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Domingo, 7 de agosto de 2016

HISTORIETA > PABLO DE SANTIS Y FRANK ARBELO

EPITAFIOS NEGROS

Un particular justiciero es el protagonista de Justicia poética, un original policial negro creado por el guionista Pablo De Santis junto al dibujante cubano Frank Arbelo. Julio Fux es un poeta retirado que rubrica cada una de sus apariciones con un epitafio, un guiño de sus autores a Edgar Lee Masters y su Antología de Spoon River. Publicada originalmente en la revista Fierro, la serie acaba de ser compilada en un volumen publicado por Colihue.

 Por Santiago Sánchez

“Cuando la inspiración es demasiado intensa, se vuelve peligrosa”, asegura el poeta semirretirado Julio Fux. Su sentencia no es arbitraria, es el puente que une al personaje con su referencia poética: el norteamericano Edgar Lee Masters. Pero entre el protagonista de Justicia Poética y el autor de esa obra maestra que es Antología de Spoon River (1915) hay una diferencia casi estilística. “La musa de Masters era la muerte imaginaria. La mía, la real”, deja en claro Fux, el protagonista de la historieta de Pablo de Santis y Frank Arbelo, guionista y dibujante de la serie publicada primero por la revista Fierro y compilada recientemente en un volumen por la editorial Colihue.

La leyenda dice que Masters escribió ese libro en unas semanas, luego de que el editor de la publicación literaria Reedy’s mirror le prestara la famosa Antología palatina, y que se pasó el resto de su vida tratando de atrapar esa fiebre creadora, sin lograrlo. De Santis reconoce la importancia del “mito Masters” como punto de partida para esta historia: “Leí de adolescente la Antología de Spoon River, que simula ser una recopilación de los epitafios de un pequeño pueblo. Los muertos cuentan en páginas de piedra sus propias historias, y el lector observa cómo cada vida se entreteje con las demás, y algunos monólogos completan o corrigen los otros. Edgar Lee Masters, que trabajaba como abogado, nunca antes escribió algo notable, y tampoco después; escribió de un tirón el Spoon River y luego cayó enfermo, como fulminado por esa actividad enloquecida”.

Así, como un reflejo distorsionado de Edgar Lee Masters, nace Julio Fux, autor de un poemario titulado El cíclope. Fux vive en soledad y no publica: siente miedo de no estar a la altura de su trabajo anterior. Sin embargo, no deja de producir: Justicia poética es el título de ese libro que escribe para sí mismo, en forma de cuaderno personal. Mientras tanto, como contrapartida de la escritura, recurre al asesinato sutil, en forma de verdaderos mecanismos de relojería. La justicia por mano propia es una forma de reflexión y lucha moral contra el olvido: Fux decide quién merece ser recordado y cómo debe serlo. Cualquier similitud con las vicisitudes de la vida del poeta y de sus pares no es mera coincidencia.

¿Qué misteriosa musa lo acompaña en sus dos tareas? El cíclope, un alter ego de la infancia, quien espanta todos los miedos del poeta, y lo hace no sólo matar a personajes deplorables sino también poner en marcha el andamiaje de la escritura. Poseído por esa violenta presencia (suerte de Jekyll y Hyde), encuentra la palabra luego de cometer un crimen: el cíclope debe ser alimentado. “El cíclope me decía lo que tenía que hacer, el cíclope tenía una idea extrema de la justicia. Y yo seguía sus consejos”, se justifica Fux.

Este mundo cerrado del poeta se ve modificado cuando Mariana, una joven periodista que se acerca a Fux con la excusa de escribir un breve artículo para un suplemento cultural, comienza a ver a través de la fachada del poeta. Una intriga criminal ligada a la joven envuelve a Fux y da unidad a la historia, que cuenta, en esta edición, con dos capítulos inéditos. El poeta, por voluntad propia, decide inmiscuirse, en pos de satisfacer la doble voracidad del cíclope. No es difícil entrever que el policial (en su vertiente negra), uno de los géneros predilectos de De Santis, pisa fuerte en esta obra. “Género negro significa melancolía disfrazada de violencia”, resume el guionista, en una frase que define a la perfección el carácter ambivalente de su personaje.

Ya desde la tapa, con un diseño minimalista, en la que un Fux solitario se distingue de un fondo rojo y apunta al lector con una escopeta, se destaca la centralidad de su figura y el tono oscuro de la historia. Los dibujos de Frank Arbelo, en un blanco y negro de línea limpia (una línea “dura y ascética”, según De Santis), alejados del realismo crudo y académico, brindan al lector esa ambigua sensación de justicia: “No sé por qué lo hago. Pero el mundo está mejor sin los protagonistas de mis epitafios”, resume el propio Fux.

Arbelo, dibujante y diseñador de origen cubano, actualmente radicado en Bolivia, antes de comenzar a narrar gráficamente esta obra, cargaba en sus espaldas con el reconocimiento de sus pares y con el libro Cuando salí de La Habana (que incluye trabajos breves publicados en Fierro): “De Santis me encantaba. Había leído El Hipnotizador, lo que hizo con Max Cachimba, también algunas de sus novelas. Un día me llegó un correo de Lautaro Ortiz (jefe de redacción de Fierro) invitándome a formar dupla con De Santis… Sinceramente, no fue difícil decidirme”. El contacto entre guionista y dibujante fue casi exclusivamente a través de mails, debido a la distancia que los separa. En este intercambio definieron a sus personajes, los ambientes y, a rasgos generales, el tono de la obra. “Miré con mucha atención sus dibujos anteriores antes de ponerme a escribir el guión, para que la historieta tuviera alguna afinidad con su mundo gráfico, que es muy rico”, comenta De Santis, que termina cada capítulo de Justicia Poética con un poema en forma de epitafio -a lo Spoon River-que explica cada uno de los crímenes. De Santis vislumbra una proximidad entre historieta y poesía: “Hay autores de historieta que están muy cerca de la poesía, como George Herriman con su Krazy Kat, o nuestro Max Cachimba. También en los disparates de Landrú o de Oski. La poesía y la historieta trabajan con espacios pequeños. Instalan las imágenes de golpe, sin grandes preocupaciones por la causalidad. Los dos géneros son vecinos del mundo de los sueños”.

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