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Miércoles, 12 de septiembre de 2012

CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA ARIANA DANIELE PRESENTA EL DOMINGO SU LIBRO BILINGüE AOûT/AGOSTO

Una heredera de los malditos

La poeta nacida en Rufino, en 1990, vivió durante siete meses en Francia, donde editó su título, con sus propias versiones al francés. La autora incrementó su fama de boca en boca y el sello Tropofonía publicó una selección de esos poemas.

 Por Beatriz Vignoli

Ariana Daniele nació en Rufino en 1990, y está radicada en Rosario. Hace poco vivió durante siete meses en Francia, donde publicó por su cuenta un libro con 90 poemas en edición bilingüe: junto a los originales en español figuraban sus versiones al francés por la propia autora. El libro se titula Août/Agosto. Su autora, además de repartirlo, lo vendió en los viajes, lo donó a las bibliotecas de varios pueblitos. Su fama de poeta corrió de boca en boca a medida que ella transitaba (literal y metafóricamente) por los caminos, un poco al modo de aquel trovador nómade y fundante, François Villon. Pero su poesía, que con brevedad fulgurante busca llegar al hueso de la experiencia misma del existir en su más radical despojamiento (existencial y poético), recuerda más bien a la de aquella otra viajera, Alejandra Pizarnik, aunque es más resignadamente luminosa que la de su precursora y no se asoma siempre a tan tremendos abismos.

"Una poesía que dialoga con Arbol de Diana, de Pizarnik, y con los poemas breves de Liliana Díaz Mindurri"; así la describe su primer editor argentino, Gervasio Monchietti, editor del sello rosarino Tropofonía, que acaba de publicar una selección de 35 de esos poemas. "Un libro cuyos poemas surgen a veces desde un yo visceral, pero otras veces desde el misterio", lo define Monchietti, que trabajó con al autora en el proceso de selección de los textos. El libro cuenta con un sugerente arte de tapa por Alejandro Rossetti. Para esta edición las traducciones de la autora fueron revisadas por varios colaboradores, hablantes nativos del francés. Continúa así la editorial artesanal Tropofonía con una serie de ediciones bilingües (de mayor ambición como objeto libro) que se suma a Lágrimas en el Lago de Púrpura (2010), del poeta brasileño Wilmar Silva, editado en español y en portugués con traducción de Sebastián Moreno.

Para la gacetilla de la presentación del libro el domingo 9/9, Monchietti inventó una especie de chiste, jugando con la recurrencia del número (tanto en el año natal como en el número inicial de poemas) y presentando a Daniele como "una poeta de los 90". Es una amable ironía, ya que nada tan distante de la poesía objetivista tardía como el lirismo descarnado y austero de Daniele. Si aquellos poetas objetivistas (al decir de Juan José Saer) tomaban partido por las cosas, Daniele se para en un yo que se disimula tras un nosotros carente casi de patetismo. "Despójense que nada es nuestro/ ni las horas, ni los funerales/ escudos de la realidad// sólo cuando despertamos/ el sueño nos ha pertenecido// ni el nombre/ los sentidos son infieles// prestamos el cuerpo y el alma/ a una inconmensurable cantidad de formas// sólo el dolor nos pertenece".

La belleza de las versiones al francés tiene en gran parte que ver con que así ingresan los poemas de una joven santafesina a las tradiciones modernistas y vanguardistas de donde abrevaron sus maestros, léase: el simbolismo de Rimbaud y Lautrèamont, y más acá, los surrealistas de ese linaje oscuro, como cuando Daniele dice: "Hay un oscuro suelo/ que sobrepasa nuestros sueños/ una soga vuela sobre nuestras cabezas/ alguien flota en un pensamiento congelado". Un ejercicio que podría haber hecho la autora (ya que además, efectivamente, las traducciones embellecen sus textos) sería reescribirse como si se volviera a traducir desde el francés. ¿Estaba ya esa lengua presente en los originales en castellano, y las versiones la hacen relucir en su esplendor? ¿Qué es leer y formar la propia voz en una tradición europea en lengua extranjera? Estos poemas, como los de Pizarnik, parecen cortocircuitar la apropiación hispanoamericana de los modelos franceses finiseculares efectuada en el modernismo (léase: Darío) para abrevar directamente desde la vanguardia francófona. Su búsqueda es eminentemente la búsqueda de una voz capaz de resonar en un espacio interno, no la de un paisaje. Del transitar errante por el territorio extranjero, estos textos guardan la huella sobre la subjetividad, a expensas de todo dato exterior.

Se transita en estos textos lo ajeno y lo propio. Vale avisar: no hay, aquí, nada de turismo. Sí, intemperie, desierto, la aventura de la palabra y del encontrarse a sí misma como poeta al abrigo de una tradición literaria, justamente la más desangelada de todas, la del malditismo: "...nos entierran en delgadas tumbas/ donde no cabe el mal en la sombra negra". Pero también: "No hay nada que perder/ si estamos intactos tan solo un día/ estamos salvados" (Nota: es mucho más dulce el "seulement" francés, traducible como "solamente"). Como Rimbaud, como los grandes poetas malditos, Daniele viene de una educación escolar católica que parece haberle habilitado generosamente tales visiones infernales, tales agonías del alma. Pero su época es solar, fulgurante, veloz. El mes previo al equinoccio es agostamiento o brote primaveral, según desde dónde se lo habite. Por eso, también: "calderas desfondadas/ por donde se pierde la muerte (?) tarde pesada y larga/ échate al fuego/ que aquí hay sombra de felicidad".

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Con amable ironía, el editor presenta a Daniele como "una poeta de los 90". Nada más distante de su lirismo descarnado y austero.
Imagen: Alberto Gentilcore.
 
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