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Jueves, 2 de julio de 2015

LOS MUTANTES DEL PARANá

DEJARLO TODO

En Noctámbulo, se volvieron noneto para agitar rock y baile.

 Por Santiago Rial Ungaro

Latiendo, Entre dientes, Puño, Sin patrón, Como un vendaval, La huida, Capricho, Nocturno. Nahuel Dirrheimer, uno de los guitarristas de Los Mutantes del Paraná, lee la lista de temas de su seductor y lunar segundo disco como si fuera un poema, una síntesis de la propuesta de esta banda caprichosa, rebelde y generosa. Después de su excelente debut (El entrerriano, 2013), el ahora noneto se afianza en Noctámbulo como un proyecto que escapa a los lugares comunes. En base a su libertad musical, han ganado un espacio propio y luminoso, folklórico pero global, una síntesis orgánica que confirman cuando mencionan al Chango Spasiuk y a Litto Nebbia como referentes.

Además de virtuosismo, hay algo amplio y abstracto en esos cambios de ritmos y esas melodías tarareadas eufóricamente por esta auténtica familia musical. “Lo que queremos transmitir está más allá de las palabras, sólo lo podemos transmitir a través de la música”, dice Nahuel. Su hermano Santiago, contrabajista mutante y apasionado, asiente: “Hay mucho agite en los shows, y ahora que somos nueve en el escenario el rock se siente más: el escenario tiene más presión”.

Tanto los Dirrheimer como Charly Valerio (guitarra criolla y coros) hallaron la forma de amplificar eficazmente sus instrumentos acústicos para “rockear” con criolla, logrando una hazaña estética: sonar bailables y sinfónicos, sumando aportes de los nuevos miembros (Angel Chávez, Damián Chávez, Juan Manuel Fernández, Santiago Rudas, Leandro Aspis y Víctor Borget) y decantado un sonido impactante y sutil, que fusiona el folklore con la música pop.

Los Mutantes del Paraná suenan ahora más urbanos: “Hacer un nuevo El entrerriano hubiera sido fácil, pero ya no somos tan zarateños, hace ya ocho años que estamos viviendo acá: este disco suena a Almagro”, afirma Nahuel. “Lo que proponemos a la gente es un baile poco convencional, porque de repente en vivo pasamos de una cumbia medio rockeada a una chacarera y la gente la baila como se le canta. Más que un baile, creo que es una movilidad, algo menos estructurado”, arriesga Damián Chavez.

El noneto aporta su obra, y también su crítica. Opina Santiago Dirrheimer: “Creo que hay proyectos que son más bien un producto comercial, me pasa con Miss Bolivia. La veo más como un movimiento social que como algo artístico, no creo que por nombrar al Che Guevara o porque tengas otra apertura en tu vida sexual seas revolucionario: son todas figuritas de colores. Si querés ayudar, hace algún trabajo ad honorem, no suma tanto la queja. No pasa por tomar merca o fumar faso, tomar cerveza o tomar champagne, sino por otro lado”.

Pero quizás el secreto de estos mutantes en evolución sea la autocrítica, también en voz de Santiago: “Quizás aparentamos ser muy serios, pero venimos del rock y aunque la instrumentación sea otra, siempre tenemos esa actitud de dejar toda la energía en el escenario”.

*Viernes 3 en Uniclub, Guardia Vieja 3360. A las 21.

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