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Domingo, 22 de febrero de 2015

CINE. SE ESTRENA WILD, DE JEAN-MARC VALLéE, CON REESE WITHERSPOON Y GUIóN DE NICK HORNBY

EL MOVIMIENTO SE DEMUESTRA ANDANDO

 Por Mercedes Halfon

Una chica sola en el camino, en el desierto, en la montaña, en los refugios, durmiendo en su pequeña carpa, haciendo autostop. Está atravesando el Sendero de la Cresta del Pacífico, una travesía que va desde el calor abrasador del desierto de Mojave hasta la frontera de EE.UU. con Canadá, un total de 1800 kilómetros que ella va a recorrer a pie. Esto es Wild, la nueva película de Jean-Marc Vallée, el director de Dallas Buyers Club (2013), por la que Reese Witherspoon está nominada al Oscar como mejor actriz por segunda vez en su vida, después de llevarse ese premio por su adorable y sufrida June Carter en Walk The Line (2006). Y acá también está caminando en línea recta, entregada a su papel de Cheryl Strayed, tal vez el más importante y el menos simpático de su carrera. En la película se ve su rostro todavía juvenil cubierto de polvo y su cuerpo diminuto agotado y tenso, portando una mochila descomunal que, tanto real como metafóricamente, viene a ser la razón por la que está ahí. Hay algo muy físico en la entrega de Reese para este rol, igual (aunque menos, claro) a lo que fue el trabajo de Matthew McConaughey en Dallas Buyers Club, como si ese ponerse en el cuerpo de otro que significa la actuación fuera, para este director de origen canadiense, una búsqueda casi literal.

Wild está basada en la novela homónima escrita por la Cheryl Strayed real, una mujer que hace veinte años decidió hacer esa experiencia extrema, por el extremo Oeste de los Estados Unidos. Hacía poco tiempo había muerto su madre de un cáncer fulminante con sólo 44 años. Cheryl, entonces, se entregó a placeres tanáticos que terminaron destruyendo su matrimonio con un hombre al que todavía quería. Rota por dentro y por fuera, tratando de volver a alguna clase de principio, decide iniciar esa caminata de varios meses por el Sendero de la Cresta del Pacífico (PCT, por sus siglas en inglés), una excursión para la que no está para nada preparada, pero justamente algo de esa dificultad, de esa imposibilidad, es lo que lo que hace la empresa atractiva para ella. Se trata de un camino para el que los aficionados al senderismo (algo similar al trekking) se preparan durante años y ella llega hasta ahí sin más que un equipo de camping que fue comprándose durante los seis meses que se tomó para ahorrar las propinas de su trabajo de mesera. Strayed se había especializado en literatura inglesa y estudios de género en la universidad, pero eso fue antes de la muerte de su madre y su espiral hacia el sexo con desconocidos y la heroína. Todo esto, con eje central en la narración de la travesía, fue escrito algunos años después, con un estilo simple y directo, mezclando autobiografía, diario de viaje y tips de autoayuda por Strayed. Y se convirtió en best seller a la velocidad de la luz. Acá en Argentina acaba de publicarlo Rocaeditorial con el título de Salvaje.

Y hoy todo esto llega a la pantalla de la mano de Witherspoon como productora y protagonista, Nick Hornby como guionista, y dirección de Vallée. La película viene a continuar la saga de recientes historias de supervivencia en la gran pantalla, del estilo Hacia rutas salvajes (2007), de Sean Penn, o 127 horas (2011), de Danny Boyle. Aquí también se trata de una historia real, escrita por su misma protagonista. Pero sin duda la particularidad de Wild es que esta experiencia extrema la vive una mujer, por lo que los sentidos que se abren –ante la soledad en la naturaleza, o el poder de un cuerpo desafiando sus propios límites– son otros. La película se inicia con una toma muy poco heroica, casi desde el pedregullo, donde se pueden ver las cumbres escarpadas y las ramas de los pinos más altos, en un día de sol. De fondo se escucha el jadeo doloroso de la protagonista que está llegando a la cima, donde se saca las botas de escalar que tanto la están lastimando. Tiene los pies ensangrentados y va a arrancarse una uña amoratada ahí mismo. La imagen –y el grito que emite– es perturbador, porque hay algo de la supuesta fragilidad del cuerpo femenino que está en juego en este personaje, aquí y a lo largo de toda la película: un cuerpo sobre el que parecen sentirse más fuertes los golpes, los magullones y uñas caídas, pero que a la vez, en su resistencia, revela un modo mucho más profundo de lucha. Justamente porque pone en duda las concepciones extendidas sobre lo que es duro y lo que es frágil. Y lo que la dureza de ese cuerpo puede significar.

“¿Qué clase de mujer eres?”, le pregunta un camionero que la lleva en un momento del trayecto. “¿Eres como Jane, la novia de Tarzán?” No parece fácil de explicar ser simplemente una mujer sola que decide fortalecerse en la naturaleza. “Eres la chica linda sola en el bosque”, le dice mirándola fijo otro excursionista, que toma cerveza y se aparece como un fantasma en las inmediaciones de su carpa, dándole un susto de muerte. La película –y la autobiografía– se cuidan de emitir un juicio sobre la vida de la protagonista; sin embargo, los hombres con los que eventualmente se cruza, no dejan de remarcarla. “Una chica sale sola de excursión y se lleva doce condones”, dice ella ante la mirada atónita de una especie de refugiero que la ayuda a reordenar su mochila. En esa imagen de mujer facetada, contradictoria y fuerte radica la novedad que aporta Wild a la saga de films de supervivencia. Mucho antes de estar en medio del PCT Cheryl le había dicho a una amiga: “Soy de las que dicen que sí, cuando otras dicen que no” y podría completarse: una mujer cuya positividad consiste en ir hacia su deseo, afirmar su libertad, aunque ésta sea nadar hasta el fondo del agua negra de su angustia y permanecer sumergida hasta casi quedarse sin aire, para luego salir a la superficie, lista para empezar de nuevo.

Wild está filmada con preferencia por la luz natural, volviendo más enceguecedor el mediodía, melancólica la tarde y, fundamentalmente, más rústica la imagen de los paisajes y la actriz. La cámara apenas se pierde por las estampas imponentes de Sierra Nevada, vuelve rápido a su seguimiento personal de la protagonista y sus devaneos mentales. Como si dijera: esto no es un folleto turístico filmado, es un film que adapta una autobiografía, vamos a respetar esa verdad. Va hacia adelante en el camino y hacia atrás en el recuerdo, con los oscuros flashbacks sobre su tour de force por la heroína y la enfermedad seguida de muerte de su madre, que golpean una y otra vez.

Y hay algo más en el planteo Wild que la hace interesante y la diferencia de otras películas de supervivencia: aquí no es alguien que vence las dificultades o triunfa por sobre el rigor de la naturaleza y en eso confirma su fortaleza; es al revés: una mujer que logra integrarse al ritmo que propone el desierto y a ese paso lento que le impone su mochila demencial –la de su vida, y en la que porta su equipo de camping– logra reinventarse, encontrar el poder que se escondía en algún punto de su interior. Y ésa era la razón por la que estaba ahí. El movimiento se demuestra andando, en esta película también y ésa era la búsqueda, ponerse en el camino de la belleza, como le decía su madre a Cheryl Strayed, un movimiento que no concluye sino que empieza recién cuando termina de recorrer el Sendero de la Cresta del Pacífico.

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