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Domingo, 29 de mayo de 2016

SALí

DE A MUCHOS

 Por Sandra Martínez

EL BORDE ES LO QUE IMPORTA

Si de salidas grupales se trata, entre amigos o familia numerosa, las pizzerías son sin dudas un comodín infaltable de la salida porteña. Muchos prefieren los nombres más tradicionales, esos que adornan la Av. Corrientes; otros, en cambio, apuestan por la novedad. Para estos últimos, Monzú puede convertirse en su nueva meca palermitana, con su propuesta única de pizzas con borde relleno.

El local es bonito y tiene pocos cubiertos, porque eligieron darle un espacio dominante a la cocina a la vista, donde se puede ver a los maestros pizzeros en pleno trabajo. Todas las pizzas se preparan en el momento, y como pueden demorar un poco es buena idea ir calmando el apetito con algunas empanadas, como la de calabaza y salvia ($17). Para el principal, hay variedad para elegir: entre las sugerencias del chef, están la de salmón con mozzarella, huevo al horno, rúcula marinada y el borde relleno de puré de porotos negros ($280), o la vuelta de tuerca a la ancestral receta de la Napolitana, que en este caso viene cubierta con tomates tibios, mozzarella, panceta, champignones, anchoas, aceite de ajo y el borde es de aceitunas y más mozzarella ($220). Otra buena opción es la de choclo y champignones asados, con borde de morrón asado ($190 la grande), pero entre los habitués la favorita es la de papa, que lleva papa hervida, salsa Monzú, panceta y relleno de queso cheddar ($230 la grande). Para los indecisos, la buena noticia es que la pizza grande se puede pedir en dos sabores.

Si bien a la hora de beber el maridaje indiscutido es la cerveza (tienen botella grande de varias marcas industriales, desde $80, y la artesanal Fractales a $50), también vale la pena probar al menos una vez la gaseosa natural de pomelo ($42). De postre, hay que consultar cuál es el dulce del momento. Puede ser, por ejemplo, una pizza de dulce de tomate con borde relleno de chocolate, acompañada de helado. Suena extraño, pero es muy rica.

En Monzú, la costumbre aporteñada de dejar el borde de la pizza en el plato quedó atrás: acá, la masa (y su relleno) se disfruta de cabo a rabo.

Monzú queda en Cabrera 3975. Teléfono: 4862-9223. Horario de atención: martes a domingos, de 20 a 24.


ESPIRITU DE BARRIO

Hay esquinas inmortales. Lugares que conservan su espíritu porteño, protegiéndolo de los embates del progreso. La Flor de Barracas es uno de ellos. Y, con más de cien años encima, es un baluarte de este barrio histórico, por fuera de los recorridos turísticos. Es, además, una alegría, entrar al local y encontrarlo mantenido con evidente amor. La atención se pierde en miles de detalles, desde la añeja barra de madera coronada por decenas de botellas de ginebra, hasta el patrón hipnótico del piso de baldosas calcáreas, pasando por las persianas americanas multicolores, que filtran el sol de la vereda.

No se trata sólo del espacio físico: la atención también parece venida de otra época, con una cortesía y cordialidad que logran que, incluso el cliente que visita por primera vez el lugar, se sienta parte de la casa. Junto con la carta, llega una rica panera y un dip, para elegir del menú sin apuro. Se puede arrancar con una tablita de sopressata, provolone y aceitunas con pimentón ($80) o unas mini provoletitas ($75). Lucio Cantini, chef y artista que tomó el mando de los fuegos el año pasado (junto con un cambio de gerencia), suele acercarse y sugerir platos fuera de carta. Entre los principales, la Milanesa Milonga ($145) y La Puñalada, una tremenda bondiola a la cerveza negra, con panceta, papas y huevo frito ($295, para compartir) son los orgullos de la cocina.

La Flor de Barracas se presta para muchas situaciones, pero resulta ideal para los festejos. El salón Villoldo –que homenajea en su nombre a uno de los vecinos ilustres del barrio, el compositor de tangos Ángel Villoldo– está hecho a la medida para eventos privados, a los que se les ofrece un menú especial. La gran mesa de madera que preside el precioso patio Arolas (otro tanguero de pura cepa barraquense, Eduardo Arolas), llama a acomodar a un grupo numeroso. El sector está calefaccionado, pero por si hace demasiado frío, los anfitriones proveen mantitas de micropolar, para arrebujarse mientras se disfruta un delicioso arroz con leche. Sintiéndose en otra época, y en otra gastronomía.

La Flor de Barracas queda en Suárez 2095. Teléfono: 4302-7924. Horario de atención: lunes a miércoles de 7 a 18; jueves y viernes de 7 a 24; sábados de 9 a 24.


TRÈS CHIC

No todas las reuniones tienen que ser a la hora de la cena o el almuerzo. Un rico desayuno compartido o una merienda grupal son excusas perfectas para cortar la rutina con un poco de charla o negocios acompañada de cosas ricas. Y ahí aparece Méli Mélo, invitando a ese momento relajado.

El gran cartel explica el simpático origen de su nombre: en francés, Méli Mélo significa “un poco de todo”, y este espacio se apropia de la expresión, combinando una boulangerie, una pastelería y un bistrot. Cerca de la entrada, una mesa alta con banquetas se convierte en sector ideal para una visita rápida, pero es el entrepiso, con su gran mesa comunitaria y dos livings con mullidos sillones, donde conviene llegar de a varios. En las mañanas, los combos de desayuno, muy ricos, están a buen precio, desde el infaltable croissant con café con leche ($60) hasta uno bien completo que incluye huevos revueltos, tostadas con sus acompañamientos, jugo de naranja natural, café con leche o té a $115.

Por la tarde hay que aprovechar la excelente pâtisserie y viennoiserie de la casa. Los más medidos pueden ir por unos scones con mermelada, acompañados de té o café ($82); los más glotones disfrutarán sus croissants de almendras, entre los más ricos de la ciudad ($27), y lo mismo puede decirse de sus eclairs con distintos rellenos ($27) y financiers ($30), todas especialidades de la casa. Además, como buen templo dulce francés, no podían faltar los coloridos macarons ($30).

A la hora del almuerzo, Méli Mélo tiene una carta breve pero atractiva, con sándwiches, ensaladas y tartas saladas, más algunos platos algo más elaborados, como el wok de vegetales ($110), los ñoquis soufflé de espinaca ($105) o el pollo a la cazadora con crema de papas ($145). Antes de pedir, conviene consultar por el menú ejecutivo del día, que incluye un plato fuera de carta, bebida y café o postre, por $195. Al partir, es buena idea comprar algunos panes de pura cepa francesa, como para llevarse a casa un poco de esta experiencia deliciosa, repleta de charme parisino.

Méli Mélo queda en Av. Del Libertador 5990. Teléfono: 4788-3926. Horario de atención: lunes a viernes de 8 a 19:30; y sábados de 9 a 19:30.


Fotos: Pablo Mehanna

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