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Sábado, 27 de octubre de 2012

CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. ES IMPOSIBLE PERO PODRíA MENTIRTE

El juego de la escritora gonzo

En su nouvelle, Beatriz Vignoli le da forma a un trabajo que explora nuevas sendas literarias. Mediante el humor, la ironía y un lenguaje de brillo poético, la autora es protagonista de una historia con múltiples capas metaficcionales.

 Por Edgardo Pérez Castillo

Aunque en su rol de jurista llegó a desempeñarse como presidente de Sala en la Corte de Apelaciones de Dresde, Daniel Paul Schreber se eternizaría como el autor de Memorias de un enfermo de nervios, la obra con la que intentó demostrar, infructuosamente, que no estaba loco. Como una de las muchas capas que atraviesan a Es imposible pero podría mentirte, Schreber resulta en cierto modo homenajeado en esta nouvelle de Beatriz Vignoli que la editorial Homo Sapiens publicó dentro de su colección "Ciudad y orilla". Una obra en la que brillan el humor, la ironía y un lenguaje poético con los que la autora logra darle luz a lo que, de otro modo, podría haberse convertido en un oscuro retrato de la obsesión.

Con algunos capítulos anticipatorios publicados durante 2011 en las contratapas de Rosario/12, Es imposible pero podría mentirte comenzó a construirse como nouvelle a partir de la convocatoria de Marcelo Scalona, director de la citada colección de Homo Sapiens. Desde ese momento, Vignoli comenzó a descubrir los posibles vínculos de aquellos escritos autónomos, y se lanzó a un trabajo que podría abrir nuevas sendas de exploración: la literatura bonzo.

"Me puse como regla de juego trabajar periodísticamente el dato. Sólo que sin exhibir completamente la información, ocultando la referencia. Todo lo que está en el libro fue trabajado con una técnica de crónica muy particular, la crónica gonzo, en primera persona. Esas crónicas donde uno interviene y acciona y es parte de los actores de la escena", reconoce Vignoli, protagonista en una historia de desamor y extrema perseverancia.

Aunque distingue: "Tenía esa especie de regla de juego donde todo lo que hiciera tenía que ser verdadero, donde por una cuestión ética decidí proteger la identidad de los protagonistas. Pero por otro lado no es completamente autobiográfico, porque lo que está ahí es más o menos mi voz, lo que me pasó, pero está dramatizado. A esa voz mía es como si le hubiera puesto efectos. Dice cosas muy extremas y muchas cosas que dice no son verdades, hay amenazas tremendas, expresiones muy border, pero que son parte del dramatismo".

Inspirada también por la obra Los días felices de Beckett (allí donde Winnie busca sostenidamente dialogar ante el mutismo de su marido, Willie), el personaje central de Es imposible... "pelotea contra un frontón de silencio del otro protagonista". Una situación que se refleja además en el cuadro que ilustra la portada del libro, en otro de los tantos guiños propuestos por la autora, que explica: "Hay varias instancias metaficcionales, y el mismo libro se convierte en un objeto autorreferente".

A partir de la decisión de abrir el juego a diversos cómplices, Vignoli fue dándole forma así a una obra que se presta al descubrimiento y que, fundamentalmente, encuentra en el humor la llave para romper con la tragedia. "Traté que mi obra tuviera ese humor que no descansa, ni siquiera en los peores momentos --admite Vignoli--. El verdadero humor es el que transforma al sujeto, independientemente de lo grave que sea aquello que el sujeto está atravesando. El humor es lo que te viene a salvar. Freud decía que el humor es un triunfo del yo por sobre cualquier circunstancia. El humor me sostuvo en la escritura de este libro, si bien la experiencia fue muy trágica. Por otro lado en el libro no aparece lo trágico, sí lo dramático, exagerado, pero es un libro muy esperanzador, alegre por momentos. Donde además hay una alegría que surge de la misma posibilidad de escribir y jugar con la palabra".

A diferencia de Schreber, Vignoli no buscó hacer de Es imposible... un trabajo reparador o justificatorio. Y si bien no sería prudente develar aquí los entretelones del caso, un concepto de la autora puede acompañar en el camino: "El arte se trata lograr instancias artificiales donde uno pone todo su deseo y su pasión".

"Tengo una novela inédita donde una de las personajes es una psicóloga, y le hago decir que el arte es como una de esas cajas de cemento donde se hacen estallar las bombas atómicas para que no dañen el medio ambiente. En la decisión de publicar este libro hay una fuerte voluntad ética: esto sólo puede salir bien. Para que algo en la realidad se modifique, o bien para que eso que no se modificó en la realidad sí pueda ser modificado adentro de esa caja de cemento, la obra de arte autónoma. Y si bien establezco vasos comunicantes entre realidad y ficción, siento que esto lo puedo hacer porque preservo la autonomía de la obra de arte", concluye Vignoli, la escritora gonzo que el próximo miércoles, a las 19.30, presentará su nuevo trabajo en Homo Sapiens (Sarmiento 825), acompañada por Scalona y por Nicolás Manzi, editor, crítico y, también, prologuista protagónico en esta historia.

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Beatriz Vignoli, retratada por el fotógrafo y escritor Martín Kaissa.
 
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