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Jueves, 21 de agosto de 2014

IDAS Y VUELTAS EN EL TEATRO

Flores de yeso

Finalmente tapiaron la entrada al boliche que violó la clausura preventiva por el derrumbe de mampostería.

 Por Juan Ignacio Provéndola

El fiscal entró y no necesitó peritos ni especialistas para confirmar la denuncia que lo había llevado hasta ahí: más de mil personas saltaban en un lugar clausurado desde la noche anterior, cuando la mampostería del techo se había desprendido en plena fiesta privada. Según un testigo, otra parte importante del cielorraso cayó durante la inspección posterior, ya con el lugar evacuado. Algunas fotos circularon por redes sociales, mostrando varios pedazos de yeso del tamaño de un adoquín. Hubo al menos doce heridos, una chica tuvo que ser hospitalizada y fueron radicadas en sede judicial varias denuncias bajo la carátula de “lesiones culposas”.

Para los que explotan comercialmente el lugar, sin embargo, todo se resumió a “un trámite netamente administrativo”. Ese fue parte del argumento que ofrecieron en su única aparición: un comunicado escrito menos para lavar su imagen que para desligar a Kapanga. Aunque El Teatro estaba fajado y con acta de clausura, igualmente abrió sus puertas el sábado porque tenía programado un show con la banda. Los músicos, a través del Mono Fabio, su cantante, juraron que desconocían la situación y obligaron a los dueños del lugar a reconocer esto públicamente.

Desde El Teatro aseguraron que, a pesar de abrir el lugar violando una clausura preventiva por el desprendimiento de su techo, “nunca se puso en riesgo la seguridad del público”. La Fiscalía, que evidentemente no coincide con ese diagnóstico, ordenó tapiar el acceso de entrada con tablas de madera, acaso para evitar una nueva tentación. El complejo fue allanado y se requisaron elementos, aunque no había más por mirar que lo ya visto.

¿Pudo haber sido otro Cromañón? La comparación suena exagerada e invalida la discusión, porque convierte en cuestionable sólo aquello que deviene en tragedia. O, en el peor de los casos, reduce todo a un debate semántico tan estéril como las medidas de control aplicadas a estas situaciones. E impide advertir que lo de El Teatro, aunque cruel y perverso, no fue una excepción: en el último año fueron violadas 500 de las 600 clausuras aplicadas a locales nocturnos porteños.

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Imagen: Cecilia Salas
 
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