importante, porque cada legislador que levanta la mano y vota un “desarrollo inmobiliario” está gastando su capital político. Los macristas tendrán que tragarse sapos por disciplina de bloque y por estar bajo el paraguas de su jefe político, pero los demás no tienen estas defensas. Si levantan la manito, tendrán que explicarles a sus votantes por qué participan de los negocios urbanos del PRO. Y eso pesa tanto, que IRSA sigue sin poder hacer su shopping en Caballito.

Lo de esta empresa ya deja la pregunta de qué dirán sus accionistas el día que revisen lo actuado por su conducción. Hace años que los terrenos del ferrocarril sobre la avenida Avellaneda están ocupados por containers, esperando que los macristas le arreglen el cambio de zonificación para hacer un enorme shopping. Está bien que serían 63.000 metros de espacios comerciales y 50.000 de cocheras, pero ya en 2007 Enrique Olivera y Teresa de Anchorena presentaron un proyecto para expropiar el lugar y hacer un parque, renovado en 2009 por Sergio Abrevaya y representado ahora por Pablo Bergel. Con lo que IRSA puede hasta perder el terreno, que tiene autorización para hacer viviendas, pero se obceca en el todo o nada.

Ni siquiera la patética historia del shopping en la estación Pacífico del ferrocarril San Martín parece servir de lección. El shopping, pequeño él, se completó hace un año, pero nunca fue inaugurado porque alguien se “olvidó” de hacer el estudio de impacto ambiental. Este tipo de cosas pasan cuando se toman estos estudios como una mera formalidad y algún contacto con el gobierno porteño te dice que no te calentés, que no pasa nada. Pero ahí aparecen los vecinos, presentan un amparo y algún juez que no está en el gobierno porteño para todo porque falta un trámite, el mismo que te dijeron que no tenía importancia. Que después de tantos casos idénticos, tantos amparos, tantas inversiones paradas, tantos escándalos, una empresa de nivel siga creyendo en lo que le dicen los macristas, es francamente poco serio.

Es muy probable que el shopping nunca se haga o que tenga un costo político excesivo para todos los implicados. Lo mejor que le puede pasar es ser un lugar anómico como el DOT, otro que se pasó por los fundillos los estudios de impacto ambiental y tuvo vecinos atacándolo cuando llovió demasiado. Es notable que inquilinos que cuidan sus marcas y su imagen se asocien a escándalos semejantes, y es cosa de tiempo para que no quieran seguir haciéndolo. Como indicio, en el de Pacífico bajaron sus cartelerías todas las marcas que ya habían alquilado.

Que el shopping no se haga será positivo para el barrio ya les queda en claro a todos, excepto a algunos que piensan mudarse vendiendo sus propiedades cuando se “valoricen” por el monstruo cercano. Los que no se quieren mudar especulando, se ven venir una marea de coches, un embotellamiento permanente y las patologías que se instalan cuando un emprendimiento como éste aterriza sin ser invitado. Basta comparar la situación, en el sentido literal, de un shopping como el Alto Palermo o el Patio Bullrich, perfectamente integrados en zonas comerciales tradicionales, con francotiradores como el Paseo Alcorta o el DOT. En el primer caso, a lo sumo hay chicos abriendo las puertas de los taxis; en el segundo, hay un cierto siniestrismo de franelitas, mendigos agresivos y otras actitudes que indican con certeza que se está en un espacio anómalo.

Por suerte, el año está terminando sin que el PRO pueda conseguir los votos necesarios para votarle a IRSA el cambio de zonificación para hacer el shopping. El año que viene hay elecciones, cambio de jefe de Gobierno, muchos diputados que deben reelegirse... ¿no será hora de que la de-sarrolladora nos deje un poco en paz y haga viviendas, nada más?

Casa Amarilla

Otro negocio simplemente increíble es el que quiere darle a Boca Juniors tierra gratis para hacerse un segundo estadio. Cuando se supo la novedad, parecía un error, que el club iba a cambiar su estadio actual por los terrenos cercanos de la Casa Amarilla para construir uno nuevo. Pero no, era cierto nomás: Boca quiere guardarse la Bombonera como estadio cubierto y arena de recitales, y hacerse otro más grande con la tierra destinada a viviendas para el barrio.

Como se sabe, Mauricio Macri fue presidente del club y siempre lo llevó en su corazón. Pero Macri ahora se va de la jefatura porteña y habrá que ver si su sucesor es tan cariñoso con Boca como para dejar sin vivienda a los boquenses, lo que sería una manera extraña de mostrar amores. Que lo haga Macri se entiende, porque su único interés permanente es la industria de la construcción, que puede ganarse un contrato enorme como es el de un estadio de fútbol, Pero será interesante ver qué dice el próximo candidato del PRO a la jefatura porteña sobre un negocio tan interesante como éste.

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