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Domingo, 19 de abril de 2009

FAN > UN MúSICO ELIGE SU CANCIóN FAVORITA

Sombra sueles vestir

 Por Chacho Echenique

Hay una vidala del compositor salteño Julio Espinoza, “Vidala para mi sombra”, que siempre recuerdo y me acompaña desde mi adolescencia.

La escuché gracias a la mano de algún duende que me llevó al Centro Argentino en Salta. Allí, después de un asado, cantaba Julio Espinoza, que convocaba con su voz, su magia, su poesía y su guitarra a todos los amigos para esos silencios sin aplausos.

Por primera vez me encontré con mi sombra y ahí aprendí a acariciar el tiempo, reconociendo huellas, silencios, demoras...

En esos tiempos mi única ilusión estaba puesta en buscar alguna perspectiva de subsistencia a través del deporte. Jugaba al fútbol en Juventud Antoniana, sin imaginar que años más tarde llegaría a Buenos Aires en un tren a Retiro para integrarme en la Primera División del Club Atlético Lanús. Luego me compró San Lorenzo de Almagro y en ese trajín de la gran ciudad, una guitarra que me regaló mi abuela me acompañó en las largas horas de concentración y soledad con esta “Vidala para mi sombra” y otros temas que cantaba en esos años.

Venía de una infancia de incertidumbre y pobreza, lejos de escuelas y universidades, traía esa necesidad de triunfar para “forjarme un porvenir económico y casarme como Dios manda...”. Esta ilusión fue propia de esa época. El romanticismo de mis años de juventud fue el que me impulsó a salir de Salta, dejando atrás amores, sufrimientos y esa alegría compartida con amigos que uno nunca olvidó. Ese romanticismo frustrado que han padecido muchos de mi generación, posiblemente nos condujo a laberintos de los que cada uno tuvo que salir de alguna forma. Muchos lo hicieron a través de la poesía, la música y todas las expresiones del arte. A mí me llevó coplas como: “De arriba vive lo verde/ del medio la rama dura/ de abajo son las raíces/ por donde nace la altura”. O: “La muerte es descanso ciego/ que se llena de osamenta/ y sólo sirve de abono/ cuando se queda en la tierra”. O las de esta “Vidala para mi sombra”.

Volviendo a Espinoza, este poeta que además era carpintero, querido por algunos e ignorado por otros, murió en un hospital neuropsiquiátrico, preguntando qué le había dejado la vida. La Salta de antes, como la de ahora, dividida en intereses económicos y sociales, se olvidó de su sombra. Menos mal que quedarán siempre esas voces que siguen a su sombra, develando misterios que aquellos dioses escondieron y que aún estamos buscando.

El Chacho Echenique integra, junto con Patricio Jiménez, el Dúo Salteño, que se estará presentando los próximos viernes 24 y sábado 25 de abril a las 21.30 en el Teatro IFT, Boulogne Sur Mer 549.

Vidala para mi sombra

Letra y música: Julio Espinoza

Y dónde otro país
para esta sombra
que los muros y la propia tierra,
viniendo conmigo con las lámparas indecisas de la infancia
y los corredores de la casa vieja,

arrinconarse junto a mí
sin preguntarme nunca,
cuánto dura este tiempo
de estar oyendo los relojes
que ensayan el rumbo
de mi sombra hasta la última muerte.

A veces sigo a mi sombra
a veces viene detrás,
pobrecita si me muero
con quién va a andar.

No es que se vuelque mi vino,
lo derramo de intención,
mi sombra bebe y la vida
es de los dos.

Y tal vez deseas quedarte
y no me quieras seguir,
pero a quién has de arrimarte
me tienes tan sólo a mí

Achatadita y callada,
dónde podrás encontrar
una sombra compañera
que siga igual.

Sombrita cuidame mucho
lo que tenga que dejar,
cuando me moje hasta adentro
la oscuridad.

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Julio Santos Espinoza nació en Salta a fines de los ’30 en una familia humilde. Su infancia transcurrió en un conventillo, según plasmó sus recuerdos de aquella época en el libro El hombre de barro. Fue un auténtico solitario que rehuyó de la escena pública; pero varios de sus temas trascendieron. Entre ellos, “Pollera de septiembre”, “Anillo de humo”, “Pañuelo de amor”, “Tata Iguazú” (canción litoraleña) y “Canción para Federico”, además de su célebre vidala, que compuso a los 27 años y cuya letra aborda las costumbres de pueblo con pudor y cierto espíritu metafísico. Juan Carlos Dávalos le dijo alguna vez a Espinoza que su vidala estaba predestinada a alcanzar una popularidad universal; hoy es, junto a “La cumparsita” y “El día que me quieras”, uno de los temas más grabados en la Argentina.
 
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