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Viernes, 9 de noviembre de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS › ODA PARA LA DANZA DEL ÁTOMO EN WILLIE DIXON

El último de Carmina Burana

La banda de Firmat vuelve a combinar rock duro, reggae, punk y hardcore en su tercer disco. Esta noche presenta el nuevo material en concierto compartido con Fidel Nadal.

 Por Edgardo Pérez Castillo

Bautizada casi como homenaje a los textos escritos y cantados por la orden de los goliardos en la Alemania del 1200, Carmina Burana lejos está de las métricas y formas musicales del medioevo. Porque en las creaciones del grupo nacido en Firmat --y adoptado por la escena del under rosarino a mediados de los 90-- siempre se combinaron el rock duro, el reggae, el punk y el hardcore, dando lugar a una sonoridad ya personal que en Oda para la danza del átomo, su tercer disco, se sigue enriqueciendo con aires latinoamericanos y matices electrónicos, en una propuesta novedosa para la banda que conforman Poila (trompetista ahora encargado de samplers y teclados), Mana (guitarras), Lucas Chabón (saxo tenor), Robber (bajo), Simian (acordeón), Neepla (saxo alto), Billie (batería) y Camono (voces). Esa formación será la que esta noche, a las 22, recorrerá el material en Willie Dixon, en un show compartido con uno de los nombres fundacionales del reggae argentino, Fidel Nadal.

Y así como las estructuras musicales distan lógicamente de las melodías originales que acompañaron a los poemas de los goliardos (y que ya en las primeras décadas del Siglo XX popularizaría Carl Orff), es en la búsqueda lírica donde se descubre una interesante conexión. Porque en Odas... hay oscuridad, criaturas de leyenda, mitologías del monte y las pampas, el infierno y su patrón. También el sexo y la enfermedad, cuando anuncian que "todos tenemos la peste", y entran allí el pobre, la puta, el doctor, el preso, el cura, el torturador... y vos. Y hay lugar para la noche, y para la religión que lejos de acercar a la iluminación, ensombrece. Y hay ebrios. Y difuntos. Así, el legado contestatario de aquellos autores anónimos del siglo XIII sigue presente en la banda oriunda de Firmat. Las órbitas del átomo buranesco, entonces, encuentran su punto de contacto... ocho siglos más tarde.

Sosteniendo la genética que volcaran en sus dos ediciones anteriores --El sendero de los pajaritos primaverales de 2000 y Hermoso, todo junto, difunto y podrido de 2002--, en esta producción independiente el grupo logró un sonido prolijo, sin perder la explosividad que lo caracteriza. "En este caso nos involucramos cien por ciento en la producción, porque es el primero de los tres que se hace caserito. En el primero trabajó gente muy grossa como Gonzalo Villagra del estudio Del Abasto al Pasto, y en el segundo nos ayudó Goy de Karamelo Santo --apuntó a Rosario/12 Hernán Manavella, guitarrista de la banda--. Pero este lo hicimos todo nosotros y la verdad no sé si está bien o mal, pero quedó exactamente como queríamos, y eso ya está bueno. Estamos conformes, contentos, y en este inclusive sufrimos con el tema del diseño, con aprender todas las cosas que pasan en las imprentas, el manejo del color, cosas bien técnicas. Fue todo un aprendizaje, primero en relación a la grabación, la mezcla, y después el tema del arte, que lo hicieron Camono y un amigo de Firmat que ahora está en España. Pero estuvo bueno y quedó bien".

Ya en el aspecto estrictamente musical, al de por sí variado espectro rockero de sus composiciones se suma ahora la presencia de los ritmos latinoamericanos, y la inesperada aparición de samplers. "Eso salió del vivo, no surgió en el disco --explicó el guitarrista--. A nosotros también nos gusta mucho cómo canta Poila, entonces también está ocupando un rol más de apoyar las voces y de trabajar más con las cuestiones eléctricas, y entonces hay otro chico que toca la trompeta. Eso lo estábamos haciendo en vivo y la idea era llevarlo al estudio. Porque en el segundo disco ya hubo cosas así, pero eran de experimentación en el estudio. Que no es algo original, pero somos una banda que quizás estaba un poco más alejada de lo electrónico. Hace mucho que hay gente que usa esas herramientas en vivo, pero para nosotros es medio novedoso, nunca lo habíamos usado tanto como en este proceso". Los Carmina Burana han vuelto a las bateas. Para los que anhelan las buenas épocas del rock visceral e imprevisible, es una gran noticia.

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"El disco quedó exactamente como queríamos".
 
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