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Domingo, 28 de agosto de 2011

CULTURA / ESPECTáCULOS › ESTE MIéRCOLES Y JUEVES A LAS 21, EN METROPOLITANO.

Se vienen dos días de Fura

La agrupación catalana La Fura Dels Baus llega a Rosario con su último espectáculo: La degustación de Titus Andronicus. El grupo le apuntó primero al estómago, para luego descubrir que la tragedia de Shakespeare cuadraba con sus intenciones.

 Por Edgardo Pérez Castillo

En su búsqueda por llevar al espectador hacia nuevas fronteras, La Fura Dels Baus ha descubierto en la gastronomía la posibilidad de lograr algo inédito: la de hacer colapsar a sus espectadores. "Un uno por ciento de los espectadores se desmaya en Titus. Lo ideal sería que se desmaye el 90 por ciento", es el nuevo desafío que se plantea Pep Gatell, uno de los directores históricos de la compañía catalana, que desde su formación en 1979 se transformó en espejo para aquellos grupos que buscaron experimentar en relación a espacio, lenguaje y cruce de disciplinas.

Porque desde su origen como agrupación de animación callejera, La Fura profundizó en su búsqueda por interaccionar con los espectadores, concepto que magnificarían en 1992: convocados para desarrollar la apertura de los Juegos Olímpicos de Barcelona, pudieron hacer visible su propuesta (transmisión mediante) ante millones de espectadores. Con el correr de los años incursionarían en la ópera y figuras clásicas como las del Fausto o el Quijote, consolidando su propio lenguaje y búsqueda de innovación. Conceptualmente, posaron su mirada en la política, el sexo, la violencia, el poder, la dominación. En esencia, todo ello se conjuga también en La degustación de Titus Andronicus, la obra que este miércoles y jueves (a las 21) se montará en Metropolitano, y que marca un nuevo camino para la compañía: la interacción con la gastronomía.

En rigor, La Fura le apuntó primero al estómago, para luego descubrir que la tragedia de Shakespeare cuadraba a la perfección con sus intenciones, según detalló Gatell: "Primero fue la idea de la gastronomía y teatro, y luego fue el texto. Cuando la Fura está haciendo un macroespectáculo para una empresa privada, de pronto llega el catering por un lado y La Fura por el otro. Pensamos entonces que algún día teníamos que juntar las dos cosas en una. A partir de allí un amigo nos dijo que Shakespeare tenía una tragedia que acaba en un ágape caníbal final. Ostras, dijimos, va el Titus. Nos abrió una puerta espléndida".

Esa puerta llevó a La Fura a trabajar con los textos más crudos del dramaturgo inglés, según coincidió Gatell: "Por decirlo de alguna manera es el más crudo. Shakespeare es muy joven cuando escribe Titus, su primera tragedia. Tiene unos 20, 21 años, y quiere que las cosas pasen muy rápido. Los protagonistas de la obra no tienen una trayectoria dramática, es acción-reacción. Eso también nos gustaba, nos venía bien para el lenguaje de La Fura. Es como una piedra sin limar, por éso algunos dicen que no es de Shakespeare. Pero creo que no, porque en ésta arma un patrón que después repite en todas las otras tragedias que escribe. En las otras tragedias el protagonista siempre pasa por lo mismo, es un tío que tiene un esquema de valores súper claro y a medida que va pasando la obra se va transformando, cada vez tiene menos valores, hasta que la misma tragedia lo lleva a convertirse en una bestia. Es un poco la reflexión que nosotros hacemos con el ser humano: para ser muy bueno tienes que saber ser muy malo, y para ser muy malo puedes ser también muy bueno. Es una idea de Shakespeare que me gustó mucho, por éso escogimos esta obra".

Claro que el trabajo del grupo no se vincula con la recreación textual de la obra. "Lo que nos interesaba era el relato del asunto, no tanto la poética retórica de Shakespeare, las elipsis, las alusiones a los dioses y todo eso -explicó el director-. Nos interesaba el relato tal cual. A partir de aquí el otro trabajo muy divertido e interesante ha sido con el gastrónomo, con Andoni Aduris del restaurante Mugaritz. Estos tíos tienen mucho paralelismo con La Fura, porque ellos intentan con sus platos crear un momento especial en los comensales, que se acuerden toda la vida. Con La Fura también intentamos hacer ésto".

Desde esa coincidencia, el equipo gastronómico y el artístico buscaron confrontar las sensaciones aromáticas con la contundencia visual de la compañía catalana. "A veces trabajamos los olores a favor del espectáculo, pero a veces cuando estamos viendo cosas terroríficas intentamos poner aromas muy buenos para crear una confusión interna en el espectador. Porque hay un aroma de azúcar que te recuerda a la niñez, la infancia, fiestas populares (como el algodón de azúcar) y por otro lado estás viendo cómo le traen a Titus su mano cortada, las cabezas de sus hijos, tiene a su hija violada y con las manos cortadas. Es el momento más terrorífico de la obra, a nivel que te está cerrando el estómago, pero por otro lado estamos dando una información al espectador que da todo lo contrario. Hemos trabajado mucho con Andoni para que las sensaciones no siempre vayan para el mismo lugar".

- En ese sentido, con este trabajo la provocación de La Fura (que tiene que ver con llevar al espectador a nuevas fronteras) se intensifica.

- Bueno, es una cosa mucho más sutil que en otros espectáculos donde rompíamos la pasividad del espectador, a la hora de romper su espacio escénico. Eso ya lo sabemos hacer. En cambio aquí hay menos de rotura del espacio, la rotura en el espectador es más interna. Es el único espectáculo en el que se nos han desmayado espectadores. Un uno por ciento de los espectadores se desmayan en Titus. Se da porque la confusión que sienten algunos espectadores es muy subliminal. Están como despistados por otra cosa y actuamos sobre el parasimpático. Ante esas situaciones que te mencionaba, el estómago reacciona de forma extraña. Eso ha hecho que algunos espectadores se colapsen.

- La sutileza, en ese sentido, es aun más contundente en relación a la reacción del espectador.

- Exacto. Cuando fuimos a comer la primera vez a Mugaritz, queríamos ver qué nos ofrecían y después le presentaríamos el proyecto. Y eran unas sensaciones súper bestias, pero siempre de la sutileza. Esto La Fura no lo sabía antes. Gracias a esta fusión con él hemos conseguido, a través de la sutileza, uno de los mayores logros, que la gente acabe desmayada. Siempre es a partir de una sutileza donde el público no está atento. En eso hemos descubierto cosas nuevas.

- Si bien éste es un trabajo reciente, donde queda aun mucho por recorrer, ¿empiezan a imaginar un nuevo camino que tenga que ver con esa sutileza, con el desarrollo de los sentidos?

- Creo que sí. Habíamos trabajado mucho desde la poética, pero no desde esta sutileza tan subliminal a la hora de que el espectador se dé cuenta. Ya estamos pensando en otras cosas, y que en vez del uno por ciento, que se desmaye el 90 por ciento. Eso sería lo ideal. Por ejemplo, cuando empezamos a trabajar con el video, lo hicimos con una pantalla colgada de un sitio, ahora el entorno visual de Titus son cuatro pantallas de veinte metros cada una que rodean al espacio escénico. Siempre ha habido desarrollo de una disciplina. Ahora hemos empezado con la gastronomía, vamos a ver dónde nos lleva.

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La Fura esta vez eligió llevar a Shakespeare hasta el límite.
 
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