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Domingo, 28 de abril de 2013

CULTURA / ESPECTáCULOS › TEATRO. EL EXTERMINADOR DE CABALLOS, ESCRITA Y DIRIGIDA POR SEBASTIáN VILLAR ROJAS

La suma de los males contemporáneos

La obra del joven dramaturgo y director rompe con el esquema de los 50 minutos y busca otros formatos. Está centrada en una pareja muy especial, con amores no correspondidos. Ella es una moza desempleada y él colecciona objetos de los 90.

 Por Julio Cejas

"En esta obra cohabitan todos las problemáticas contemporáneas que atraviesan a nuestras sociedades occidentales del tercer mundo, desde la droga y los accidentes de tránsito hasta la pérdida de la capacidad de amar", dice Sebastián Villar Rojas sobre su última creación, El exterminador de caballos, estrenada recientemente en el Cultural de Abajo (Entre Ríos 599).

El joven dramaturgo y director rosarino irrumpió en la escena local de la mano de Moderna, ópera prima estrenada en 2011 que sostuvo durante más de dos años. Este año arrancó con 230001 y El exterminador de caballos y se prepara para estrenar en breve Sos mi sol.

Gran lector e investigador, Villar Rojas es uno de los pocos creadores a los que le apasiona indagar sobre su propia búsqueda y cada entrevista se transforma en un intenso debate que sobrevuela su proyecto para anclar en las formas del hacer teatro en Rosario.

"El Exterminador de caballos es, quizás, la obra más "ambiciosa" que he intentado escribir hasta el momento. Es la continuidad de Moderna. escribí obras que van tocando diferentes aspectos de mi dramaturgia ,con diferentes objetivos, pero que van satelizando un proyecto mayor", expresa Villar Rojas.

El creador del grupo Pause destaca la complejidad y la densidad de sus personajes y a la cantidad de líneas que se entretejen en la trama de este último trabajo, al que cataloga como una obra diacrónica, ya que desarrolla un argumento a lo largo de una serie de días, lo que permitiría contar la historia con mayor profundidad.

Marina y Rafael constituyen una pareja bastante especial: ella acaba de perder su empleo de moza y él vive obsesionado vendiendo objetos de los 90'. Ella no lo ama pero él la quiere perdidamente. Marga es la mejor amiga de Marina y ella sí lo ama a Rafael, aunque éste la odia. Marga es la que conoce el por qué de tantos misterios. Rafael sólo sabe de accidentes aéreos, de DVDs truchos y de cómo esconderse de los Hermanos Arequipeños.

-En un mundo que confía en las "soluciones mágicas"; la pastilla del amor eterno es otro de los recursos desoladores a los que apelan los protagonistas de El Exterminador de caballos.

-La pastilla del amor eterno, una solución anticuada en formato híper-contemporáneo como son las grageas, se presenta como la salvación definitiva frente al vacío y al sinsentido de la post-modernidad. La pastilla transforma a la pareja, en palabras de uno de los personajes, en "un Dios mortal al que adorar por el resto de tus días".

Una vez más, Villar Rojas confió en la capacidad de sus actores para sostener y potenciar su complejo material dramatúrgico. Marina Lorenzo, Juan Pablo Biselli, Lumila Palavecino y Luciano Matricardi generaron, según palabras del creador, una resistencia a la asimilación acrítica del texto, exigiendo al director que éste adecue la dramaturgia al servicio del cuerpo actoral, de las acciones y los objetos escénicos.

El staff lo completan Rafael Equivocado, en diseño de escenografía, Alex Perepelycia en sonido, Carito Díaz Kelly en diseño de luces, Cuarto Cuatro en vestuario, Gina Chesta en producción y Laura Piedrahita en la asistencia de dirección.

"En Rosario pasa eso: si comenzara a surgir más dramaturgia local podría crearse una ficción muy singular y propia, verdaderos choques entre dramaturgias densas y registros corporales densos, entre texto y actuación; algo que en Buenos Aires no se da, allá los actores asimilan acríticamente los textos", sostiene este inquieto realizador que estudió con directores de la talla de Alejandro Tantanián, Ciro Zorzoli, Cristian Drut y Mariana Oberzstern.

Según su autor, El exterminador de caballos juega con los géneros, desde la comedia de situaciones hasta el policial, pasando por el drama de telenovela hasta la más clásica tragedia shakesperiana, con todos los nefastos errores, casualidades y destiempos que nos convierten en "juguetes del destino"; o también, del azar.

-El público del estreno aprobó con su aplauso tu delimitación en "capítulos" de una obra pensada al mejor estilo de las series televisivas...

-Los espectadores de algunas series de televisión logran sumergirse en el universo que plantean los guionistas y el director. Llegan a ver hasta 5 horas seguidas, miran varios capítulos. Yo con esta obra violento esa idea de que el teatro tiene que durar 50 minutos, ese tema de la extensión en el teatro, ya lo venía desarrollando desde Moderna.

A la hora de citar algunos de los disparadores que lo llevaron a escribir El exterminador de caballos, Villar Rojas rescata la obra Shopping and Fucking, del escritor, dramaturgo y periodista inglés Mark Ravenhill. "Una de las fuentes en las que abrevé fue ese texto de Ravenhill en el que una pareja trataba de subsistir en una Londres atravesada por la explosión del consumo; la droga y la frivolidad de los 90, hasta que terminan vendiendo drogas y prostituyéndose. Todo esto trasladado acá, desde el particular punto de vista de una ciudad intermedia, creciendo aceleradamente al ritmo del boom sojero y de la burbuja inmobiliaria", comenta el creador de la obra, que continuará en cartel todos los sábados de mayo y junio, a las 20.30, en el Cultural de Abajo.

"Una obra no le pertenece a nadie, ni siquiera al que la escribe -dice Villar Rojas- sino sólo a su propia obsesión de lograr la mayor intensidad humana posible y desaparecer en la oscuridad de la galaxia, sobrevivir apenas un instante más en el recuerdo de alguien, dejar un rastro perecedero e incierto en él; pero por el que vale la pena jugarlo todo... como en el amor".

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Villar Rojas confió en sus actores para sostener y potenciar su complejo material dramatúrgico.
 
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