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Domingo, 30 de septiembre de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS › FIESTA. LOS CUATRO AÑOS DE LA ISLA DE LOS INVENTOS

Un "milagro" para celebrarlo

Milagro es el espectáculo que Gerardo Hochman y La Arena
pondrán esta tarde en el espacio de Corrientes y el Río.

 Por Fernanda González Cortiñas

La Isla de los Inventos cumple cuatro años. Y con el espíritu de fiesta y encuentro que la anima desde su creación, esta mágica ínsula anclada en tierra, se apresta a festejarlo con todo y con todos, como siempre. Para ello este año el espacio de Corrientes y el río ha resuelto invocar un milagro. Alejado de la acepción religiosa del término, ha sido Gerardo Hochman y La Arena -su joven troupe circense-, quienes han respondido al llamado, trayendo a Rosario un espectáculo, ante todo, "difícil de explicar".

"Lo llamamos así pensando no en los grandes milagros, ni en las apariciones, sino en esos pequeños milagros cotidianos, esas casualidades, esos encuentros que le cambian la cara al día", explica el director de la puesta que, a partir de las 18.30 de hoy, ocupará el centro de la escena isleña.

"Pero también es un milagro porque esta obra es el fruto del trabajo con una nueva camada de alumnos del Programa de Formación Profesional. Y para mí, en el momento de encarar el proceso creativo, esto de mantener un grupo unido a lo largo de dos años, y encima poder generar un acto colectivo me pareció que era eso, como un pequeño milagro".

-¿De qué habla Milagro?

-Como todos nuestros espectáculos, que son contados a través del cuerpo, muy circenses, se van generando universos poéticos que hablan de muchas cosas. Nunca son argumentos lineales o una dramaturgia tradicional a través de las destrezas de circo.

-¿Qué elementos rescata La Arena del circo tradicional y cuales ha descartado?

-Empiezo por las que el público no se va a encontrar en uno de nuestros espectáculos. Primero, la gente no tiene que entrar a una carpa; segundo, no hay un presentador que vaya hilvanando los diferentes números, obviamente no trabajamos con animales y es un trabajo absolutamente colectivo, sin estrellas. Del circo diría que rescatamos su esencia mágica. Es decir, la materia prima es la misma: trabajamos con malabares, con acrobacias, con humor. Los ingredientes son los mismos, lo que cambia es la receta.

-¿Y a esta materia prima que le suma para hacer un producto diferente?

-Varias cosas. La música, por ejemplo, que no tiene nada que ver con la música tradicional de circo. En este caso convocamos a Santiago Vázquez, un gran músico al que le pedimos que creara una atmósfera definidamente contemporánea, algo que aparece como una constante en todo el espectáculo: el vestuario, la iluminación y la escenografía. Todo el espectáculo sucede en una suerte de pista semicircular que se va transformando a lo largo de la obra en diferentes paisajes, urbanos o naturales. Además está el lenguaje, que está fusionado con la danza contemporánea. En este caso, el elenco recibió un entrenamiento muy fuerte en una técnica particular que es el flying-low, una técnica que usa el suelo -o en su defecto, el cuerpo del compañero- como soporte para el impulso.

-En este sentido, ¿qué busca cuando recluta un actor?

-Yo no trabajo reclutando gente sino que en general trabajo con gente con quien comparto algunas cosas en común. De todos modos son personas con una fuerte formación en destrezas circenses, que sepan técnicas de danza, con un buen entrenamiento expresivo, con un gran sentido rítmico y además que estén claramente comprometidos con el trabajo en grupo, porque todos nuestros trabajos tienen un claro sesgo colectivo.

-En general, por su lenguaje y temática, todos sus espectáculos están dirigidos a un público como muy amplio. Sin embargo la crítica ha coincidido en ubicar a Milagro como una obra más orientada a un público menudo, ¿por qué?

-Probablemente esto no tenga tanto que ver con la temática, que como ya expliqué es bastante amplia, sino con el elenco, que en este caso componen un grupo de gente muy joven, toda "sub-23". Creo que esto le imprime una energía particular al espectáculo, fácilmente asimilable a un público muy joven. Esto es también parte de ese milagro del que hablaba antes.

Y si bien toda esta magia será un poco el cierre de una tarde de cumpleaños, la fiesta empezará a partir de las 15, cuando antes del "milagro" -y como Dios manda-, se proceda con el tradicional ritual del corte de la torta, con velitas y deseos incluidos.

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Los milagros de las acrobacias y otras disciplinas.
Imagen: Gentileza Franco Trovato.
 
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