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Domingo, 28 de mayo de 2006

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La vez que quise ser bueno, en la cara se me rieron

Un músico elige su canción favorita: Luis Salinas y “Cambalache”

 Por Luis Salinas

“Es lo mismo un burro que un gran profesor”: es como que los valores de la moral están bastante trastocados, y “Cambalache” lo dice muy bien. Como “Las cuarenta”, que es otro tango, que habla de “la vez que quise ser bueno/ en la cara se me rieron/ cuando grité una injusticia la fuerza me hizo callar”. Tangos de letras muy profundas vividas por sus autores. En algún momento me han pasado cosas que sentí un poco parecidas a las letras de esos tangos, aunque por suerte luchando se pudo salir adelante. El tango “Cambalache” para mí tiene que ver con algo que he visto a lo largo de mi carrera: que muchas veces se iguala para abajo, que no se respeta la trayectoria de algún gran artista, de alguien que viene hace mucho tiempo haciendo cosas, y llega alguien nuevo y pasa por arriba igualándose. Esas cosas a mí siempre me molestaron mucho, porque los maestros, los que vienen luchando de toda la vida, merecen un cuidado. Lo he notado en diferentes ambientes de la música y me ha jodido mucho. Como que siempre hay que empezar de nuevo, demostrar cosas. Gente que en su momento ha llenado teatros no recibe el reconocimiento que merece por su historia. Podría mencionar a muchos. Manolo Juárez, María Graña, gente que es muy grande y no tiene el apoyo que debería tener por lo que significa. He notado que a Salgán se lo dejó de lado mucho tiempo y se volvió a él cuando ya estaba mayor. Oscar Alemán en algún momento pasó una pobreza y una miseria impresionantes, cuando para mí era una gloria que había que tener allá arriba. Después de muerto, claro, aparece todo, pero sus últimos tiempos no fueron como merecía. También lo he visto a Hernán Oliva, que fue uno de los más grandes músicos de jazz de nuestro país, pidiéndole disculpas a la gente porque llegaba tarde porque no tenía para el colectivo; lo recuerdo ahí en Jazz y Pop. Y estamos hablando de glorias. Esas cosas me afectaron mucho. Porque uno es un todo, no el hoy nada más; y a veces se avanza con lo mediático y se olvida la historia. Y se vuelve a ella cuando la persona ya no está. Eladia Blázquez tampoco tuvo el reconocimiento que merecía. En nuestro país tenemos poca memoria, y no hablo sólo de lo musical. Por eso me parece que el tango “Cambalache” representa un poco lo que sigue pasando. Y muchas veces he vuelto a la letra esa en situaciones que me ha tocado pasar.

Pero cuando hablo de la gente que no tiene el reconocimiento que se merece no lo digo por mí. Yo no me puedo quejar: he hecho cuatro Cervantes llenos, he hecho dos Coliseos, un Opera, un Rex, voy afuera y siempre lleno, y estamos hablando de música instrumental, que siempre es más difícil poner en los medios. Cuando decidís vivir para la música sabés que vas a tener problemas económicos al principio. Mi viejo me decía siempre, como yo viví en una villa hasta los diez, once años, “tu fuerza es saber que peor de lo que estuviste no vas a estar”. Por ahí es más difícil para un chico que tiene el café con leche en la cama, y después tener que empezar a vivir privaciones para hacer la música que le gusta, y no transar.

Uno tiene que luchar y tocar y grabar discos y estar ahí hasta donde dé. La primera vez que escuché “Cambalache” yo tenía unos quince o dieciséis años. Y me pegó, pero no tanto. Recién con los años vas entendiendo más la letra, con la vida que te va pasando. En ese momento, que uno tiene tantos sueños, tantas cosas, piensa: “Bueno, no debe ser tan así”. Después, cuando va viviendo, va viendo que muchas cosas son de esa manera. Cuando veo una falta de reconocimiento, que no se ponen las cosas donde deberían ir, siempre vuelvo a esa letra, la de “Cambalache”. Creo que la verdadera protesta no está en esas canciones que hablan de obviedades que uno ve cuando camina por la calle. La verdadera protesta es mostrar belleza donde está todo mal. Para Discépolo la belleza está en lo que había vivido y en cómo lo relata, para llegar a esa cosa que no tiene época. Esto lo digo yo, que si hay algo que me hubiera gustado ser además de compositor de música es ser compositor de letras. Mis letras son horribles. Así que tengo una gran admiración por aquel que puede describir una realidad con poesía. No dar la información de lo que pasa. La de Discépolo es una poesía inmortal. Ojalá no nos sintiéramos identificados, que las cosas hubieran cambiado; que hubiéramos aprendido de esa letra.

Luis Salinas presentará su disco Muchas cosas, en el que repasa sus casi treinta años de carrera, el 1º, 2 y 3 de junio en el Teatro ND/Ateneo, Paraguay 918.

Enrique Santos Discépolo

“Cambalache” (letra y música de Enrique Santos Discépolo) se estrenó en el teatro Maipo en 1935, interpretado por la actriz Sofía Bozán, pero su versión más difundida fue la que grabó Julio Sosa.

También poeta y autor teatral, “Discepolín” (27 de marzo de 1901 - 23 de diciembre de 1951) se formó viendo teatro de la mano de su hermano Armando, y llegó al tango después de probar suerte en la dramaturgia y en la actuación. No le fue muy bien con sus primeras incursiones como compositor de canciones populares (“Bizcochito”, “Qué vachaché”), pero en 1928 Azucena Maizani interpretó “Esta noche me emborracho”, y a los pocos días sus versos se cantaban en todo el país. Ese mismo año se uniría a la española Tania, que sería una de las mejores intérpretes de sus composiciones, así como su pareja por el resto de su vida.

Más urbano, o menos suburbano que Manzi, menos interesado en el malevaje o en las heridas de amor que eran el principal tema de otros compositores contemporáneos, Discepolín se ocupó del desencanto, de las ilusiones perdidas de la clase media rioplatense; de los idealismos que habían sido aplastados por la realidad, en especial en los infames años ’30.

Algunos años atrás, el poeta Leónidas Lamborghini dijo de “Cambalache” que era el “el verdadero Himno Nacional” argentino.

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