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Domingo, 9 de septiembre de 2012

HALLAZGOS > ENTREVISTA A HENRY PADOVANI, EL CUARTO THE POLICE

EL POLICIA SECRETO

Fue el guitarrista fundador de The Police, pero egos, intereses y diferencias musicales lo expulsaron del grupo que, luego, conquistaría el mundo. Pero Henry Padovani no se amargó ni se resintió: la vida después del trío de este punk francés terminó siendo igual de intensa. Tocó con Jayne County, la primera estrella de rock transgénero, se convirtió en vicepresidente de IRS Records, donde “descubrió” a REM y fue manager de Zucchero, uno de los pocos artistas del rock italiano que vendieron millones en el mercado internacional. Treinta y cinco años después, desde Córcega, Padovani cuenta el detrás de la escena de los inicios de The Police y de su célebre reunión hace cinco años, que él mismo ayudó a concretar.

 Por Maximiliano Poter

“Perdón, es que chupé tanto whisky anoche... No sé si era de buena calidad. Pero no importa: había tanto, tanto, tanto... ¡Dios!”, se disculpa, con una voz perdida en el fondo de alguno de los tantos vasos que agotó ayer. Su inglés suena tan enredado por el acento francés como por el alcohol y las sábanas. Son las tres de la tarde en Córcega y Henry Padovani despierta con la resaca de haber querido mantener, a sus 60 años, la reputación de ser “el único hombre capaz de quedar en pie en cualquier bar”. Así lo definieron sus amigos cuando este rico y añejo bon vivant era un descontrolado músico punk que intentaba tener un presente en la escena del no hay futuro. “Sí, antes era así. Ahora, tomo cuando salgo. Y ayer salimos y me chupé la vida”, articula.

La vida de Padovani es también la historia de una banda que nunca fue. Y comienza, como todo buen relato de borrachos, con un trago amargo: el de ser expulsado de un grupo justo antes de que alcanzara el éxito mundial. Hoy todos recuerdan a The Police como ese icónico trío conformado por Sting, Stewart Copeland y Andy Summers, autores de clásicos universales como “Roxanne”, “Don’t Stand So Close To Me” o “Every Breath You Take”, quizás la canción que más besos musicalizó en los cinco continentes. Pero muy pocos conocen esa nota al pie que es Henry Padovani, su guitarrista original, en la biografía de la banda. Y aún menos recuerdan que ese power trio, hace 35 años, intentó ser un cuarteto.

Para llegar ahí primero hay que hacer un fondo blanco hasta 1977. Gordon Summer comenzaba a afilar su apodo de Sting en el circuito de bares de jazz donde tocaba el bajo por las noches, mientras de día trabajaba como maestro. Se mudó de Newcastle a Londres, donde conoció a Copeland, que terminaba de engrosar la lista de ex bateristas de los progresivos Curved Air. En uno de sus últimos conciertos con este grupo, entabló amistad con Padovani, que desde su Córcega natal había aterrizado en pleno corazón punk londinense. Apenas podía tocar la guitarra, pero era muy entusiasta y todo lo que le faltaba de inglés y acordes musicales le sobraba en actitud e imagen: él representaba la conexión con esa nueva y efervescente escena musical a la que Copeland quería acceder. Los tres fueron la primera encarnación de The Police y hasta editaron juntos su single debut, la canción “Fall Out”, una aguda rabieta de dos minutos que tuvo una modesta repercusión en el circuito independiente.

Pero en aquellos días, Sting y Copeland se sumaron a Strontium 90, un proyecto musical paralelo donde conocerían al hombre que cambió el curso de la historia de The Police: Andy Summers, un talentoso y experimentado guitarrista que supo codearse con Eric Clapton y Jimi Hendrix.

Summers no sabía ni quería saber nada con el punk. Tenía una formación blusera, había sido miembro de The Animals y hasta giró por los Estados Unidos como parte de los progresivos Soft Machine. Sin embargo, vio que había un potencial en The Police. La leyenda cuenta que, tras un fortuito encuentro en un tren, le manifestó a Copeland su intención de sumarse al grupo con la condición de que quedara como un trío, una anécdota que dio título a su autobiografía, El tren que no perdí (Global Rhythm Press, 2006).

Sting se sentía insatisfecho con las rudimentarias habilidades de Padovani y sabía que su reemplazo por Summers no solo llevaría el sonido del grupo hacia terrenos más sofisticados, sino que le serviría para cambiar el equilibrio de poder dentro una banda que, en esos días, estaba gobernada por Copeland, quien componía todas las canciones. Sin embargo, las lealtades pesaron más y el trío probó transformarse en un cuarteto, idea que apenas duró dos conciertos. El primero, el 25 de julio de 1977 en el Music Machine de Londres, según Summers, fue para el olvido. “Henry y yo llegábamos a los versos y coros a diferentes tiempos y con distintos acordes. Se sentía que era un desastre y yo no tenía mucha esperanza, pero tratamos de no darle importancia, como si todo fuera a funcionar”, recuerda en su libro.

El segundo, el 5 de agosto en Francia, donde tocaron en el festival de Mont-de-Marsan junto a futuras leyendas del punk como The Clash y The Damned. Sería la última presentación de The Police con cuatro integrantes.

Días más tarde, ya de vuelta en Londres y tras el fallido intento de grabar un primer álbum, Padovani se convirtió en víctima de la lucha de egos entre Sting y Copeland y fue despedido de la banda. Allí comienza otra historia. Una que lo llevó a vincularse con punks transexuales; ser ejecutivo de una discográfica y “descubrir” a los REM; amasar una modesta fortuna como manager de una estrella italiana; ser jurado de un reality show; y ayudar, décadas más tarde, a que sus viejos compañeros concretaran la reunión más esperada del rock. Una historia que hoy, 35 años después y con algunas copas de más, este policía secreto recuerda.

¿Cómo fue que, de Córcega, terminó en la escena punk de los ’70?

–¡No sé! Conocí a un inglés en Córcega. Yo estaba tocando la guitarra, se me acercó y empezó hablarme de Londres. A mí me pareció la Disneylandia del rock y, un día, me fui de vacaciones por quince días, pero me quedé siete años. No lo planeé. Tenía 24 años y lo único que necesitaba era mi guitarra y mi auto. Londres era uno de los mejores lugares del mundo y me di cuenta de que el rock and roll era un estilo de vida. Eso, para mí, era suficiente. Yo nunca quise ser un número uno; solo quería ser músico.

¿Qué recuerda del primer concierto de The Police?

–Creo que fue en Newport, Inglaterra, en el ’77. ¡Debe haber durado unos 17 minutos! Muy, muy rápido: 1, 2, 3 papapapa; 1, 2, 3 papapapa. No dejábamos que el público aplaudiera ni nada. Esa era la idea. Pensábamos que los aplausos y toda esa mierda eran cosas viejas. Queríamos hacer todo diferente. Ese era el concepto.

Por entonces compartían escenario con The Clash y Sex Pistols. ¿Sentía que era parte de una generación que iba a cambiar la historia de la música?

–Quizá sí, pero, en realidad, estábamos creando el mundo que queríamos. No había futuro, así que estábamos haciendo uno para nosotros. No se trataba simplemente de estar en una banda. A veces venía alguien al show y decía: “Vamos, yo los ayudo; pongan una silla acá en la calle, y ubiquen a la gente allá...”. Ese mismo tipo después contaba que quería ser periodista y entonces nosotros le decíamos: “Nosotros te damos una mano”. Y sacábamos fotocopias y armábamos periódicos que solo nosotros leíamos, porque escribía cosas que nos interesaban. Todo el mundo dice que los punks éramos violentos, pero, básicamente, éramos hippies, en el sentido de que hacíamos lo que deseábamos hacer...

Cosas muy provocadoras también...

–Sí, y The Police ya era provocador desde el nombre. Ahora parece fácil, pero en esa época los promotores no querían poner nuestro nombre en los carteles. Me acuerdo de que un día volvíamos de Amsterdam, donde habíamos tocado. Llegamos a la frontera y un guardia nos dijo: “Ah, ustedes son una banda, ¿no? ¿Y cómo se llaman?”. Cuando le dijimos “The Police” nos sacó de la camioneta y revisó todo lo que llevábamos. Los parlantes, los amplificadores, todo. Después, nos llevó a una oficina. Nos tuvimos que desvestir y revisó toda la ropa para ver si no escondíamos algo. “¿Así que ustedes son ‘La Policía’? Bueno, ahí tienen, policías”, nos dijo, cuando nos liberó. Eso nos pasaba mucho. A la gente no le gustaba el nombre. Si antes de salir al escenario anunciaban “Damas y caballeros: The Police”, todo el mundo salía corriendo. ¡Era así!

Hace poco se cumplieron 35 años del último show en el que The Police intentó funcionar como un cuarteto. ¿Qué recuerda?

–Andy y yo discutimos ese día... ¿Sabés? Mucho pasaba por la diferencia de edad que teníamos. Sting, Stewart y yo teníamos más o menos la misma, pero Andy era diez años mayor y eso hace una diferencia. Yo estaba completamente loco en esa época. Era un demente, al igual que Stewart. Sting era tranquilo, más normal. Pero Andy era peor, porque no entendía nada, odiaba el punk. Así que había tensión entre nosotros.

En su libro, Summers dijo que el sonido de The Police como cuarteto era un desastre, por los diferentes conocimientos y habilidades que había entre usted y él...

–-No era eso. Lo principal fueron las canciones. En ese momento, Stewart era el líder. Decía: “Yo sé lo que estoy haciendo. Somos una banda punk”, y componía todos los temas, muy simples, básicos. Sting no tenía ni una chance y cada vez que traía algo, Stewart le decía: “No, no, no. Esa es una canción de amor. No queremos eso”. Incluso cuando yo había dejado el grupo, Stewart seguía a cargo y eso duró mucho. Cuando quisieron hacer el primer álbum, la banda podría no haber existido siquiera. Invitaron a todo el mundo a escuchar las canciones de Stewart y todos decían: “No, no, no”. Hasta que llegó Miles Copeland, su hermano y manager, y dijo: “Esto es una cagada. No va a funcionar. ¿No tienen otra cosa?”. El ingeniero de sonido respondió: “Hay una canción que grabamos ayer”. Era un tema de Sting. Y Stewart empezó: “No, olvidate, es una porquería, es una canción de amor”. Pero el ingeniero presionó play y salió “Roxanne”. Miles la escuchó y dijo: “Ok, no es punk, pero está bueno. ¿Tienen más cosas así?”. Así que el problema eran las canciones, que eran una mierda. Quizá, si hubiéramos tocado los temas de Sting desde el principio, todo hubiera funcionado mejor. Pero no sé... hay preguntas que no se pueden responder.

¿Su relación con Summers era buena o sentía que era alguien que venía a quitarle el puesto?

–No, no pensás así cuando estás en una banda. Es como un equipo de fútbol: tratás de hacer que todo funcione. Stewart quería tener un futuro en la escena punk, pero él venía del rock progresivo y Sting estuvo en una banda de jazz antes. Estábamos intentando llegar al público equivocado. No iba a funcionar. Tocando las canciones de Stewart, la banda no habría llegado a ningún lado.

¿Cómo le comunicaron que la banda deseaba continuar sin usted?

–Stewart le dijo a Sting: “Decile a Henry que no va a funcionar”. Andy ya le había comentado que quería trabajar con ellos, pero no conmigo. Así que Sting me lo comunicó. Fuimos a mi casa y me contó que no podía seguir así. Entendí las razones perfectamente. Le dije: “Lo comprendo. Te quiero. Adelante, hacelo”. Me fui a Córcega, me quedé un mes y, cuando volví, recibí un montón de propuestas. Todos querían tocar conmigo, porque yo conocía a todo el mundo.

FUERA DE SERVICIO

Tras su salida de The Police, Padovani se sumó a Wayne County & The Electric Chairs, un grupo de Nueva York que forjó su nombre en el punk londinense y pasó a la fama por tener a la primera estrella de rock transgénero de la historia. “Llegó a Inglaterra como Wayne y se convirtió en Jayne tras su cambio de sexo. Era una persona fabulosa y muy valiente. Y yo estaba cómodo. Podía expresarme, escribía canciones. De pronto, estábamos tocando para 25.000 personas. Como entraba plata, fui a ver a Sting y Stewart y les ofrecí trabajo. Y así The Police terminó siendo nuestro grupo soporte”, recuerda.

Cuando The Electric Chairs se disolvió, Padovani formó otros proyectos hasta que, en 1984, terminó como vicepresidente de IRS Records, una discográfica propiedad de Miles Copeland que se transformó en cuna de artistas de culto como The Cramps, The Buzzcocks, Gary Numan y los (todavía) ignotos REM “Habían estado girando por todo Estados Unidos, mandaban demos a todos lados y nadie los quería. Para nosotros, eran geniales y les dimos una oportunidad, aunque pudieran vender solo 45 discos”, recuerda esta versión “ejecutiva” de Padovani, que luego se transformó en manager del cantante Zucchero. “Es difícil entrar en el mercado en inglés con un artista italiano, pero vendimos 15 millones de discos e hicimos mucha plata”, completa.

Pero la última encarnación del primer punk francés que tuvo Inglaterra fue, quizás, la menos pensada: oficiar de celestino del esperado reencuentro de The Police.

“En 2006, estaba grabando mi disco solista. Llamé a Stewart para ver si quería tocar en una canción y me dijo que sí. Y después le pregunté a Sting y también aceptó. Entonces los junté, pero sin decirles nada. ¡Era la primera vez que se reunían después de 25 años! ¿Podés creerlo? Hicimos la canción ‘Welcome Home’ y, partir de ahí, se empezaron a ver. Para mí fue muy lindo, porque estuve en la primera formación de The Police y, después, como que ayudé a que se volvieran a juntar.”

Efectivamente, apenas meses más tarde, en febrero de 2007, Sting, Copeland y Summer abrieron la entrega de los premios Grammy en Los Angeles anunciando su reunión y un tour mundial por el trigésimo aniversario, que se convertiría en la tercera gira más exitosa de todos los tiempos, con una recaudación de 358 millones de dólares y más de 3,7 millones de espectadores. Y Padovani volvería a tener su protagonismo. El 29 y 30 de septiembre, el guitarrista fue invitado a sumarse para cerrar los conciertos en el Stade de France, ante más de 80.000 personas. Un verdadero bis en la historia de este trio que volvió a ser, al menos por una canción, un cuarteto.

¿Qué le pasó por la cabeza antes de salir al escenario?

–¡No sé! No suelo hacer esas cosas y solo estaba preocupado por sorprender a mi hija. Le pedí que me acompañara al concierto, pero no le dije que iba a tocar. Ella no quería ir, porque no le gustaba The Police, y estaba con bronca porque no me encontraba. Hasta que, de golpe, salí al escenario y ella no lo podía creer. Pasó un buen momento. Para mí, eso fue lo mejor de todo: hacerle una joda a mi hija.

Ya pasaron cinco años de ese reencuentro. ¿Cuál es su relación actual con los Police?

–Con Andy prácticamente no hay ninguna relación, porque no somos amigos. A Stewart no lo veo mucho. Pero cada vez que lo necesito, está. Y si él me necesita, yo estoy. Con Sting somos amigos y me llama o manda e-mails seguido. Lo que pasa con Sting es que siempre está haciendo algo en algún lugar. Así que es un muy fácil verlo. Mirás el cronograma de su gira y decís: “Ah, está en París. Voy a verlo”. Es una linda relación.

¿Y cómo es su presente?

–Bueno, escribí un libro e hice un documental sobre mi vida (The Secret Policeman y Rock’n’Roll... of course!, respectivamente). Compuse música para películas, fui jurado de The X Factor (en la versión francesa del reality show para TV). Estuve de gira en Japón. Ahora trabajo en un nuevo show sobre rock en los museos y voy a visitar un montón en Estados Unidos. También voy a producir a una banda inglesa...

Está muy ocupado...

–Sí. Hago varias cosas además de chupar.

Henry Padovani, cuando era un Police

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