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Jueves, 27 de marzo de 2014

LEONCHALON CONTRA LA MáQUINA DE HUMO

“Acá nadie vive en la playa, ¿no?”

Artifex vaticina la consolidación de una “aldea reggae rap” fuera de las convenciones, mientras procura honestidad con su grupo.

 Por Santiago Rial Ungaro

Cuando hacia 2009 apareció el primer disco de Leonchalon, las arengas “rastafaristas” y el desparpajo para rapear de Artifex (Santiago Benítez, su cantante) llamaron inmediatamente la atención del público y de la industria. Instalada en Ituzion, una Ituzaingó idealizada y mitificada, la banda conjugaba cierto costumbrismo propio del rock y el hip hop con la clásica conciencia maniqueísta del reggae –según la cual la Ganjah y Jah son buenos, Babilonia mala, etcétera–, todo condimentado con desparpajo reggaetonero en las voces de Artifex, dándole cierta gracia a todo. Aunque sólo Jah puede realmente juzgarlo, el tiempo permite tener perspectiva sobre los artistas: con la aparición de Humo, flamante tercer disco de la banda, se entiende que aunque las arengas rastas en general resultan en el mejor de los casos ingenuas (y en el peor, cínicas), en los emotivos y efervescentes rapeos de Benítez se percibe algo real, auténtico.

“En este disco quería ser más transparente. En el anterior quizás había mucho contenido rastafari, estábamos muy involucrados con eso. Creo que a medida que pasaron los años fuimos conociendo gente y conociéndonos a nosotros mismos, ganando en seguridad y aclarándonos un poco. A veces lo que te pide tu interior va un poco a contramano de lo que te pide el público”, analiza Artifex, que proviene del hip hop y tiene un par de discos bajo ese nombre.

Y aunque añore “salir con una mochila y unas pistas a rapear por Sudamérica y olvidar todo un poco”, sabe que sus rimas cobran otro relieve con el acompañamiento de una banda: hace varios años que Leonchalon se consolidó como octeto. Producido por Tweety González, Humo tiene algo de “reggae dark” y logra, con sus atmósferas por momentos opresivas y enclaustrantes, darle el marco adecuado para que el cantante siga versando sobre lo que siente. “A los chicos siempre les digo que quiero que seamos como los Rolling Stones del reggae, que no seamos tan ‘políticamente correctos’”, dice y se pone a cantar, en plan satírico, sobre la playa, el sol y el reggae: “¡Detesto eso! Sobre todo porque acá nadie vive en la playa, ¿no?”.

En Agua sucia, primer tema de Humo, se percibe esa intención de pintar su aldea: “Y no me arreste oficial, sólo vine a comprar, no me protege la ley y debo comprar, son esas cosas de la vida, te hacen meter en esos callejones suicidas”. El humo al que le canta, entonces, es el humo de una playa... de estacionamiento. Describe una situación paranoica en un lugar gris, en búsqueda de un placer furtivo, un placer que, como él mismo

canta, no es natural. Y aunque en otras canciones vuelva a cantarle a Ituzion, se percibe un cambio importante: Babilonia, de algún modo, está dentro de cada uno, y Santiago Benítez parece dispuesto a hacerse cargo: “Yo ya no puedo cantar más sobre ir fumando en el furgón (N. del R.: En el primer disco de Leonchalon cantaba sobre fumar en el Sarmiento): un poco porque estaba en el tren el día del accidente de Zapiola, pero también porque... ¡no puedo ir con mi sobrino en el furgón mientras los pibes fuman pasta base! Esta es otra etapa de mi vida: hay mucho más realismo”.

La presencia de un productor astuto como Tweety González, que toca teclados en todos los temas, resultó decisiva: “Estuvo buena su actitud, porque vino primero a vernos en vivo. Nos ayudó a entender que teníamos una identidad un poco nebulosa, porque no era ni del todo urbana ni del todo reggae. Y la elección fue para el lado de este sonido urbano. Las baterías no son tan roots, sino que tienen mucho bombo y tacho, son tempos más de hip hop. Lo que hago puede tener tanto una rítmica como la otra. Yo sé que como nuestro primer disco fue ideológicamente tan roots y tan rasta, y después fuimos transformándonos; hubo mucha gente que no supo comprender nuestra jugada: algunos pensaron que queríamos pegarla, pero creo que es todo lo contrario: cada vez queremos ser más sinceros, más reales. Y seguir alimentando esa aldea reggae rap. Van a surgir muchas bandas nuevas con esta onda, ya van a ver”.

* Sábado 29 en Groove, Santa Fe 4389. A las 19.

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Imagen: Cecilia Salas
 
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