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Jueves, 29 de septiembre de 2016

ANGELA BOATWRIGHT DOCUMENTA CóMO…

HACER LO QUE SEA POR TOCAR

Los Punks: We Are All We Have registra la escena hardcore/heavy/punk del este de Los Angeles: tres tonos, amistad, solidaridad, inclusión y autogestión.

 Por Facundo Enrique Soler

Las noticias culturales que llegan del este de Los Angeles siempre están ligadas al hip hop: ahí arrancaron los NWA en los ‘80, y es escenario recurrente en la videografía de Kendrick Lamar. Los Punks: We Are All We Have, documental en catálogo en Netflix, patea ese tablero para demostrar que en la parte poco turística de Los Angeles hay una movida punk inmensa que respeta los valores principales de toda escena emergente: solidaridad, inclusión, hacelo vos mismo y amistad. “Lo primero que me llamó la atención fue la energía”, recuerda Angela Boatwright, directora del film, desde su casa en California. “Entré a un patio y de un lado vendían parches, por el otro había unos punks veteranos charlando, y un tipo tocaba la batería sentado en una silla de oficina. ¡Era increíble!”

La escena punk/heavy/hardcore angelina tiene cuarenta años, pero su base siempre se mantuvo por debajo del radar de la novedad. La dinámica es simple y romántica: se organizan fechas con cuantas bandas entren en la grilla, a precio popular, y los escenarios son en patios de casas. Las bandas caen cargando equipos, alguno improvisa una barra de birra barata y los mismos de siempre se mechan en un pogo interminable. Cuando termina la joda, se van a otro patio o garaje para repetirla. “De eso se trata la música. Salir a la calle, hacer lo que sea para tocar, y no esperar nada a cambio. Gente joven haciendo cosas por su comunidad sin esperar pegarla en la radio o en MTV”, resume Angela al NO.

El documental es fiel reflejo de la movida, acompañando las aventuras de cuatro punks emblemáticos: Nacho Corrupted, April Desmadre, Alex Pedorro y Gary Alvarez. Las voces de estos personajes muestran las dificultades que los latinos tienen para encajar en Estados Unidos, el eterno conflicto entre el hijo rockero y el padre gerente, la metamorfosis adolescente y lo increíble que es la amistad en un show. El trabajo de la directora al involucrarse con sus entrevistados es intenso pero según ella insuficiente: “Me hubiera gustado involucrarme más, me gusta conocer gente e investigar sobre su familia, necesité llegar más al fondo”.

Angela no tiene nada que ver con Los Angeles. Es metalera y creció en Ohio. Laburó de fotógrafa para grandes marcas y de hecho vino a Buenos Aires varias veces a armar catálogos para Urban Outfitters. “Cuando acá es verano allá es invierno, así que viajábamos para armar el book de la siguiente temporada”, recuerda entre risas. Hace cuatro años llegó a Los Angeles y armó uno de los documentales más interesantes en torno a una escena mítica y hermosa: “Espero que la masividad de la película no altere la naturaleza de la escena, que tiene que seguir siendo underground”.

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