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Jueves, 29 de diciembre de 2005

BALANCE 2005: MES POR MES DESPUES DE CROMAÑON

Paños fríos

Del desconcierto a la furia, del dolor a la militancia, de la negligencia a la pérdida de los lugares para tocar, la masacre de Cromañón atravesó cada uno de los estratos del rock. Aquí, un repaso mensual como para entender, además, la fluctuación del merchandising.

 Por Juan Manuel Strassburger

Enero

Sólo en diciembre, es la tercera presentación de Callejeros en República de Cromañón. ¿El motivo? Festejar que, después de las 18 mil personas metidas en Excursionistas, ya son “la banda que más creció en el 2004”. Pero a pesar de las advertencias de Omar Chabán (gerenciador del lugar y figura mítica del under) y de los propios músicos, la enésima candela pega contra el techo de media-sombra y desencadena la peor tragedia de causas no naturales de la Argentina. El humo tóxico (potenciado por las salidas de emergencias clausuradas y la sobreventa de entradas) termina con la vida de 194 personas. En su mayoría, pibes desclasados de los suburbios de Buenos Aires. Pero también algunos de clase media porteña con ilusiones de rock genuino y estirpe ricotera. Apenas ocurre el incendio, los familiares de las víctimas empiezan a organizarse. Primero para dar con los cuerpos de sus hijos inscriptos como NN en los hospitales. Después para reclamar justicia. En un primer momento, la culpa recae sobre Omar Chabán y el gobierno de la Ciudad. Al fundador de Cemento se lo acusa de haber vendido más entradas de las permitidas, de equipar Cromañón con elementos inflamables y de inutilizar vías de escape. También de coimear a los funcionarios municipales para lograr la habilitación. Al jefe de gobierno se le endilga complicidad en las coimas y negligencia para prevenir la tragedia. La primera marcha se hace el 2 de enero y el canto “ni las bengalas, ni el rocanrol, a los pibes los mató la corrupción”, deja en claro la razón que encuentran familiares y amigos para explicar el desastre. En el ámbito del rock, la mirada es distinta. Una tapa negra y la demanda de “Nunca más” es la forma que elige este suplemento para ilustrar el mea culpa de varios managers y músicos con respecto a lo ocurrido (se repite la fórmula “todos somos responsables”). Sin embargo, empieza a tomar fuerza una mirada que incluye a Callejeros. Fernando de Catupecu Machu y Sergio Rotman de Cienfuegos, entre otros, critican la cultura de la bengala, los trapos y el aguante, propios del rock barrial. Fieles al espíritu tierno que los caracteriza, los integrantes de El Otro Yo ofrecen su ayuda “para todo lo que Callejeros necesite”.

Febrero

Buenos Aires es un páramo. La suspensión de los boliches ordenada por Ibarra devasta la movida independiente. Imaginario Cultural, Salón Pueyrredón, Club Malcolm, El Sótano, El Dorado, son sólo algunos de las decenas de lugares que se ven obligados a bajar sus persianas por incumplir normas que ahora se sancionan de manera fanática. El under vuelve a sus orígenes: clandestinidad y difusión boca a boca son los rasgos del ciclo “Oiga febrero” en el que se presentan bandas como Fantasmagoria. El mainstream no la tiene tan difícil. Luego de un Gesell Rock hiperparanoico, donde se les explica a los padres hasta con videos y visitas guiadas las medidas de seguridad, la temporada de festivales continúa con Cosquín Rock y Siempre Cosquín, ambos en Córdoba. Se percibe una verdadera fiebre callejera. Remeras, mochilas y pins con imágenes de la banda son mayoría entre el público. Mariana Tumbeiro, encargada del Lee-Chi de Bond Street, explica que para esta fecha se venden “alrededor de 10 a 15 remeras de la banda por día, cuando antes lo normal era sólo una”. Las grandes bandas hacen luto a su manera. Si en Gesell la Bersuit baja los decibeles de su fiesta y Cordera pide desconfiar de todo lo que sea “fabricación militar”, en suelo cordobés Las Pelotas suspende su show cuando alguien del público prende una bengala. La Renga, otra banda barrial, suspende su gira por el sur. Mientras tanto, el cerco judicial comienza a cerrarse sobre Callejeros: detienen al manager Diego Argañaraz y al responsable de seguridad de la banda, Lorenzo Bussi. Los músicos rompen el silencio post-Cromañón y hablan por primera vez para Radio 10, la emisora de Daniel Hadad. Allí, entre lágrimas, el cantante Pato Fontanet sostiene que de haber sabido del peligro “no hubieran ido con los familiares”.

Marzo

Caza de brujas. Lo anticipó Daffunchio de Las Pelotas en una entrevista para el NO a pocas semanas de la tragedia, pero sus palabras toman real dimensión a la vuelta del verano. Músicos, managers, sonidistas y encargados de seguridad de bandas chicas, o incluso medianas, le cuentan a este suplemento lo difícil que resulta volver a ponerse en marcha. Las cifras son elocuentes: sólo el 10 por ciento de los 5 mil boliches que existían en Buenos Aires antes de Cromañón vuelven a abrir sus puertas. Juan Carlos Blander, un histórico encargado de la seguridad, y muy respetado en el ambiente, relata su agria experiencia con Chabán y Callejeros. “Tocaron en Hangar y decían que era muy duro, que les sacaba las bengalas a los pibes.” Su opinión no es más benévola con Chabán: “Hace cualquier cosa por la plata”. Callejeros, en tanto, continúa su gira por los medios (en TN hacen catarsis con un grupo de padres), actitud que es criticada por quienes recuerdan su anterior apego a la ética ricotera que demandaba justamente lo contrario. De todos modos, el cerco judicial se cierra aún más sobre el grupo. El juez Julio Lucini acepta como querellante a un grupo de familiares de víctimas que, por primera vez, no sólo responsabiliza a Chabán sino también a la banda de Villa Celina. Callejeros responde con la idea (apoyada por León Gieco) de hacer un recital a beneficio en Vélez, pero el enojo de los padres y la negativa de varias bandas abortan la iniciativa. En el suplemento Ñ de Clarín, el urbanista y filósofo francés Paul Virilio analiza Cromañón y explica que, en la actualidad, los cambios de régimen o gobierno ya no se logran a través de “guerras o revoluciones sino a partir de atentados y catástrofes”. Al poco tiempo, la suspensión de Ibarra da espesor a sus palabras.

Abril

Internas. Empieza a funcionar la comisión de la Legislatura de la Ciudad que investiga la responsabilidad del jefe de gobierno. Para entonces, la intención de Ibarra por plebiscitar su mandato con una consulta popular languidece entre la apatía y la imposibilidad de juntar firmas. Por el lado de los víctimas, se hace cada vez más nítido el liderazgo de José Iglesias, padre de Pedro (19 años) y cara visible del grupo de familiares Que No Se Repita. En las marchas, Iglesias pide mesura, silencio y despolitizar el reclamo de justicia y, en reiteradas oportunidades, rechaza cualquier comparación con Juan Carlos Blumberg (echado el 2 de enero de la primera marcha). Existen otros dos grupos de padres: Familias por la Vida y la Comisión de Familiares de Cromañón (Cofacrom). Este último asesorado por padres víctimas de gatillo fácil. El punto de partida de las marchas es el santuario de Plaza Once, un lugar armado en base a remeras, zapatillas, banderas, juguetes, estampitas, rosarios y citas de canciones que dejan amigos y familiares. En la misma plaza se origina la Asamblea de Jóvenes Autoconvocados, el mecanismo de sobrevivientes para decidir de forma democrática y horizontal las acciones a tomar.

Mayo

Idas y vueltas. El juez Lucini procesa a cinco funcionarios de la Ciudad (Fabiana Fizbin, Ana María Fernández, Rodrigo Cozzani, Alfredo Ucar y Gustavo Torres) por homicidio culposo. Bajo la misma carátula indaga a Callejeros, que vuelven a responsabilizar a Ibarra y a Chabán, y declaran: “Las bengalas se utilizan en el rock desde hace más de diez años”. Cuando el dueño de Cromañón es excarcelado bajo fianza por la Cámara del Crimen porteña, decenas de familiares descargan su ira en el Palacio de Tribunales y sufren la represión policial. El fundamento de los jueces para la excarcelación es que el empresario “no va a fugarse ni a entorpecer la investigación”. El Gobierno nacional ve con malos ojos la medida y pide dar marcha atrás. La madre de Chabán le entrega una carta a Kirchner y sostiene: “No juzguen a mi hijo antes de que lo haga la Justicia”. Una segunda carta, escrita por el fundador de Cemento, busca explicar lo ocurrido. El altísimo rechazo de los padres aborta su intención.

Junio

Chabán nómade. Procesan a Callejeros como coautores de homicidio culposo agravado (“Parece un fallo armado para Chabán”, denuncia la banda), el dueño de Cromañón hace uso de su fianza y comienza su deriva por distintas localidades de la provincia de Buenos Aires. En el partido de San Martín, donde lo aloja su madre, es rechazado no sólo por familiares de la tragedia sino también por varios vecinos del barrio que reclaman el traslado. Sin embargo, también otros respetan el dolor de la madre y piden la emigración de los manifestantes. Chabán busca refugio en una isla del Tigre, pero también allí es acosado por padres y amigos de las víctimas. La propia dueña de casa exige su expulsión. Al momento de declarar por primera vez en la causa, Chabán sostiene que la seguridad correspondía a Callejeros, que no conoce a Ibarra y que no hubo coimas. Mientras, 150 seguidores del grupo se juntan en el Obelisco para pedir que se los deje de perseguir judicialmente. Andrés Calamaro, Andrés Ciro y Juanse participan de los shows de la Bersuit en el Luna Park, y el Pelado Cordera explica: “Antes había rivalidad, pero después de la tragedia los músicos nos estamos juntando”.

Julio

La Renga vuelve a tocar en vivo por primera vez desde la tragedia. En una doble fecha en Vélez invitan a telonear a doce bandas amigas “para que puedan mostrar su arte en este momento tan difícil”. Durante los recitales, Chizzo toca la guitarra de una víctima de Cromañón e interrumpe el show cuando alguien enciende una bengala. Desde el público le gritan: “¡Es un recital al aire libre!”. Pero el frontman responde: “Me chupa un huevo. Por respeto no podemos permitir nunca más una bengala”. Otro momento tenso se da en una presentación de Los Gardelitos en el Monumental Rock de Moreno, cuando un sector del público recibe a la banda con tres tiros, rompeportones y candelas. Un “seguridad” abre un matafuegos y lo vacía sobre las primeras filas. En enero, el guitarrista del grupo, Eli Suárez, había dicho: “Esos pibes buscan el futuro en la luz de las bengalas. Lo veo cuando las prenden en los shows. Sus ojos buscan el futuro ahí”. Por su parte, León Gieco se ve envuelto en una polémica amarga. Luego de cantar Un minuto con Pato Fontanet debe retirar la canción de su nuevo disco por presión de los padres. El tema propone una mirada comprensiva sobre la responsabilidad de la banda: “En un país de heridas, donde nunca se las cierra/ Dormimos todos juntos sobre penas nuevas / La vida dibujó una sonrisa en mi cara / y en un minuto triste la borró como si nada”.

Agosto

Fuera de control. Un grupo de padres agrede a Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, cuando da su apoyo a la continuidad institucional del gobierno de Ibarra y cuestiona que el reclamo de los familiares derive en violencia y justicia por mano propia. Del acto-desagravio a la titular de Abuelas participa otro grupo de padres que, si bien no comparte la posición de Carlotto, deja en claro su repudio a la agresión. Ibarra logra posponer el informe de la comisión investigadora que encuentra juntos a legisladores de izquierda con hombres de Macri. La tragedia también se cuela en las elecciones legislativas: el respaldo de Kirchner al jefe de gobierno es desvirtuado por la cercanía a las víctimas que muestra Rafael Bielsa. La jugada política del ex canciller tiene su lógica: sus competidores directos, Macri y Carrió, apoyan a los familiares contra Ibarra. En el NO, los integrantes de La Renga hablan por primera vez después de la tragedia para un medio gráfico y se muestran molestos por “la catarata de opiniones” de muchas bandas que levantan el dedo acusador contra Callejeros y Chabán cuando “nunca se habían quejado por nada”. También disienten con la marcha atrás de Gieco y rematan: “Sufrimos un golpe que nos hizo perder la inocencia”.

Septiembre

Efecto boomerang. La Cámara en lo Criminal decide cambiar la carátula del caso a “estrago doloso”, un delito con pena más leve, pero que hará más fácil la condena al dueño de Cromañón. De esta manera, la Justicia ya no considera a Chabán “un asesino” sino un empresario que sabiendo la posibilidad de que ocurriese una tragedia no hizo nada por evitarla. Mientras tanto, continúan los incidentes con los familiares de las víctimas. Los opositores al jefe de gobierno reciben la ira de los padres. Según relata Clarín, uno de los agresores amenaza al macrista Marcelo Godoy: “Yo perdí dos sobrinas en Cromañón y ahora voy a boletear a los hijos de Ibarra, para que conozca el dolor, aunque después me coma la cárcel”. La furia se origina en la intención de varios diputados por respetar los procedimientos institucionales de la Legislatura. Esto es interpretado por un grupo de padres como una maniobra dilatoria que, entienden, deber ser castigada con insultos, gritos y empujones.

Octubre

Profesionalismo y persecución. La catarata de shows del Pepsi Music (reemplazante del Quilmes Rock) continúa la tónica hiperprofesional. El exceso aparece en algunas medidas de seguridad que rozan lo discriminatorio, como cuando un encargado de seguridad persigue con sus peores malos modos al pibe que se prende uno durante los shows. Ya no se ven tantas remeras de Callejeros como en Gesell y Cosquín, pero de todos modos Ciro de Los Piojos habla primera vez sobre el tema: “Como dice la canción que anda por ahí, a los pibes los mató la corrupción y los mató también la negligencia. Espero que esa tragedia sirva para aprender a cuidarnos entre nosotros, porque está visto que no nos cuida nadie”. Para las elecciones legislativas, muchos sobrevivientes no votan a Bielsa, Macri o Carrió sino a la Lista 194, una boleta que incluye los nombres de los muertos en Cromañón y que se repartió en las marchas.

Noviembre

Por un voto, la Legislatura de la Ciudad suspende a Ibarra en sus funciones para que sea investigado en la causa Cromañón. En una entrevista para la Rolling Stone, el Indio Solari admite que le “cuesta renegar del folklore de las bengalas”. En su óptica, “la liturgia de la pirotecnia dejó un acento, una marca estética en casi todo lo que llamamos rock nacional”. Aunque también reconoce: “Desde ya que, en este momento, debe primar el respeto y el cuidado”. Así, su doblete en el estadio único de La Plata es generoso en himnos ricoteros, pero también en fuegos artificiales. Es la primera vez desde Cromañón que reaparecen las bengalas sin ser cuestionadas desde el escenario. Otro show muy emotivo es la visita de Pearl Jam que, en su segundo día en Ferro, asocia las víctimasde Cromañón con sus traumáticas nueve muertes sufridas en el 2000, durante el festival de Roskilde, Holanda, a causa de una fatídica avalancha.

Diciembre

¿Vuelve Callejeros? Los integrantes de la banda organizan el festival Rock SobreVivo, donde admiten que aún están de luto, pero que planean volver en el 2006. Del evento en Costanera Sur participan Los Gardelitos, Arbolito, La Covacha, integrantes de Motor Loco y Jóvenes Pordioseros. En sintonía con los cambios de carátula para Chabán y Callejeros, la Cámara del Crimen deja sin efecto la acusación de homicidio contra los ex funcionarios de la Ciudad. Ahora se los acusa de “incumplimiento del deber”, por lo que Ibarra reclama que finalice su proceso de juicio político. Doce meses después del incendio de Cromañón, la responsabilidad en la causa termina de virar del jefe de gobierno a Chabán y Callejeros. La Fiestas de fin de año acusan recibo: el 25 de diciembre se registran 70 heridos por mal uso de pirotecnia, un 25 por ciento menos que la Navidad del 2004. En los medios, los especiales ocupan horarios centrales. El rock también hace su balance. Los Piojos recuerdan en el NO su salto en cantidad de público del ‘96 y reflexionan: “La situación de Cromañón tuvo que ver con un crecimiento inesperado de Callejeros”. Al mismo tiempo, disienten con el Indio Solari: “Aunque en un estadio abierto no provoque más que algunas chispas, (la bengala) remite a algo terrible”. En su tradicional encuesta de fin de año, este suplemento registra algo curioso: para una gran mayoría de los músicos, lo peor del año no fue la tragedia en sí sino sus efectos (21 votos contra 8). El martes 27, Pato Fontanet desmiente su vuelta en febrero de 2006. En enero, el productor de megaeventos Daniel Grinbank había dicho al NO que Cromañón era “nuestro 11 de septiembre”. Más allá de especulaciones, el fenómeno Callejeros se desinfla: lejos de la fiebre necrológica, el Lee-Chi de la Bond Street vuelve a vender, a lo sumo, una remera de la banda por día.

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