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Domingo, 5 de diciembre de 2010

> VíCTOR MAYTLAND RESPONDE

Ping Porn

¿Es verdad que empezó con Pino Solanas?

–Sí, yo estudié en el Grupo Cine Liberación y tuve como maestro a Pino y a Osvaldo Getino. Yo era un pibe y trabajé como meritorio en La hora de los hornos. Pero después la cosa se puso fea, me dio miedo y me retiré, y terminé metiéndome en Canal 9 para hacer comedia. Me alejé de lo político y eso me llevó a esto, que al principio parecía muy vidrioso y de lo que hoy estoy muy orgulloso, con 20 y pico de años de carrera, que me dejó muchos amigos.

¿Qué fue lo que lo llevó a dedicarse al porno?

–Me fui a Los Angeles de vacaciones, y un amigo que tenía allá me llevó a ver el rodaje de una porno en un estudio. Era una película que estaba a un paso de la comedia, con Ron Jeremy, y me dieron ganas de hacer algo así. Después decidí hacer mis películas más bizarras, meterme a parodiar películas. Un poco también me inspiró Jorge Guinzburg, que hacía Pijitus, una parodia de Hijitus, en televisión. Nuestros hijos jugaban al fútbol en equipos diferentes, así que nos veíamos, hablábamos y yo se lo conté. El me decía que estaba orgulloso de ser el inspirador de Las tortuga Pinja.

¿Qué película le hubiera gustado filmar?

–Exterminio, de Danny Boyle. Aunque la hice en versión porno, Exxxterminio, como parte de unas 80 películas que hice para Estados Unidos. De esas 80 rescato con orgullo unas 20, que vamos a sacar en DVD el año que viene. En la mía no hay zombis, es más rebuscada, y hasta más profunda si se quiere: hay un biólogo que experimenta con un recontra súper viagra y tiene gripe, y el virus muta con el viagra y provoca infartos masivos y sobreviven los pibes más chicos, que no usan viagra, y los inmunes. Ese es el prólogo: 15 años después, el virus ya pasó, se murieron los que se tenían que morir, y sobreviven los pibes, que ahora tienen 25, 30, dominados por militares que los usan para su beneficio. Hay algún zombi, y hay imágenes de una Buenos Aires vacía.

¿Y si no se hubiera dedicado al porno?

–Me encantaría haber dirigido All that Jazz. Bob Fosse es mi personaje de cabecera, un genio. Yo me siento un poco como él, sería el Bob Fosse del porno. Es más: la película Maytland, de Charras, iba a tener un final a lo All that Jazz, en el que termina la proyección y yo me voy al Tigre, a un río muy largo, a buscar una dama de blanco con capelina, que es mi amor imposible. También me hubiera gustado hacer películas de temas políticos; en mi época hubiera querido filmar la masacre de Trelew como ficción. O la historia de Crónica de una fuga: con Caetano hablamos, nos admiramos mutuamente, él a mí por el porno, y yo a él por su compromiso político.

¿Qué cosas no filmaría en una película porno porque le parece que sería demasiado?

–Nunca fui excesivo en la filmación de una violación. Hice un par, pero muy cuidadas, y siempre critico la actitud del violador. De menores y animales, ni hablar.

¿Qué le parecen las películas de la Coca Sarli?

–Me divertía mucho cuando era adolescente, las veía para reírme, esto lo hablé con Armando Bo. El encontró ese vehículo tan naïf, con el que los intelectuales nos reíamos y los pajeros se calentaban. Pero los pajeros hoy buscan otra cosa. Hoy no se puede inventar otra Isabel Sarli, si no, lo hubiera hecho Luciana Salazar, que es su estilo, más refinado, pero esa onda: tonta y vamos adelante con el sexo.

¿Alguna vez filmó por encargo a particulares teniendo relaciones sexuales?

–No, no que me hayan pagado. Filmé algún encuentro de swingers, pero no rentado. Me lo ofrecieron, pero no. Si fuera rentado, lo usaría en una película.

¿Por qué hoy tantos famosos se filman a sí mismos?

–Es muy erótico, hay una carga muy grande al filmarte, yo lo sé porque lo hice. El caso más famoso filmado es el de Pamela Anderson y terminó siendo un negocio. Acá hay casos notorios, y en muchos casos les trajo suerte. A Wanda Nara no le fue mal y creo que ese ejemplo les gustaría seguirlo a varias.

¿Cuál es su película porno favorita?

–Detrás de la puerta verde, porque creo que expresa varias fantasías masculinas muy comunes. Y ese cine de los ’70 en general, que después se convirtió en una máquina de hacer chorizos. Boogie Nights lo expresa muy bien; cuando se termina el fílmico, lo peor que puede pasarle al porno es ya no ir a los cines, pasa a hacerse todo igual. Cuando empecé, yo me dije: “Voy a joder con esto”, y lo recontra elevé al absurdo con Las tortugas Pinja, y me fue muy bien. Fue la más vendida de la Argentina, más que Garganta profunda, más de 10 mil copias, y después con una tirada de 50 mil con la revista Eroticón. Algo que nunca se repitió en el porno.

¿Cuál es su escena favorita de todas las que filmó?

–Me gusta la escena de Pablo y Vilma en Los Pinjapiedras: es algo que a todos les hubiera gustado ver en los dibujitos.

¿Qué fue lo mejor que le dijeron sobre sus películas?

–De Las tortugas Pinja todavía recibo comentarios. Me dicen cosas como: “Sos lo más grande que hay, con tu película me masturbé por primera vez”. Tuve mucha suerte con el público; y la prensa me mimó, me llenó de halagos, a veces inmerecidos porque se notaba que ni siquiera habían visto la película que comentaban. Pero tengo buena onda con la prensa, y me la hicieron fácil.

¿Qué es lo más raro que le pasó filmando?

–Cuando hacíamos un casting para Expedición Sex, un programa en el estilo de Expedición Robinson, hubo un problema con la policía, y uno de los integrantes me reveló que era cura. Se puso nervioso y me dijo: “Acá vamos presos”. Pero yo le dije que no se preocupara, están buscando drogas y acá no hay, no va a pasar nada. Luego, el cura blanqueó y se fue. Nadie lo supo entonces, pero ya pasaron 10, 11 años.

¿Qué es para usted una buena actriz porno?

–Alguien real, que le pueda creer lo que hace, que lo haga con pasión. No me importa que sea hermosa, tiene que tener una actitud comehombres, que calienta a los tipos apenas se le acercan. Los norteamericanos fueron los que empezaron a poner mascarones de proa, rubias tetonas, con uñas postizas, perfectas. A mi ésas no me interesan: a ésas les doy un personaje de vedettita o de estúpida.

¿Se calienta filmando?

–No, no, está comprobado que no se calienta nadie, al menos en la manera en que filmo yo. Ningún técnico, nadie. Vinieron periodistas a los rodajes y lo comprobaron.

¿Ve cine?

–Veo mucho. Me gusta mucho el terror, veo todo lo que puedo en cine. Obviamente veo basura y también cosas buenas: me gustan la comedias musicales, también alguna cosa del cine independiente, aunque no soy fanático del iraní. Me gusta el cine clásico, pero lo que más me fascina es el cine inglés de los ’70: películas como las que hacía Lindsay Anderson, como If, como Un hombre de suerte. Y me gustaba mucho Ken Russell, y sus películas sobre músicos, como Mahler, o también Tommy; hasta que empezó a fumar de la mala. En sus buenos tiempos sus películas eran un orgasmo visual.

¿Vio Ojos bien cerrados, de Kubrick?

–Sí, y me gusta, me gusta el tratamiento, la escena de orgía y todo, pero no me gusta Tom Cruise. Si la hubieran hecho con otro actor... No digo mucho, un Matt Damon te pido.

¿Por qué se retiró del porno?

–Está retirada la industria en la Argentina. No se puede hacer más nada. Estoy haciendo otras cosas. Probé todo y hasta en Estados Unidos ganar dinero con esto es una quimera. La piratería hace que no puedas vender un DVD, que si lo hacés bien, con impuestos y todo, te sale 6 pesos y no lo podés vender a menos de 10. Y hay una oferta enorme en Internet, y lo que se venden ahí son escenas sueltas, nadie quiere películas enteras. Hacer una película porno hoy es casi imposible.

¿Y a qué se va a dedicar ahora?

–Tengo un ofrecimiento de una productora de San Luis para hacer una comedia, no porno, sí con algo de erotismo, pero el normal, la picaresca de cualquier una comedia yanqui. Es una delirante. El título es El juego de los gansos y es una lucha entre la gente a la que le gusta el juego de mesa y aquellos a los que les gusta el juego virtual, en una convención gigantesca. Va a haber homenajes a Jumanji y otros juegos.

¿Cuál es la película que se quedó con ganas de hacer?

–Estaba por hacer una comedia musical estilo Bombita Rodríguez. Hasta había conseguido la autorización para usar un par de temas de la época del Club del Clan. Mi idea era filmar un picnic con mucha música en esa onda absurda y naïf de las películas de ese tiempo. Pero era muy caro, porque la quería hacer con gente que supiera cantar y bailar en serio. Estaba loco, pero hubiera sido algo inédito en el mundo.

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