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Miércoles, 5 de agosto de 2009

CULTURA / ESPECTáCULOS › FABRICIO SIMEONI VUELVE A SORPRENDER CON EPISODIOS DEL FUEGO

El fluir del discurso poético

El escritor, blogger y periodista alcanzó una relativa madurez literaria. En su último libro, se leen poemas casi abstractos, casi tan autosuficientes como una pintura concretista, de ésas que inventan un mundo puramente formal.

 Por Beatriz Vignoli

El poeta rosarino Fabricio Simeoni siempre sorprende. En la segunda mitad de la presente década, este joven escritor, blogger y periodista radial nacido en 1974 ha alcanzado una relativa madurez literaria. Su libro Sub (Ciudad Gótica, Rosario, 2005) es rico en imágenes urbanas, en "paisajes posmodernos", al decir de su colega Lisandro González. Después salió Cavidades del recreo, su extenso y denso libro escrito en colaboración con Fernando Marquínez y que obtuvo el primer premio (compartido, lógicamente) del Concurso Municipal de Poesía "Felipe Aldana" en 2007, año en que lo publicó la Editorial Municipal de Rosario (integraban el jurado Sergio Cueto, Héctor Piccoli y Sergio Raimondi).

La colaboración con Marquínez fue fructífera, en tanto éste aporta un caudal de preciosismo trash, que tiene tanto del modernismo tardío de Aldo Oliva como del rock alternativo de los noventa, al hermetismo que es la marca de fábrica de "el Fabri" (o "il fabbro", debiera decirse, dado lo prolífico de su producción). Y el resultado fue un vanguardismo delirante, surrealistoide, vagamente automático, un poco en la línea del Girondo de Espantapájaros o del Lorca de Poeta en Nueva York, sólo que con resonancias neobarrocas. Le siguió a Cavidades... la prosa poética descentrada, que rozaba muy al sesgo una vena testimonial, del experimento narrativo titulado La mujer de las cortadas (Ross, Rosario, 2008). ¿Qué vendría?

Dicen las malas lenguas (¿lenguas de fuego?) que su nuevo libro, Episodios del fuego, está inspirado en el pensamiento filosófico y presocrático de Heráclito. No se le nota mucho. Pero cabe señalar que la inspiración, el disparador de un poema tampoco tiene por qué leerse claramente en el texto creado. Publicado este año por la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe, ilustrado con fotos en blanco y negro de desnudos y semidesnudos de sugestivas mujeres cuya presencia en el libro no termina de explicarse (un gesto gráfico que ya había sido usado en Agua Virgen, editado en 2004), el nuevo libro de Simeoni continúa con aquel retorno al hermetismo de sus inicios que había sido La mujer de las cortadas. Al igual que en este último, Simeoni logra aquí hacer fluir una especie de corriente ininterrumpida de discurso poético que por momentos fascina y por momentos produce una impresión de gratuidad.

En su mayoría, los que integran este libro son poemas casi abstractos, casi tan autosuficientes como una pintura concretista, de ésas que inventan o inventaban un mundo puramente formal. Están sin embargo lejos del automatismo lúdico de Cavidades del recreo. Se dejan leer más bien como palimpsestos enigmáticos, pasajes de un puro discurrir cuya intención, de haberla, resulta casi inaccesible. Casi nada hay aquí de las nítidas escenas nocturnas de Sub. Pero cuando la mirada del poeta logra detenerse en algo, o mejor dicho, cuando el fluir del discurso poético se coagula y se condensa en una imagen, el resultado es original, contemplativo y extraño; más contemplativo y más extraño que en Sub. Por ejemplo, haciendo honor al título del libro y a lo heracliteo del tema, dice en "La llama": "Combuste / deshollina / le devuelve el soplo / al cristal del plato / incide / y crea".

Se lee entonces allí una actitud primigenia del ser humano: la de contemplar el fuego. Cuando el hombre empezó a mirar el fuego, lo hizo esperando de él algo más que una mera imagen, sino más bien buscando en él calor y vida. Es una cercanía táctil la que ofrecen las fogatas. De esto, no tanto del fuego como imago mundi, sino de la experiencia literal y concreta de acercársele, hablan estos poemas. Dicen de una imagen como en flor que parece estar a punto de entregar su fruto que es algo más que imagen. El sueño ígneo que alienta tras estos nuevos textos de Simeoni es el de poder "lanzarse a la garganta de aire / donde la carne nos redima / del glamour del vidrio".

A Fabricio Simeoni puede oírselo en www.sonidosderosario.com.ar (/salon de lectura simeoni.htm) y también puede leérselo, oírselo y vérselo en fabriciosimeoni.blogspot.com donde hay unos videos muy divertidos de improvisación rimada en clave casi de blues callejero. Su trayectoria está signada por un hacer con otros. Fue codirector de la revista de arte y literatura Los lanzallamas. Fue declarado Artista Distinguido de la ciudad de Rosario (2005) y Artista de la Provincia de Santa Fe (2006). Colabora con distintos medios gráficos y radiales y coordina un taller literario. Sus poemas están incluidos en los volúmenes colectivos Los que siguen: veintiún poetas rosarinos (2002), Dodecaedro (2004), Pulpa (2006), Otro pasto (2007) y 19 de fondo. Poéticas de la construcción (2008). Publicó, además de los mencionados, los libros de poesía Rey piojo (2001), Calambre de los descensos (2003), Jardines flotantes (2005) y una compilación de crónicas titulada Cronos (Los Lanzallamas, Rosario, 2000).

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Fabricio Simeoni es apodado "el Fabri". Por lo prolífico merecería que lo llamen "il fabbro".
 
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