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Domingo, 23 de octubre de 2016

CULTURA / ESPECTáCULOS › CRECE EL CATáLOGO DE LA SERIE DE HISTORIETAS QUE LA EDITORIAL MUNICIPAL OFRECE

Historietas alteradas y personales

Ya hay nuevos valores, todos talentosos y de estéticas variadas. La historieta sigue joven y esto es corroborado ampliamente por la inquietud de sus protagonistas.

 Por Leandro Arteaga

Un diario de viaje y otro personal, un estado febril y la violencia urbana. Cuatro maneras de pensar la historieta, que vale tener juntas y a la espera de más. Se trata de los ganadores de la convocatoria que realizara la Editorial Municipal de Rosario, a partir de la tarea del jurado compuesto por Michele Siquot, Juan Sáenz Valiente y Gustavo Rojas (Mosquil).

Los libritos que emulan fanzines, con diseño integral fueron presentados en agosto en Crack Bang Boom, y permiten continuidad al libro insigne que es Informe: historieta argentina del siglo XXI (EMR, 2015), compilado por José Sainz. Los autores publicados, así como en Informe, son eclécticos, de miradas jóvenes, desprejuiciados, y atentos a una mirada estética compleja.

Con Fiebre, Pablo Boffelli (Santa Fe, 1982) ensaya una variante límite, compuesta de rojo y azul digitales. No supo si el resultado iba a ser legible, a la manera de esos estados alienados en donde las altas temperaturas confunden lógicas y colores. "Dicen que la fiebre es la manera que tiene el cuerpo para combatir la enfermedad",comentael autor de Punch. "No soy un dibujante experimentado en la historieta larga, y necesitaba un elemento que me permitiese desarrollar varias páginas sin perder la esencia de mi trabajo. La fiebre fue el motor indicado", agrega.Una catarsis, tal vez, sobre sí mismo. O en sus palabras: "Recuerdo mis pesadillas de fiebre como una situación recurrente donde una imagen o situación se repetía en un bucle infinito, para terminar con un espasmo de frío y transpiración que te despierta para volver una y otra vez a ese delirio intermitente, constante".

Fiebre es una experiencia fuera de lo común, no se lee, se relee. "Debo reconocer que hasta que no lo vi impreso no sabía cómo iba a quedar, todavía no sé si esta bueno o no, pero eso no es lo importante. Si hay algo importante son las lecturas de cada uno de los que se metan en las páginas. Es loco cómo de día y de noche las páginas se ven diferentes, la luz es otro protagonista de la historia y no lo sabía".

Con Jazmín Varela (Rosario, 1988), el tratamiento del color es más amable, pero con cambios tonales de elipsis bruscas, a través de años que se suceden como estampitas en la historia de su protagonista, o de ella misma: "Crisis Capilar arrancó como la idea caprichosa de retratar el paso del tiempo a través de los cambios que me fui haciendo en el pelo. Pero se fue cargando de contenido. Me gusta cuando las cosas van tomando curso solas, sin pensarlas en exceso", explica. "Me siento cómoda con la autobiografía, me entusiasma tener un espacio donde contar cosas personales, un tanto vergonzosas y reírme de eso. Lo que más me motiva, para todo, es divertirme y disfrutar de los procesos. Y con la historieta me viene pasando eso". Varela ha editado numerosos fanzines, y forma parte del equipo de producción del Festival Furioso del Dibujo, a desarrollarse en noviembre en Plataforma Lavardén.

Toca ahora al blanco y negro, de cuadritos apretados y refunfuñones, con personajes de caritas explosivas. ¿Qué es lo que motiva a Julián Gabriel (Rosario, 1990) para Ciudadad maliciosa (como se lee, con un molesto "adad" final)? "Ver lo que sucede en las calles, arriba de los colectivos, o lo peor de todo, leer los comentarios de las personas en Internet. El odio y la violencia con la que cargan es alarmante. En el caso de mi historieta, también hace referencia al otro lado del que pocos hablan, como la explotación de los trabajadores y los salarios miserables, eso también es violencia", señala el responsable de Historietas Pipetín.

Con Cuzco, Estrella Mergá (Villa Constitución, 1990) indaga en el registro de viaje, en la línea de autores que sabe enumerar: Power Paola, Liniers, Catalina Bu, MicheleSiquot, Camila Torre Notari. "Es un género muy atractivo tanto para el que lo hace como para el que lo lee. Mientras lo vas haciendo las personas que conocésdurante quieren verse dibujados y terminan surgiendo anécdotas dichosas; para aquellos que lo leen, es una forma de acercarse a distintos lugares de una manera más natural, a través de una experiencia ajena que al fin y al cabo termina por volverse propia", comenta la dibujante.

Según Estrella, "en Rosario hay muchos espacios que se les brinda a las producciones autogestivas, como por ejemplo los fanzines. Hay muchas ferias donde mostrarlos y sin ir más lejos, en la Crack Bang Boom hay un espacio específico. También hay muchas convocatorias, las que lanza la Editorial Municipal de Rosario son geniales". Para Feli, "la tecnología ayudó mucho, Internet nos agrupó,nos dio a conocer, nos viralizó. Hoy somos muchos ilustradores, historietistas y dibujantes, dando vueltas.El Festival Furioso de Dibujo, la EMR, Embrujo, el Club Editorial Rio Paraná, Un triángulo y una calavera, Oficina 26, son algunos lugares donde se les da espacio a estas nuevas maneras de ver la historieta."

Para Julián, "las publicaciones nacionales van en aumento, eso es porque hay más editorialesy mayor cantidad de lectores interesados en leer historietas argentinas, especialmente de humor. Claro que también los eventos especializadosayudan a dar a conocer a nuevos autores, a nuevas editoriales. Pero en Rosario no conozco a nadie que viva sólo de las historietas. Quienes hacen historietas además trabajan de otras cosas, como en la docencia de artes plásticas o de animación , o en algo totalmente distinto, comoes mi caso: hasta principio de mes era operario de limpieza".

Todos coinciden en la importancia tecnológica, pero la posibilidad de ser publicados no tiene comparación. Tal como lo expresa Jazmín: "Es hermoso que una editorial publique tu trabajo, verlo materializado". Y acentúa que "Rosario ofrece muchas posibilidades, hay editoriales, ferias, convocatorias y espacios donde acercarse a compartir lo que uno hace, para conocer a otras personas con las que compartir los mismos intereses".

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Con Fiebre, Pablo Boffelli ensaya una variante límite, compuesta de rojo y azul digitales.
 
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