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Jueves, 18 de diciembre de 2014

LA CUMBIA EN SU LABERINTO

Caderas con delay

 Por José Totah

Si la cumbia está o no de moda, es un debate que atrasa. Se sabe, a esta altura, que orquestas y bandas como Sonora Marta La Reina, La Delio Valdez, Cumbia Club La Maribel, Cumbia Hasta el Lunes y muchísimas más fueron punta de lanza de un fenómeno que, desde fines de la década pasada, enamoró a un público nuevo y copó boliches porteños donde sólo se escuchaba rock.

La cumbia colombiana –y derivados de autor– se incorporó al paradigma de disfrute de las festicholas, el pogo se volvió ritual prehistórico y terminó desplazado por el baile cadera con cadera. Hoy día, a las tres de la mañana, cuando todos los gatos son pardos, lo que más se escucha es cumbia.

La pregunta, ahora que el boom de las nuevas orquestas se aplacó un poco, es qué quedó de todo eso. ¿Una depuración de bandas? ¿Quedaron las que suenan mejor? Las respuestas son crueles en voz de un ex productor del palo, que pide no ser citado. “Tocan covers de canciones tradicionales de Colombia y se suenan todo, pero nadie está haciendo algo distinto. Es lo que siempre se le criticó al folklore”, afirma. Otro conocido productor y programador, Gustavo Ameri, opina que “a veces estas movidas pierden sorpresa y empieza a ser todo lo mismo; es la dinámica nefasta del consumo: todo se agota rápido”.

Más allá de estos dilemas, la cumbia caló hondo en los pibes que empiezan a construir su identidad musical en la sala de ensayo. Si antes se juntaban para armar una bandita punk en el garaje y tocar temas de los Ramones, ahora se amuchan en la terraza para tocar cumbia. Quizá sean ellos los que aporten sangre nueva al género.

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