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Domingo, 18 de enero de 2004

DOCUMENTOS

Mi mundo privado

Vendidos por Courtney Love por cuatro millones de dólares, los Diarios de Kurt Cobain recopilan seis años (1988-1994) de cartas no enviadas, dibujos, notas manuscritas, reseñas inventadas, diatribas de rockero malhumorado y viñetas. El libro –recientemente traducido al español– no esclarece del todo los abismos existenciales de Cobain, pero los condimenta con infidencias descarnadas y detalles de primerísima mano. Zoom sobre una de las intimidades más polémicas de la historia del rock.

 Por Mariana Enriquez


En la prensa de Estados Unidos, casi todas las reseñas de los “diarios” de Cobain indican que se trata de un material “perturbador”, que revela cómo un inocente cantante de una banda punk se convirtió en una estrella desilusionada y heroinómana. Los demás miembros de Nirvana –Krist Novoselic y Dave Grohl– no quisieron hablar de la publicación ni juzgar a Courtney Love por ceder los derechos, y en un comunicado de prensa manifestaron: “Creemos que es un error hablar de algo tan privado. No queremos vernos involucrados con estos diarios en ningún sentido”. Los fans, en tanto, inundaron foros de Internet con insultos a la Love, acusándola de “puta ambiciosa” por invadir la privacidad de su difunto esposo, cuyo suicidio habría dejado en claro el deseo de que lo dejaran en paz.
Todo es un poco más turbio. Novoselic y Grohl se rasgarán las vestiduras, pero lo cierto es que están en medio de un juicio millonario con la viuda de Cobain por los derechos de todo el material de Nirvana. Ni Courtney ni ellos hacen gala de integridad. Los diarios, por otra parte, ya habían sido citados en parte en Heavier than Heaven, la excelente biografía de Kurt Cobain de Charles C. Cross, aprobada por la Love. Los fans, lejos de boicotear el exhibicionismo de Courtney, compraron los diarios. Y la viuda se quedó con cuatro millones de dólares en febrero del 2003, cuando cedió los derechos a Penguin.
Los Diarios, que acaban de ser publicados en castellano por Mondadori en su colección “Reservoir Books”, no son estrictamente “diarios” sino una colección de cartas no enviadas, notas escritas en cuadernos con espiral sin fechar, gacetillas de prensa de Nirvana, reseñas inventadas, pequeñas diatribas de crítico de rock malhumorado, listas y algunas viñetas. Para los fans, el material más interesante desde el punto de vista artístico son los comentarios inéditos –liner notes– de las canciones de In Utero y los borradores de las canciones de Nevermind, incluso la primera versión del clásico Smells Like Teen Spirit. Para los que traten de descubrir en estos textos erráticos los motivos del suicidio –de la tristeza– de Cobain, se incluye la nota que escribió antes de su sobredosis en Roma y varias reflexiones sobre su adicción a la heroína y sus problemas estomacales, más algún que otro rezongo contra las compañías, los periodistas y la sobreexposición de la fama.
Pero lo que vienen a demostrar estos Diarios es que el misterio del dolor ajeno es imposible de develar, aun cuando las reflexiones más íntimas estén al alcance de la mano. Quizás Courtney Love –que editó el material– se haya quedado con los textos más fuertes. Por ejemplo, no se incluye aquí la nota suicida que Cobain dejó antes de volarse la cabeza en Seattle. Estos Diarios no son tan inquietantes como pretenden las reseñas y el pataleo indignado de los fans. Son crudos, a menudo graciosos, muchas veces predecibles, ingenuos, trágicos. Es notable que meses antes del suicidio, Cobain todavía planeara la estética de los videoclips de Nirvana, por ejemplo. Por cada referencia mórbida hay diatribas vitalistas, llenas de ingenuidad adolescente, contra los programadores radiales, los periodistas de rock, el corporativismo e incluso la hipocresía de la escena punk alternativa. Cobain parece lúcido y tonto, furioso y triste, irónico y esperanzado, como probablemente lo parecería cualquier persona si leyéramos los papeles que borroneó en momentos de catarsis o de aburrimiento. Es ocioso juzgar si la Love es una viuda negra que explota a su famoso marido muerto o una viuda respetuosa de la importancia cultural del icono del rock que decide mantener viva su memoria. Ya está hecho, y este scrapbook –porque eso es Diarios– fue publicado con la menor intervención exterior posible, sin comentarios, siguiendo un orden cronológico intuitivo, e incluye reproducciones fotográficas de los originales, escritos con la letra sorprendentemente clara de Cobain. Leerlos es fascinante, aunque provocan una sensación ambigua, de curiosidad malsana y de cierta culpabilidad. Son, después de todo, los papeles privados de un muerto. A continuación presentamos una selección de fragmentos de los Diarios tal como aparecen en la edición española, sin glosas ni comentarios: un modelo para que cada lector arme su propio Kurt Cobain.

LA FAMA Y EL ROCK
> “Sólo me pondría una camiseta teñida a mano si estuviera hecha con la sangre de Jerry Garcia y la orina de Phil Collins.”
> “El punk rock es arte, y es libertad. El único problema que he tenido con la ética de los situacionistas del punk rock es esa negación absoluta de todo lo sagrado. Para mí hay unas cuantas cosas sagradas, como la superioridad de ciertas mujeres y la contribución de los negros al arte.”
> “Estoy a favor de la revolución a gran escala organizada de forma violenta y alimentada por el terrorismo. Hacerse pasar por el enemigo para infiltrarse en los mecanismos del imperio y empezar a corromperlo lentamente desde adentro. Los hijos sublevados toman por asalto Wall Street. Sí, ya sé, soy un cliché andante, ignorante y confundido.”
> “Me siento como un cretino escribiendo sobre mí mismo como si fuera un icono semidivino del pop rock americano o un producto confeso de una rebelión de elaboración corporativista, pero es que he oído tantas historias y declaraciones de mis amigos disparatadamente exageradas y leído tantas interpretaciones freudianas mediocres y patéticas basadas en entrevistas que hablan de mí, desde mi infancia hasta el estado actual de mi personalidad y de mi fama de heroinómano perdido, alcohólico, autodestructivo, aunque abiertamente sensible y delicado, frágil, sosegado, narcoléptico, neurótico, un pobre diablo dispuesto en cualquier momento a meterse de sobredosis, tirarse de un techo, volarse la tapa de los sesos o las tres cosas a la vez. ¡Dios, no soporto el éxito! ¡Y me siento tan culpable!”
> “Después de todo el bombo publicitario y la atención que nos han prestado este último año, he llegado a dos conclusiones: 1) Hemos hecho un disco comercial mucho mejor que el de Poison. 2) Hay el cuádruple de periodistas de rock pésimos que de bandas de rock pésimas.”
> “Siempre he sido así de flaco. Sólo me conocen por mis fotos, y las fotos te hacen cinco kilos más gordo. Sufro de narcolepsia. Sufro de malos hábitos de sueño y alimentación. Sufro por estar de gira durante siete putos meses.”
> “El año pasado gané unos cinco millones de dólares. Y no pienso darle un solo centavo a ese idiota elitista de Calvin Johnson. He colaborado con uno de mis únicos ídolos, William Burroughs, y no podría sentirme mejor. Me mudé a Los Angeles un año y al volver me encontré con que tres de mis mejores amigos se habían vuelto unos verdaderos heroinómanos. He aprendido a odiar el Riot Grrrl. Un movimiento del que yo mismo fui testigo desde sus orígenes, porque me acostaba con la chica que sacó el primer fanzine del estilo grrrl y ahora ella se está aprovechando del hecho de que cogió conmigo. No de forma escandalosa, pero lo suficiente como para sentirme utilizado. Pero no pasa nada porque hace unos años opté por permitir que los blancos corporativistas me explotaran, y me encanta. Y no pienso donar un solo dólar al puto régimen fascista indie, siempre tan necesitado. Por mí se pueden morir de hambre. Que coman vinilo. Yo podré vender mi culo carente de talento durante años gracias a mi condición de artista de culto.”

KURT INTIMO Y RARO
> “Soy varón, tengo 23 años y produzco leche. Nunca me habían dolido tanto los pechos, ni siquiera cuando los matones del secundario me retorcían las tetas. Ellos ya tenían vello ahí abajo mucho antes de que yo dejara de jugar con muñecas. Llevo meses sin masturbarme porque he perdido la imaginación. Cierro los ojos y veo a mi padre, niñas, pastores alemanes ycomentaristas de noticieros, pero no a chicas desnudas y voluptuosas haciendo mohínes y estremeciéndose de placer con las posturas ilusorias que evoco en mi mente. No; cuando cierro los ojos, veo lagartijas y bebés sirena, aquellos que han nacido deformes porque sus madres tomaban píldoras anticonceptivas nocivas. Tocarme me da auténtico pavor.”
> “Sí, Larry –dijo él dirigiéndose a Larry King. Durante el rodaje de la película descubrimos que la población indígena de Alaska era una de las más cariñosas, amables, etcétera. Otro trozo de carne oligofrénico del cine de acción que se afana en dar una imagen de actor distinguido. Sí, señor, eso es espectáculo, ver cómo Sylvester Stallone se abre paso a tientas en una entrevista con un acento a lo Pedro Picapiedra mientras vomita frases para estar a la altura de un tipo inteligente de los que se expresan con un montón de ‘concerniente a’. Bla Bla. ¿La población indígena de Alaska? ¿De qué está hablando? ¿De los esquimales? ¿O de los colonos redneck borrachos que nunca ven la luz del sol y se pasan 9 meses del año metidos en una lancha con vísceras de pescado hasta las pelotas?” [Nota “suicida” escrita en el Hotel Excelsior de Roma antes de una sobredosis de heroína].

LA ENFERMEDAD DE COBAIN
> “Hace tres años que sufro una afección estomacal no concluyente y bastante molesta que, por cierto, no está relacionada con el estrés, lo que significa que no es una úlcera, porque los ardores, las náuseas y el dolor que siento en la parte superior del abdomen no siguen ninguna pauta. Nunca sé cuándo va a ocurrir. Puedo estar en casa en un ambiente de lo más relajado bebiendo agua mineral natural, sin estrés ni agobios, y de repente, paf, escopetazo en el estómago a quemarropa. Y luego puedo hacer cien conciertos seguidos, meterme ácido bórico por un tubo y asistir a trescientas mil entrevistas en televisión y no soltar ni un solo eructo. Mi caso ha dejado a los médicos sin más ideas que las habituales: ‘Kurt, toma otra pastilla para la úlcera péptica y vamos a meterte por la garganta este tubo de fibra óptica con una cámara de video en el extremo que se llama endoscopio por tercera vez a ver qué pasa por ahí. Sí que te duele, sí. Tienes el estómago sumamente inflamado y rojo. De ahora en adelante prueba a comer helado, a ver qué pasa’. Por favor, Dios. A la mierda los discos exitosos, hazme dueño de una enfermedad estomacal extraña e inexplicable que lleve mi nombre. Y que sea el título de nuestro próximo álbum doble: La enfermedad de Cobain. Una ópera rock sobre un joven anórexico tipo Auschwitz que vomita jugos gástricos. Y de regalo un video casero sobre el endoscopio. Así que después de tomar bebidas proteínicas, de hacerme vegetariano, de practicar ejercicio, de dejar de fumar y de consultar a un montón de médicos, decidí aliviar mi dolor con pequeñas dosis de heroína durante tres semanas enteras. La cosa sirvió de paliativo un tiempo, pero luego volvió el dolor, así que lo dejé. Fue una estupidez y no volveré a hacerlo nunca más.”
> “Decidí consumir heroína a diario debido a una dolencia estomacal que llevaba sufriendo desde hacía cinco años y que me había llevado literalmente a pensar en el suicidio. Todos los días de mi vida durante cinco años. Cada vez que tragaba un bocado de comida sentía un dolor atroz que me daba náuseas y ardores en la boca del estómago. El dolor se volvía aún más fuerte cuando iba de gira debido a la falta de unos hábitos alimentarios correctos y regulados, y de una dieta adecuada. Desde el comienzo de dicha afección me he sometido a diez intervenciones distintas en las zonas gastrointestinales superiores e inferiores que han reveladouna inflamación brutal en el mismo punto. He consultado a quince médicos distintos y he probado unos cincuenta medicamentos para la úlcera. Lo único que he visto que funcionaba eran los opiáceos fuertes. Había muchas veces que me veía literalmente incapacitado en la cama durante semanas, vomitando y muriéndome de hambre. Y llegué a la conclusión de que bien podría ser un yonqui si ya me sentía como tal. Tras la última gira europea juré que no volvería a ir de gira a menos que pudiera ocultar o resolver mi problema de salud. Me pasé cerca de un mes inyectándome heroína, pero luego me di cuenta de que no podría conseguir drogas cuando fuéramos a Australia o Japón, así que Courtney y yo nos desintoxicamos en la habitación de un hotel. En Australia tuvimos que cancelar unos cuantos conciertos porque el dolor me dejaba inmóvil, doblado en dos en el suelo, vomitando agua y sangre. Me estaba muriendo literalmente de hambre. Bajé de peso hasta casi cincuenta kilos. Siguiendo el consejo de mi manager, me llevaron a un médico que me dio fiseptona. Las pastillas parecieron funcionar mejor que cualquier otra cosa que hubiera probado antes. Poco después de reanudar la gira vi que en la letra pequeña del frasco decía: ‘Fiseptona: contiene metadona’. Otra vez enganchado. Sobrevivimos a Japón, pero para entonces los narcóticos y la gira ya habían empezado a hacer mella en mi cuerpo. Y no me encontraba mucho mejor de salud que cuando dejaba la droga. Al volver a casa me encontré con que Courtney se había vuelto a enganchar, así que ingresamos en un centro de desintoxicación donde permanecimos dos semanas. Ella se recuperó. A mí me volvieron al instante los mismos dolores y náuseas de siempre, y decidí suicidarme o acabar con el dolor. Me compré una pistola, pero me decanté por las drogas. Seguí con la heroína hasta un mes antes de la fecha prevista de nacimiento de Frances.”

ME GUSTA
> “Me gusta seguir la carrera de los artistas en sus inicios, cuando luchan por conseguir el éxito. Me gusta el punk. Me gustan las chicas con los ojos raros. Me gustan las drogas (pero ni mi cuerpo ni mi mente me permiten tomarlas). Me gusta la pasión. Me gustan las cosas bien hechas. Me gusta la inocencia. Me gusta la clase obrera y le estoy agradecido por permitir con su existencia que los artistas no tengan que trabajar en empleos de baja categoría. Me gusta nadar. Me gusta estar con mis amigos. Me gusta estar solo. Me gusta sentirme culpable por ser un macho blanco americano.”
> “Me encanta dormir. Me gusta llenarme la boca de pipas y escupirlas aquí y allá mientras camino. Me gusta provocar a los perros pequeños que ladran dentro de los coches estacionados. Me gusta hacer sentir a los demás felices y superiores ante mi presencia. Me gusta tener prejuicios contra la gente llena de prejuicios. Me gusta practicar incisiones en el vientre de los bebés para luego joder la herida abierta hasta que el niño muere. Me gusta el consuelo de saber que las mujeres son generalmente superiores y por naturaleza menos violentas que los hombres. Me gusta el consuelo de saber que las mujeres son el único futuro del rock and roll. Me gusta elconsuelo de saber que los afroamericanos han sido la única raza que ha aportado un nuevo estilo de música original a esta década, el hip hop.”
> “Me gusta la sinceridad. Carezco de sinceridad. Esto no son opiniones. Esto no son palabras sabias, esto es una exoneración por mi falta de educación, por mi pérdida de inspiración, por mi desconcertante búsqueda de afecto y por la vergüenza instintiva que siento hacia muchos que tienen más o menos mi edad. Ni siquiera es un poema. Sólo es un montón de mierda. Como yo.”

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