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Domingo, 28 de junio de 2015

MúSICA > GIRLPOOL

HUELE A ESPÍRITU ADOLESCENTE

MUSICA Las integrantes de Girlpool no pasan de los 19 años y sus canciones no pasan de los tres acordes. Se conocieron haciendo pogo, cantan al unísono acompañadas sólo por sus instrumentos –una guitarra y un bajo–, y en apenas un año pasaron de colgar sus temas online a conseguir discográfica y salir de gira, asaltando la escena indie norteamericana como un dúo minimalista que homenajea la tradición del hacelo-vos-mismo de los ’90, con temas sentimentales e insolentes.

 Por Andrea Guzmán

“Voy al cole todos los días/ sólo para convertirme algún día en ama de casa”, dice la letra de “Slutmouth” o Boca de Zorra, uno de los temas que cantan siempre al unísono las chicas de Girlpool, entre gritos y chillidos profundos, ímpetu femenino e incerteza adolescente total. “A veces quiero ser un chico, nunca me gustaron los juguetes de chica/ a veces quiero ser un chico porque me siento como un juguete.” No pasan de los 19 años, no pasan de los dos o tres acordes por canción y ni siquiera necesitan batería para hacer punk. El dúo de chicas con flequillo y cabello decolorado que homenajea muy sensiblemente la tradición hacelo-vos-mismo de los ’90, golpeó la escena indie norteamericana el año pasado con su espíritu low-fi rebelde y ha salido al mundo con una rapidez vertiginosa con giras que ya abarcan todo Estados Unidos y parte de Europa. “Si alguien está buscando una conexión yo estoy dispuesta a darla, porque he estado en la posición de sentirme absolutamente sola. Con nuestra música tratamos de generar esa conexión”, respondía en una entrevista Harmony, la jovencísima bajista de la banda.

Se conocieron haciendo pogo en un bar de Los Angeles, su ciudad natal, y después de subir a su página de bandcamp un autoproducido y despojado EP bautizado simplemente Girlpool, llamaron la atención de Wichita Records –el sello indie que también maneja proyectos como Wild Flag, la banda de Carrie Brownstein– que no se demoró en ficharlas. Cleo Tucker a la guitarra y Harmony Tividad en el bajo, ya no parecen principiantes y se las puede ver tocando en sus tours cada vez más concurridos y con toda propiedad en un puñado de videos de YouTube que ellas compilan como videoclips de sus canciones. Aunque tratan de mantenerse en una estética minimalista y hecha a mano, las chicas están a punto de salir en una gira bastante importante como banda telonera de los punkeros Joyce Manor. Todo después de que este año lanzaran su primer álbum Before The World Was Big, un esperanzador disco de diez canciones, un álbum adolescente por definición: sentimental e insolente en partes iguales. Con letras contemplativas, melancolía del futuro y un espíritu un poco más cercano al pop luminoso que en su primer EP, donde se volcaban más arrebatadamente al indie punk sobre sexo, género, y efervescencia púber. “Estás demasiado ocupado viendo a las chicas en mini falda/ Pero luego me llamas a mí y te escucho balbucear”, cantaban en el primer track del disco que hacían antes de terminar la secundaria. Las chicas son pura potencia femenina y juvenil, y sorprende que con un mínimo de elementos se las arreglen para lograr un sonido tan decidido y potente, anclado bastante en el juego de sus voces limpias y crudas –que entonan al unísono en todas las canciones–y en los sonidos eléctricos y minimalistas de sus dos instrumentos, que sin ser prodigiosos están cargados de una intuición y sensibilidad única.

Cuando la famosa bloggera adolescente Rookie le preguntaba a las chicas por el video de “Plants And Worms”, el único que tiene una impronta de producción más acabada –una animación híper colorida y lisérgica hecha con acuarelas y recortes– contaban que se trataba de “lo aterradora que puede resultar la vida y tener miedo de salir de tu zona de comodidad. Y también sobre todo eso que el mundo tiene para ofrecerte. Que salir a buscarlo es mucho más gratificante que quedarte cómodo”. Before The World Was Big resulta un viaje muy elocuente, vulnerable y personal por las preocupaciones y ansiedades de ese momento bisagra de crecer, ver a tus amigos crecer, coquetear con el mundo de los veinte años y dejar atrás las tragedias de la adolescencia. Y aunque ambos discos hayan salido con poquísima distancia temporal entre si, se puede leer en sus diferencias el vértigo y la velocidad con el que ocurren los cambios de estado, de ideas y de desasosiegos en la adolescencia. “Estuvimos explorando ideales feministas y varias de las canciones hablan sobre igualdad de género. Por eso las bandas más grandes nos encasillaron rápidamente como una banda feminista”, decían las chicas en la misma entrevista. “Y está bien porque son nuestras preocupaciones, pero nos molesta que nos encasillen. ¡Somos una banda y no un producto!” En medio de todo esto, el dúo que además es bastante hiperactivo se ocupó en hacer un divertidísimo mini EP de cuatro canciones junto a una de sus bandas favoritas con la que además compartieron gira neoyorquina, el también dúo californiano de chicas –una generación más arriba– Slutever. Un minidisco donde hacen covers mutuos y se admiran recíprocamente, que vale la pena escuchar por su espontaneidad e insolencia transgeneracional.

Todo avanza rápidamente para las Girlpool. Things Are Ok es un pequeño documental de media hora que las sigue por una gira norteamericana. En la ruta y en sus espacios personales; azoteas, backstages y lugares adornados con posters de No Doubt y Patti Smith. Un retrato amoroso, introspectivo y bien casero de cómo crecen las chicas, con sus vicisitudes, sus mañas y su asombro juvenil, mientras se van convirtiendo en verdaderas estrellas de rock. “Realmente puede romperte el corazón –dice Cleo–. Estamos buscando una identidad juntas. La gente interpreta lo que quiere, puede ser frustrante no saber si estás expresándote bien.” Entre herencias de las riot grrrl de los ’90, la ternura existencialista de Kimya Dawson, las ansiedades de las chicas de su generación y –por supuesto– la total falta de bases de batería que les da un sonido bien crudo e inclasificable, las chicas consiguen un encantador y afilado álbum de iniciación. Sobre los primeros desamores, la experiencia de ir a los conciertos solo, amar a los amigos, construir tu identidad propia y la rudeza de crecer. “Extraño cómo era estar parada junto a vos/ Usando vestidos del mismo color antes de que el mundo se volviera así de grande.”

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