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Domingo, 21 de septiembre de 2014

CULTURA / ESPECTáCULOS › "ACTO RELáMPAGO", UNA POSTAL DE LOS '70 HECHA POR UN PROTAGONISTA.

La escena como construcción colectiva

Todo partió de la experiencia de los biodramas con Vivi Tellas. A partir de allí la directora Tania Scaglione, convocó a su padre Mingo -un no actor- para que haga de él mismo en esta obra que habla del Rosariazo. El público completa la escena participando.

 Por Julio Cejas

¿Qué es eso que queremos decir cuando hablamos de "realidad", cuando le pedimos al teatro que se acerque o intente un espejo de lo que consideramos real, en sociedades que hace tiempo manejan de manera implacable el concepto de simulacro?. Entonces aparece eso que la realizadora e investigadora teatral Vivi Tellas denominó biodrama, o esos formatos que el cine denomina "autobiopics": Poner la realidad en tensión a partir de protagonistas que no son actores, ni actrices pero que ponen sus cuerpos y sus historias a disposición de quien los quiera ver y oír. La vida y el teatro son tan fugaces como un "acto relámpago", de allí la dificultad para apresar en tiempo dramático. Lo que se esfuma ante la mirada frágil y siempre obturada por la rapidez con la que trasciende la escena.

Entonces, en un espacio tan rotundo como es el Museo de La Memoria, un protagonista de aquel episodio fundante que fue el Rosariazo, un obrero metalúrgico de 68 años -Mingo Scaglione- se abre paso entre un grupo de entusiastas y curiosos, que se parecen en algo a esa categoría que llamamos espectadores.

Pero pronto la categoría se desvanece y este grupo se transforma en un conjunto de ávidos conspiradores que están dispuestos a ponerle el oído y toda la atención a lo que va a contar este militante setentista que abrirá su diario íntimo ,escrito con la sangre de nombres que irá evocando, nombres que convertirán lo íntimo en épico.

Mingo es padre de la escritora, directora e investigadora teatral Tania Scaglione, una inquieta escudriñadora de las artes escénicas cuya última experimentación, "Acto relámpago", dejó el Museo de la Memoria para trasladarse al Teatro de La Manzana (San Juan 1950).

Allí todos los sábados a las 22, el público se encontrará con un vecino de una ciudad que sigue guardando historias secretas. Ahora contadas por sus protagonistas y no por los intermediarios de siempre.

Para los que alguna vez han militado en los años duros de la dictadura militar, el título de este trabajo tiene que ver con una acción puntual que remite a una de las estrategias políticas de la resistencia.

Ante la imposibilidad de agruparse o ejercer el derecho de manifestar en la vía pública debido a las regimentaciones del Estado de sitio, algunas agrupaciones políticas recurrieron a una metodología que se fue extendiendo y dio sus frutos: Parados en distintas esquinas, a horas pico, donde se concentraba el tránsito de vehículos y de peatones, algunos militantes comenzaban a corear consignas contra el régimen o se improvisaban algunos breves discursos, para dispersarse en el acto, como un verdadero relámpago.

Mingo Scaglione hurga entre algunos objetos y extrae un arma acercándose a los espectadores, mientras comenta "esta es una réplica del arma con que mataron a Bello, una 45...una bala de éstas le entró por la frente y salió por la nuca", exclama al tiempo que muestra el tamaño del proyectil que acabó con la vida de la primera víctima del Rosariazo.

El relato comienza evocando viejos lugares de esta ciudad que ya no están. Aquella tristemente célebre Galería Melipal donde un policía disparó a la cabeza del estudiante y entró en la crónica sangrienta que acabaría por poner en retirada al gobierno de Onganía. En algunos momentos desde el fondo de la sala la directora se desliza al espacio creado por su padre y alcanza un pañuelo o hace alguna indicación, moderando el ritmo, aliviando tensiones, rastros de teatralidad que dosifican la escena.

"Acto relámpago" nace en un taller dictado en Rosario por la investigadora y directora porteña Vivi Tellas y cuenta con el aporte de Irupé Vitali, integrante del Grupo El Quiebre que se encargó de la dirección del intérprete y Hannes Bluhm en la asistencia de dirección.

"Nosotros no sabíamos, pero habíamos hecho el rosariazo", dice el Mingo Scaglione. Un acto de barricada pero sin estridencias, sin estereotipos, una performance donde muchos espectadores dialogan y completan con sus aportes. Un auténtico acto de construcción colectiva.

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Mingo Scaglione en escena. Hace de él mismo, un obrero metalúrgico que estuvo en el Rosariazo.
 
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