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Domingo, 24 de agosto de 2008

TEATRO > VIVI TELLAS DISECCIONA EL MéTODO DE LOS “ARCHIVOS”

Vidas prestadas

Desde hace cinco años, Vivi Tellas sorprende con una forma única: obras protagonizadas por personas comunes que ponen en escena los mundos reales a los que pertenecen. Con dos obras nuevas, sobre el mundo de los DJ y de las guías de turismo, Tellas aprovecha para pasar en limpio el método que le ha permitido revitalizar la escena local y asombrar a la internacional y explicar los complejos mecanismos para destilar esa teatralidad que late fuera del teatro.

 Por Vivi Tellas

Desde hace unos cinco años todo mi trabajo gira alrededor de una idea: buscar teatralidad fuera del teatro. Hice seis obras que prefiero llamar “archivos”: Mi mamá y mi tía, Tres filósofos con bigotes, Cozarinsky y su médico, Escuela de conducción, Mujeres guía y Disc Jockey. En todas he trabajado con personas comunes y con los mundos reales a los que pertenecen. Las protagonistas de Mi mamá y mi tía eran mi madre y mi tía verdaderas, ciertos mitos y rituales de mi propia historia familiar; en Tres filósofos con bigotes elegí a tres profesores de filosofía de la universidad; en Cozarinsky y su médico trabajé con el escritor y cineasta argentino Edgardo Cozarinsky y su médico clínico, Alejo Florín, que le detectó una enfermedad grave y le salvó la vida; en Escuela de conducción trabajo sobre la relación autos-personas con dos profesores de la escuela de conducción del ACA y la única empleada de la escuela que no sabe manejar; las protagonistas de Mujeres guía trabajan haciendo visitas guiadas en Buenos Aires; los de Disc Jockey son Carla Tintoré y Cristian Trincado, dos de los más experimentados DJ argentinos.

Mi premisa es que cada persona tiene y es en sí misma un archivo, una reserva de experiencias, saberes, textos, imágenes. Veo algo o a alguien que me entusiasma, me despierta curiosidad, y decido ponerlos en escena porque tengo ganas de desplegar y compartir lo que descubro en ellos. Tomo el mundo al que pertenecen, hago un procedimiento, le pongo mi mirada y después muestro la sustancia que resulta.

Mundos Son todos mundos que he experimentado en persona. Esa es la primera condición para que puedan convertirse en archivos teatrales. La segunda es que tengan algún coeficiente de teatralidad. La zona que me interesa es ese umbral donde la realidad misma parece ponerse a hacer teatro: es lo que yo llamo Umbral Mínimo de Ficción.

Actuar Los intérpretes siempre tienen que tener alguna forma de actuación espontánea. En el caso de mi madre y mi tía era la capacidad de repetir ciertas historias a través de los años. Los filósofos daban clase en la universidad y estaban acostumbrados a tratar con un público. En Cozarinsky y su médico estaba la relación médico-paciente, que siempre plantea “escenas”, roles, conductas, guiones. Creo que en todo no actor hay una “actuación”, pero es una actuación amenazada, signada por el azar, el error, la falta de solvencia. Lo que los archivos ponen en escena es una tentativa de actuar; por eso, porque es esencialmente inocente, la actuación del no actor produce incertidumbre: no hay garantías, el espectador nunca sabe qué va a pasar, si la obra saldrá bien, si llegará al final, si no habrá algún accidente...

Aceptar Los abordo y les digo: “Quiero hacer una obra de teatro con ustedes”. Y les doy una tarjeta que dice que soy directora de teatro. Los filósofos aceptaron enseguida. Con los de Escuela de conducción fue más complicado: el profesor que más me interesaba, de hecho, se negó a participar. Una vez que aceptan deben empezar a confiar en mí, porque no tienen la menor idea de lo que va a pasar. No los obligo a nada: trabajamos con elementos de sus vidas personales, pero son ellos los que deciden qué van a mostrar en público y qué no. También les digo siempre que puede que nos juntemos y no pase nada interesante. Es como un experimento científico: el fracaso siempre está en el horizonte.

Método Los ensayos empiezan cuando los intérpretes cruzan la puerta de mi estudio. Trato de conocerlos bien. Mi asistente lleva un registro escrito de absolutamente todo: qué hacemos, qué decimos, anécdotas, detalles de ropa, chistes. Al principio veo qué traen ellos, qué cuentan primero, cómo eligen presentarse. Les pido algunas cosas que me sirven para ir buscando: documentos escritos (cartas que hayan escrito o recibido, por ejemplo), fotos, imágenes, objetos que sean importantes para ellos, obsesiones, accidentes que hayan sufrido, cualquier contacto que hayan tenido con el arte, los medios, sobre todo con el teatro. Ese primer momento es muy extraño, porque la gente no le da valor a nada de lo que trae. Yo soy la que pone el valor.

Inadecuación Los archivos son mi manera de “hacer” ciertos mundos. No aprendí filosofía en el curso donde secuestré a los filósofos, pero Tres filósofos con bigotes es mi manera de “hacer” filosofía. Podía aburrirme conversando con mi mamá y mi tía, pero Mi mamá y mi tía fue mi manera de “hacer”, de ejercer la familia. Organizo a mi gusto un mundo ajeno, pongo en escena lo que me gustaría que pasara con esos materiales. Y a la vez me convierto en espectador. Hago con eso otro mundo y lo vuelvo a mirar. Es un proceso de deconstrucción.

Extinción Sin proponérmelo, todos los archivos rozan el problema de la extinción de un mundo, una sensibilidad, una manera de vivir. Son obras sobre “los últimos que...”, sobre “lo que queda de...”. Escuela de conducción es sobre las ruinas de un mundo donde la relación entre hombres y mujeres funciona como una dialéctica blanco/negro, hecha de antagonismos, que a la vez construye una teatralidad muy fuerte. Como el binarismo es falso, los que se empeñan en sostenerlo se ven obligados a sobreactuarlo. Hay que actuar de Hombre, hay que actuar de Mujer. Cuando un mundo se extingue cae en una especie de desuso y puede volverse increíblemente poético. Esa ineficacia me lleva inmediatamente al teatro. La extinción es un UMF. Es lo que pasa con los objetos exhibidos en un museo. O lo que decía Thomas Bernhard de los diarios “de ayer”, que pierden su eficacia, su razón de ser, y pasan a formar parte de un mundo poético. Siguen cargados de pólvora, pero la pólvora ya ha dejado de matar.

Estos fragmentos son parte del testimonio Secuestrar la realidad, recogido y editado por Alan Pauls para el libro Documentary Theatre on the World Stage, una antología de trabajos de teatro documental de los cuatro continentes editado por Carol Martin, que publicará Palgrave Macmillan en Estados Unidos a fines de 2008.

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Tres filosofos con bigotes.
Imagen: Nicolás Goldberg
 
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