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Domingo, 27 de marzo de 2011

SALí

A comer en las alturas

 Por Rodolfo Reich

Elegancia centroeuropea

Club Alemán, un secreto a descubrir

Pocos lugares tienen menos encanto que el microcentro porteño. Pero no todo es gris, ruidoso y monótono: incluso allí, donde millones de personas deambulan cada día agotando cada intersticio, quedan secretos por descubrir. Uno de ellos es el Club Alemán, justo al lado del Instituto Goethe, 21 pisos más arriba. Sin lujos superfluos, el restaurante emana elegancia, gracias a sus mesas separadas, los camareros de uniforme, la amplitud del salón y cierta impronta de espíritu centroeuropeo. Abre sólo al mediodía y ofrece una cocina simple, contundente y rica. La atracción principal es el buffet de platos fríos, mezcla de clásicos porteños e internacionales, y unas pocas especialidades alemanas. Allí hay quesos macerados al whisky, variedad de salames, jamón crudo, carnes en salsa agridulce, lengua a la vinagreta, vithel tonné, escabeches de codorniz y de pescado, sardinas extra large y pepinos en conserva. Esto es apenas un pequeño resumen de más de treinta opciones. La carta, por su lado, ofrece entradas como Heringe Hausfrauenart (arenques con crema ácida, manzanas y cebolla) y principales como Tagliatelle nero di sepia. Del grill salen cortes de carne y pescado, incluyendo salmón rosado y lomo. Y cuando se creía que ya se estaba lleno, llega el momento del dulce: el buffet de postres es un destino en sí mismo. Destacan el strudel y el crumble de manzana, una mousse de chocolate amargo con naranja, el tiramisú, la tarta de ricota. Todo regado con salsa de moras.

Los precios son muy razonables para la vista y la calidad: acceso al buffet, incluyendo postres y café, $72. Si a esto se suma un plato caliente del día, pasa a $82. Comer a la carta ronda los $100.

Por último, vale la pena pasar por el bar, donde una pequeña barra con taburetes clásicos y sillones de cuero crean un espíritu de los años ’70. Bebidas importadas, tragos clásicos y whiskies a buen precio, para alejarse del microcentro y crear el propio clima interno.

Club Alemán queda en Av. Corrientes 327, piso 21º. Horario de atención del restaurante: lunes a viernes de 12 a 16. El bar abre de 11 a 19. Teléfono: 4311-3313.


Mirada oriental

Miyako, un japonés entre coreanos

El cruce entre las avenidas Nazca y Avellaneda marca un punto neurálgico de la comunidad coreana en Buenos Aires. Pero hay un “colado”: oculto en un edificio de oficinas está Miyako, restaurante japonés que mira a la ciudad desde las alturas de un piso 7.

Miyako es más que la vista panorámica: gracias a sus menús especiales sirve para probar platos nipones más allá del sushi. De noche, lo más pedido suelen ser sus combos, dos combinados best value que se pueden compartir, y que incluyen uramakis, niguiris y sashimis, además de misoshiru (sopa de miso), yakimeshi (arroz salteado), salmón a la plancha, tempura de vegetales y langostinos, gyozas (empanadas a la plancha), yakitori (brochettes de carne) y otras delicias. El combinado más pequeño cuesta $110, el más grande $150.

Si se prefiere comer a la carta, además de sushi el restaurante ofrece platos como katsudon (milanesa de cerdo, huevo y cebolla de verdeo) y yakusoda (fideos salteados con vegetales). Para beber, hay vinos blancos y tintos, botellitas de sake, cerveza Asahi y tragos para amantes de los sabores más dulces.

Miyako cambia según el momento del día. A la hora del almuerzo es frecuentado por quienes trabajan en la zona, tentados por el menú de mediodía, similar a los nocturnos pero en versión reducida. De noche, en cambio, convoca a parejas románticas y pequeños grupos. El salón es silencioso, atravesado por boxes con sillones y biombos que generan un clima de intimidad. Incluso, para no romper la pacífica ilusión, se usan timbres inalámbricos para llamar a la camarera. Otra opción es reservar el privado, una habitación con una mesa de hasta 14 personas, ideal para un festejo atípico.

Debajo, por la avenida Nazca, circulan los autos y colectivos. Muy cerca pasa el tren Sarmiento que va de Once al Oeste. Pero allí arriba todo se ve pequeño y silencioso. Un minuto de viaje en ascensor nos transporta a un paisaje oriental.

Miyako queda en Av. Nazca 388, piso 6º. Horario de atención: lunes a sábados de 12 a 15 y de 19.30 a 23. Teléfono: 4611-2638.


Al aire libre

Blue Sky Bar, paraíso perdido

Entre los cinco estrellas de la ciudad, el Hotel Madero representa la vertiente más moderna. Acorde con ese espíritu, este verano abrió su Blue Sky Bar, el único piso alto de la ciudad donde se puede comer a cielo abierto. Todo está pensado para el aire libre, por lo que su disfrute depende del clima: cierra entre mayo y septiembre, y no tiene sentido ir si llueve o hay viento.

A diferencia de otros restaurantes en edificios, lo que se ve desde aquí no es la ciudad, sino el pulmón de manzana. Pero no es lo mismo decir pulmón de manzana en un barrio tradicional que decirlo en Madero Este. Aquí, significa una preciosa vista a los jardines arbolados de los docks, con sus piscinas turquesas que nos recuerdan al nadador de John Cheever. Lujo que transcurre entre la ficción noventista y un oasis relajado de quietud y silencio.

La cocina es simple, y apunta a las carnes a la parrilla, las ensaladas y los jugos energéticos. Esta simpleza es comprensible: en el mismo piso está el spa del hotel, y la mayor parte de comensales son los propios usuarios de estas instalaciones, que almuerzan vestidos con sus batas blancas de toalla. Ensaladas como la de salmón ahumado, queso brie y tomate sobre hojas verdes ($45), sándwiches como El Porteño (lomito, tomate y lechuga, $50) y platos de la parrilla que incluyen mollejas ($52), ojo de bife ($64) y brochettes de cordero patagónico ($48). Los jugos ($27) son la especialidad: los hay de pera, frutillas y menta; de manzana, zanahoria, jengibre y semillas de chía, de espinaca, apio, pepino, perejil, limón y aloe vera, entre otras extrañezas. Pero tal vez la mejor manera de disfrutar de este Blue Sky Bar sea al atardecer, en un día soleado. Llegar y pedir uno de los tragos creados por el bartender Gabriel Santinelli, por ejemplo un Mann (citric vodka, vino tardío y maracuyá, $37). Y beberlo mirando las piletas, los parques, y pensando en los paraísos ficticios y perdidos de Cheever.

Blue Sky Bar queda en el Hotel Madero, piso 9º. Rosario Vera Peñaloza 360. Horario de atención: todos los días de 11 a 21. Teléfono 5776-7786.


Llegado del Norte

Club Danés, honestidad escandinava

Clásico del mediodía del centro, la ubicación del Club Danés es inmejorable. Más que al Río de la Plata, sus ventanas miran a Uruguay, que se adivina en el horizonte. En el mismo edificio funciona la Embajada de Dinamarca, cuyos integrantes son clientes asiduos del restaurante, una garantía de autenticidad.

El Club Danés es simple y económico. Un comedero étnico, sin pretensiones lujosas. El salón es amplio, algo demasiado ruidoso, y la cocina apuesta a platos contundentes, llegados del frío del norte. La especialidad son los smerrebred, cuyo significado literal es “panes enmantecados”, sándwiches abiertos que se sirven al plato con cuchillo y tenedor. Los hay de arenque marinado (en realidad, lacha a la usanza danesa) sobre pan de centeno con aros de cebolla; de rosbif con pepinillos agridulces, remoulade y cebollas fritas; de paté de hígado de cerdo con pepinillos y remolachas agridulces; y otros sabores seductores. Los precios rondan los $22, y alcanzan para un almuerzo individual. A su vez, cada día anuncian cuatro platos, uno de ellos típico danés, los otros internacionales. Un par de ejemplos: Indbagt merbrad (solomillo de cerdo envuelto en masa de hojaldre, con papas, salsa de perejil y puerros marinados), Fiskekarbonader (croquetas empanadas de merluza, papa y panceta; con arvejas y zanahorias en salsa blanca); Biksemad (clásico de los viernes, trae dados de carne de ternera y cerdo salteados con papas y cebollas, acompañado con pan de centeno enmantecado, remolachas agridulces y un huevo frito).

Un plato del día con gaseosa, agua, copa de vino o porrón de Warsteiner cuesta $44. Para terminar, postres como el Red gred med flede (compota de arándanos y frambuesas) o el Redvins pare (peras cocidas con vino tinto y especias).

Vista espectacular, cocina étnica honesta, precio económico. Una combinación imbatible, que merece un brindis con akvavit, el tradicional aguardiente de Escandinavia.

El Club Danés queda en Leandro N. Alem 1074, piso 12ª. Horario de atención: de lunes a viernes de 12 a 15. Teléfono 4312-9266.


Fotos: Pablo Mehanna

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