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Lunes, 19 de diciembre de 2011

CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. MIA, DE JAVIER VAN DER COUTER, RECOMENDABLE FILM QUE TRANSCURRE EN VILLA ROSA

Un puente entre dos mundos distantes

Centrada en la historia de una travesti cartonera de Buenos Aires, la película traza una relación con personas que viven en otras zonas de la ciudad, y los enlaza desde la posibilidad de ir más allá de la marginación para poder verse.

 Por Emilio A. Bellon

En la llamada generación del nuevo cine argentino, que para algunos críticos se abre con aquel film de Adrián I. Caetano, Pizza, birra y faso, determinadas temáticas han comenzado a adquirir un lugar protagónico, particularmente aquellas que se pueden localizar en el territorio de los marginados y excluidos; pocas veces considerados en la historia de nuestro cine. O en tal caso, sólo tenidos en cuenta desde cierto pintoresquismo, rasgos de tarjeta postal, notas caricaturescas que mueven a un torpe humor y desde una repetida suma de lugares comunes. Sin embargo, hoy no son pocos los estudios que han localizado a lo largo de diferentes décadas una particular mirada sobre las diversidades sexuales, en una clave ajena a la standard; aunque, por razones de censura, de manera fugaz.

En relación con el estreno al cual hoy nos referimos es más que oportuno señalar que en agosto del 2008 la Editorial Lea ha publicado Otras historias de amor, texto compilado por el licenciado en Sociología, Adrián Melo que lleva como subtítulo Gays, lesbianas y travestis en el cine argentino; obra de fundamental consulta que revisa, recorre críticamente, temas y subtemas, tópicos, hasta el presente jamás abordados en ningún ensayo anterior; acompañados por una extensa bibliografía general y particular. Obviamente, Mia, el primer film del actor Javier Van De Couter, cuyo trailer se presentó en la Marcha del Orgullo Lgtblq a principios de noviembre en Capital, merecería un capítulo anexo en esta significativa obra de tesis.

Desde el inicio del film, en el cual se comienza a escenificar un festejo, el film de Van de Couter comienza a plantear una relación que se dibuja entre dos clases sociales muy diferenciadas. Mientras una domina el espacio desde la retórica de una representación, la otra figura sólo es un reflejo en una de las caras de esa realidad. Y es que, de forma inmediata, tras un instante de fascinación, hay que partir de allí, ya que ese no es el lugar de Ale, esta travesti cartonera que carga con su carro los restos de los placeres ajenos, de sobras y desechos, para luego llegar, allá, a ese espacio escondido y alejado de la vista de bien pensantes ciudadanos porteños que esgrimen sus conceptos de ortodoxa moral respaldados por los legionarios de aquel llamado Monseñor Quarracino. Sí, Ale vive junto a los suyos, los travestis, transexuales, gays, y tantos otros excluidos por su pobreza y su sexualidad detrás de la Ciudad Universitaria, en ese lugar llamado Villa Rosa, una aldea sometida a la prepotencia de gobiernos de turno, que desde 1998, tres años después del primer asentamiento, actuaron hasta lograr el desalojo definitivo.

En el Festival de La Habana del 2010, Mia mereció el premio al "mejor guión", categoría que nos lleva, por cierto, a plantear algunas reflexiones sobre la organización del mismo. Si tenemos en cuenta el nombre del film, que igualmente se puede considerar no únicamente como nombre propio femenino, sino a lo que va a definir el deseo y los sueños de Ale, ese mismo nombre de mujer nos lleva a una figura ausente, la autora de un diario íntimo que Ale, la travesti cartonera, recoge aquella noche, cuando ve que un hombre joven se deshace con violencia y con furia de una serie de objetos, de pertenencias, arrojándolas al container que se encuentra frente a su casa, ante la mirada atónita de su hija. Una mirada que, por otra parte, abrirá un primer puente de diálogo gestual, con Ale, desde un humor que se libera desde la pantomima.

A partir de este momento, el diario transitar de Ale nos llevará por diferentes carriles. En el film de Van de Couter, actor de Un año sin amor (de Anahí Berneri), habrá un logrado equilibrio entre el humor y la tensión, entre el mundo de la Aldea Gay y el espacio exterior. Desde un acercamiento familiar, por momentos documental, y a partir de ciertos registros y anotaciones, vamos conociendo a los distintos personajes con sus diferentes historias, con sus preocupaciones y sus dolencias. Y escuchamos con admiración de qué manera Antigua, la fundadora de la Villa, rol que cumple la misma Naty Menstrual, celebra con loas ese espacio bucólico, salvaje, natural, pregnante de fiereza sensual ante ciertos reclamos. En ese espacio en donde Ale en horas de la tarde proyecta su propio arte en las tareas de costura, de confección de coloridos vestidos, ya que en un rincón de su habitación su máquina de coser siempre la espera. Y simultáneamente la enfermedad, la irrupción de las llamadas fuerzas del orden.

Desde aquel primer momento, en el que un diario abrirá otro capítulo en la historia de Ale, leído a tramos por su amante, el inmigrante peluquero, la historia de Mia traza un puente hacia el mundo de la pequeña Julia, aquella niña que día a día ve a su padre derrumbarse por el dolor de una gran pérdida. Ale cruzará furtivamente, con temor, de la mano de la niña un umbral que antes le había negado su entrada y poco a poco desde las palabras, la actitud de comprensión, la gran ternura, la sincera entrega Alex podrá lograr ir más allá de un renglón de extremo fatalismo. El mundo de Julia y de Ale será recorrido por un nuevo visitante, entrañable por cierto, el que permite soñar a los demás desde su condición de diferente, el que permanece recluido por ser rechazado, el que injustamente es blanco de la discriminación y del odio ajenos: El Joven Manos Tijeras.

En tanto crónica, el film cierra de manera casi trágica; casi, porque la historia de los habitantes de Villa Rosa continuó como acto de resistencia. Tal vez por ello, en este film más que recomendable, la presencia en tres oportunidades de la composición musical de Hamlet Lima Quintana, Zamba para no morir permite que el espectador continúe reflexionando sobre los hechos y personajes; más aún, si tenemos en cuenta la última imagen, esperanzadora, que el realizador le ofrece a su protagonista.

Mia. 9 (nueve) puntos.

(Argentina, 2011).

Guión y dirección: Javier Van De Couter

Fotografía: Miguel Abal

Montaje: Ivan Wyszogrod

Intérpretes: Camila Sosa Villalba, Maite Lanata, Rodrigo de la Serna, Naty Menstrual, Rodolfo Panette.

Duración: 106 minutos

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El film cierra de manera casi trágica, pero su última imagen resulta esperanzadora.
 
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