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Domingo, 18 de septiembre de 2016

VALE DECIR

EL AGUA Y EL PETRÓLEO

Según propia presentación, las múltiples expresiones visuales del premiado artista suizo Fabian Oefner (1984), puestas de manifiesto en fotografía, cortos e instalaciones cinéticas, parten de dar forma tangible a los efectos invisibles de las ciencias naturales. “El arte y la ciencia no existen en extremos opuestos del espectro académico; más bien se influencian mutualmente de manera concreta”, esgrime el señor de Oberentfelden que, en pasadas oportunidades, jugó con ferrofluidos y acuarelas, burbujas, globos, entre otras cuestiones. Para su más reciente serie, Oil Spills, decidió profundizar en una de sus pasiones de antaño, la iridiscencia, capturando un fenómeno que habitualmente escapa a la mirada de los mortales: las psicodélicas composiciones que se generan al mezclar agua y petróleo. Así, valiéndose de una jeringa, el muchacho dejó caer una pocas gotas del hidrocarburo en un contender negro con H2O, retratando cómo éste se esparce gradualmente, produciendo involuntarias y preciositas iris que, entre luces y reflejos, dan paso a buena parte del arcoíris. “Los colores variados son el resultado de la reflexión y refracción de la luz a medida que pasa por la capa de aceite y luego al lente de la cámara. Dependiendo de qué tan gruesa es la capa, los colores cambian desde el azul, el verde, al amarillo, al rojo, hasta finalmente desaparecer nuevamente”, detalla este pichón de químico, aclarando que “aun cuando el fenómeno es bastante sencillo, lo que se obtiene es sorprendente, mágico”.

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