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Jueves, 22 de abril de 2010

EL LENTO LEVANTE DE LOS PELIGROSOS GORRIONES

“Volvimos muy sutilmente”

Esta banda emblemática de los ‘90 retoma el sendero de la música en grupo, donde se mezclan la energía de la presentación en vivo, el desencanto naïf generacional y las ganas de romper todo. Que no los vean venir.

 Por Juan Ignacio Provéndola

Pocas bandas argentinas vivieron tan estrechamente vinculadas con los ‘90 como Peligrosos Gorriones. Bastará pispiar su historia para interpretar los altibajos de la década: se formaron en 1991, tuvieron picos con los discos Peligrosos Gorriones (‘03) y Fuga (‘95), aplicaron nuevas recetas en Antiflash (‘97) y llegaron a las vísperas de 2000 hasta donde sus cortocircuitos internos les permitieron. Casualidades al margen, para el nuevo milenio ya era un cuarteto disgregado en cuatro proyectos. El de Francisco Bochatón fue el más mentado, tal vez porque además de poseer pretendidas virtudes como poeta y compositor, tuvo la involuntaria habilidad de anticiparse a las necesidades de cada época: estuvo con Gorriones en tiempos donde la escena solicitaba a gritos otros grupos, y propuso su nombre y apellido cuando el reclamo era renovar el staff solista.

Todo esto, claro, sin contar su singular magnetismo con las etiquetas de ocasión. En banda integró lo que algunos llamaron Nuevo Rock Argentino, emblema bajo el cual se organizaron festivales junto a ellos, Los Brujos, Babasónicos, Todos Tus Muertos o Juana la Loca. “Fuimos parte de eso porque así nos encasillaron, y en todo caso sirvió para potenciar una escena”, sostiene el cantante y bajista, aunque aclara que “si bien reflejaba una nueva forma de ver la música, ya que el rock, hasta ese entonces, estaba ligado a los viejos valores, nosotros nunca quisimos aferrarnos a ninguna movida sino a nuestras propias canciones”.

Ya en solitario, los repositores del mercadito local lo colocaron en la góndola del rock indie, aunque de eso él también prefiere desetiquetarse: “Encarar la música con un rótulo tan pedorro como ése me parece infantil, más aún cuando se basa en el mercado. ¿Soy indie porque no grabo para una multinacional o no tengo un video como Alejandro Sanz? Si me querés llamar así, hacelo; pero no me hago cargo”.

Si de industria se habla, todo plan evocativo remite a vuelta esponsorizada. Aunque el de Gorriones no parece ser el caso. “Nos hicieron muchas ofertas en los últimos años, pero cada uno estaba con sus cosas y no coincidíamos. Además no era lo importante, porque tampoco estamos hablando de cifras siderales. Las propuestas no nos cerraban y, cuando finalmente nos juntamos, se dio por nuestra propia voluntad y no por una conveniencia económica”, afirma el cantante, quien recuerda el reencuentro tras once años de distanciamiento: “Fue en la casa de Rocky Velázquez, el baterista. Chequeamos cosas viejas, miramos videos y nos cagamos de risa. Después estuvimos otros meses sin vernos, pero eso fue muy inspirador y nos sentimos con el ánimo renovado”.

Así fue como el operativo retorno encontró su primera escala el 23 de octubre pasado en El Ayuntamiento, clásico reducto de su La Plata natal. Cada cual tocó con el proyecto que le cupo al momento de la ocasión (Velázquez con Pájaros, el guitarrista Guillermo Coda con Miles, el tecladista Martín Karakachoff con Bazaar y Bochatón en plan solista). Al final, los cuatro miembros originales de Peligrosos Gorriones interpretaron siete temas viejos que, aseguran, “ni siquiera fueron ensayados”.

Repitieron la gesta seis días más tarde en Niceto y el 11 de diciembre se presentaron como tales en el In-Edit Cinzano que se hizo en El Teatro de Colegiales donde, allí sí, ofrecieron un abundante repertorio. “Fue muy copado tocar temas alegres y bien arriba como Escafandra o Bicho reactor, y también el material de Fuga, porque es el disco que más nos gusta a todos”, dice Bochatón. En efecto, durante aquellos shows repasaron casi exclusivamente sólo sus dos primeros discos. “Aunque después empezamos a rebobinar y encontramos varias cosas que nos gustaron, ¡pero que nos las habíamos olvidado!”, afirma Francisco, en referencia al show que ofrecerán el domingo en el festival Código País.

–Hasta el momento sólo tocaron en eventos ajenos. ¿No se animan a hablar de regreso?

–Volvimos muy sutilmente y no queremos apurar las cosas porque, hasta el momento, todo viene marchando muy bien bajo esta tesitura. Estamos grandes y queremos hacer las cosas paso a paso, y no que la situación nos desborde. Hay una idea de girar por el interior y, tal vez, de grabar algo, pero me remito sólo a hablar a corto plazo.

–¿Cómo se vieron a sí mismos tras once años?

–La experiencia acumulada sirvió. No tiene que ver con la edad, porque a lo mejor te volvés grande y tocás como el orto o estás quemado. Somos los mismos, pero estamos tocando mejor. Creo que esta versión es mejor que la anterior porque sonamos tremendos y muy potentes. Volvimos a conectar.

–A Peligrosos Gorriones se los enroló dentro de una movida que parecía dispuesta a copar la década, y sin embargo la tendencia la terminó marcando el llamado rock barrial.

–Por ahí hubo una necesidad cultural, aunque lo nuestro también expresa eso en el público que nos va a ver, así que tampoco es un tema que me quite el sueño. Tendría que ser sociólogo para analizarlo bien, porque respondió a fenómenos que me exceden. Sólo puedo hablar de mi banda, con la que creo que ocupamos un lugar y eso estuvo bueno.

* Peligrosos Gorriones toca el domingo en el festival Código País (Tribuna Plaza, Av. Libertador 4401). A las 20.

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