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Domingo, 24 de marzo de 2013

> EL PRESENTISMO: NADIE CONOCE EL PASADO NI SABE CóMO BUSCARLO

El común olvido

 Por Noga Arikha

Si bien el acceso a la información nunca ha sido tan universal como lo es ahora, gracias a Internet, la suma total del conocimiento sobre cualquier cosa más allá de lo actual parece estar disminuyendo entre las personas que crecieron en la Era de Internet. Cualquier cosa más allá de 1945 es un paisaje remoto. Los siglos se funden entre sí en un magma sin significado. Nombres famosos son destellos y parpadeos en la pantalla. Las fechas son irrelevantes. Todo ha sido igualado.

El vacío y la ignorancia histórica de los estudiantes en todo el mundo tiene una explicación tecnólogica: aquellos que crecen en esta época son desafiados por los inventos de sus mayores. Facebook dispersa la atención de todos, pero captura la atención de esta nueva generación de una manera particularmente intensa. Wikipedia es un atajo que puede ser utilizado como punto de arranque de una investigación, pero los estudiantes la utilizan como si buscar en Wikipedia fuera investigar. Sin una formación en hojear libros, los estudiantes carecen de la habilidad de jerarquizar, de distinguir qué es importante y qué no.

Ciertamente, las preocupaciones surgen cuando la tecnología cambia la forma de transmisión cultural. A pesar de que podría haber una correlación entre la aceleración de las transformaciones tecnológicas y la velocidad a la que el pasado se aleja, no se puede dejar pasar que el miedo de olvidar, de hecho, era fuerte cuando el uso de la imprenta comenzó a popularizarse. Si el olvido ha aumentado, no es a causa de las nuevas tecnologías en sí, sino a pesar de ellas: es porque las modas curriculares están imitando la entropía de Internet en lugar de proporcionar la fuerza centrípeta necesaria para convertir a los jóvenes en usuarios informados. Así las cosas, vivimos en una época de exceso de información, no de conocimiento profundo.

Los papers científicos de hace unos diez años son ahora antiguos. Después de todo, un millón de nuevos papers se publica al año. Como resultado, un trabajo pionero de 1920 en, digamos, zoología, yace olvidado y sus resultados se recrean en los laboratorios como si no se hubiera hecho antes. Casi todo es archivado, pero nada puede ser hallado a menos que uno sepa qué está buscando. Muchos pueden estar reinventando la rueda, sin saber que el permafrost de la historia está lleno de tesoros.

Lo mismo se aplica a la historia del arte, de la filosofía, de la política y de la economía (algunos de nuestros males presentes sin duda surgen de la miopía histórica de los economistas). Para muchos, y no sólo para los estudiantes, todo lo que respecta al pasado es lo mismo: la historia no solo está siendo simplificada, está desapareciendo. Pese a esto, hay épocas pre modernas que fascinan al gran público y son tomadas por Hollywood. Por ejemplo, el antiguo Egipto, Grecia y Roma, la Edad Media, el Renacimiento, la Guerra Civil estadounidense, la Revolución Francesa. Pero cada uno de estos períodos es visto como una época aislada, sin vínculo con la anterior o la que le sigue, son episodios salteables en la novela o el drama que es la historia del mundo.

Nuestro mundo está enfocado en mantener el ritmo furioso del presente, sin tiempo para un pasado complejo. Y sin embargo, un gran número de personas alfabetizadas con un acceso sin precedentes a la educación avanzada y fuentes digitalizadas no tiene idea de lo que pasó en el mundo ayer: todo apunta a la posibilidad de llegar a un estado de amnesia colectiva. Corremos el riesgo de quedar atrapados dentro de una cultura donde todo el mundo hace caso omiso de las conexiones causales y diversas que hacen que el presente sea como es, como si la ignorancia favoreciera la creatividad y la innovación. Así, estamos condenados a una vida sin perspectiva, despojada de la sabiduría y la experiencia para construir el futuro, confinados por la arrogancia de nuestro presentismo a repetir la historia sin darnos cuenta.

Historiadora francesa. Autora de Passions and Tempers: A History of the Humours y

Napoleon and the Rebel: A Story of Brotherhood, Passion, and Power.

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