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Viernes, 28 de diciembre de 2012

CULTURA / ESPECTáCULOS › TEXTOS DE VíCTOR CAGNIN

Novela nómade

 Por Beatriz Vignoli

Hoy a las 20 en Lennon bar (Urquiza esquina Paraguay), se presenta la primera novela de Víctor Cagnin (en la foto), El poeta perdido entre martes y jueves. El libro fue publicado este año por el sello Ciudad Gótica cuyo editor, Sergio Gioacchini, hablará (junto a Sebastián Riestra y Nora Grigolet) de esta obra que desde 2011 se puede leer en el sitio web del mismo título (http://www.elpoetaperdido.com.ar/).

Periodista de extensa trayectoria, rosarino por adopción, Cagnin creó hace un par de veranos su personaje narrador del "poeta perdido" para lo que iba a ser un folletín del diario La Capital, donde a lo largo de 45 episodios revisitaría lugares y memoria de Rosario en tres capítulos o movimientos: de sur a norte, de este a oeste y de norte a sur. El medio cambió de planes y rechazó el proyecto, que Cagnin concretó de todos modos, dándole su primera difusión de una manera singular: a través de un sitio web especialmente creado y diseñado por Sebastián Clavere para dar cuenta en formato interactivo de las peculiaridades de esta primera obra literaria. Escrita en una prosa que tiene un pie en la poesía y otro en la palabra urgente del redactor, El poeta perdido de lunes a jueves es ante todo una crónica nómade, un hilván de viñetas que homenajean una memoria viva; también es una causerie donde el autor conversa con el lector en un tono afable y con la mirada puesta en el rescate de ideales y utopías.

"Durante tres días la ciudad se convierte en motivo de un deambular por el trazado caprichoso de sus recorridos que el poeta va extrayendo de esas pequeñas geografías barriales, habitadas por personas que pueden brotar de los nombres de las calles, del recuerdo o del encuentro azaroso", escribe Nora Grigolet en el prólogo del libro.

En el sitio web, al lector que desee seguir al poeta en su deriva se lo provee de una foto satelital a modo de mapa, donde el punto de partida es el Parque de España. La errancia continúa junto al río y sube hacia el sur hasta el Palacio de los Leones, el ETUR, la Facultad de Derecho y el Museo de la Memoria (estos dos capítulos, el 6 y el 7, son especialmente ricos en espesor histórico vivido).

Este primer vagabundeo es a pie; el poeta camina hasta el extremo norte en busca del estadio de Central y nuevamente se encuentra con la costa, batiendo récord secreto ("Los mejores caminadores son aquellos que superan los dos millones de pasos mensuales. Pero con un millón doscientos ya se puede pedir el ingreso para observar junto a los demás el rito crepuscular"). Allí, un ángel invisible que podría ser el espectro amable del Pocho Lepratti lo provee de una bicicleta.

Esto es al final del día martes. El miércoles, ya sobre dos ruedas, el errabundo poeta se dirige al oeste. Desde la plaza Sarmiento atraviesa el parque Independencia, el barrio Echesortu, la Terminal de Omnibus, el cine Village y el barrio Toba. En cada lugar se detiene y ahonda, así en el presente como en la memoria, propia o de los otros, en especial los más desposeídos, o los que se ocupan de ellos. Vuelve por la cárcel de Zeballos y el psiquiátrico Agudo Avila hasta la plaza de la Cooperación, y el jueves va al sur. Primero, Cagnin revive su forja como periodista en el diario Rosario. Luego recorre la Biblioteca Vigil, la cancha de Central Córdoba, el barrio Acindar, el asentamiento gitano y el barrio La Guardia, entre otros sitios clave.

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