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Martes, 13 de febrero de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS › LA FINCA DE ESTEVEZ FUE RESTAURADA EN 1924

Viaje al interior de la residencia

 Por Analía García

En la ciudad de Rosario, la residencia familiar de los Estevez, ubicada frente a la plaza del centro cívico urbano, propiedad tradicional de los Ibarlucea, es reconstruida en el último cuarto del siglo XIX, restaurada y ornamentada en 1924 por los arquitectos Gerbino y Swartz, cuando el matrimonio de Firma Mayor y Odilo Estevez Yañez resuelve habitarla.

Odilo Estevez Yañez, propietario de la residencia, era un inmigrante proveniente de Galicia que, al establecerse en la ciudad de Rosario, se coloca como dependiente de un comercio yerbatero. Con el correr del tiempo, constituye su propia empresa: Yerbatera Paraguaya. Al atesorar una fortuna considerable, aspira a formar parte de un grupo encumbrado de la sociedad: en su finca, actual Museo de Arte decorativo de la Ciudad de Rosario, se aprecia cómo vivían, en el período que nos ocupa, este grupo de comerciantes rosarinos.

Su planta presenta una división espacial interna dedicada a la actividad diferente del varón, de la mujer y del servicio doméstico, en general. Hacia el final del corredor se encontraban las habitaciones y frente a ellas la sala de costura y el boudoir, los espacios femeninos de la casa, ámbitos privados de la dama para leer, escribir y recibir a sus amistades más cercanas. En el patio andaluz, una escalera, diminuta en comparación con las dimensiones de la finca, asciende a las habitaciones del servicio doméstico, caracterizado por la simplicidad de su portada. La loggia en la planta alta y la cochera o caballerizas, en la planta baja, rematan la imponente fachada del predio por calle San Lorenzo.

En el ingreso de la casa y sobre su ala derecha, se encuentra la sala de recibo, un gran recinto francés decorado con objetos y obras de arte provenientes de Francia, anexada a un parlor, ámbito de conversación más reducido e íntimo. La sala de recibo contenía una confluencia de posesiones burguesas, una vajilla determinada, de porcelana de Sèvres o de Limoges, usada para la recepción de visitas, un mobiliario específico constituido por sillones franceses de estilos Luis XV y Luis XVI de madera tallada y dorados a la hoja. Las paredes enteladas en seda de damasco que albergan pinturas del siglo XVIII francés, cortinados en encaje de Bruselas, vitrinas y cómodas, réplicas de las existentes en el castillo de Fontainebleau.

La decoración remataba con una valiosa colección de abanicos que la dueña de casa acostumbraba a ateosorar y exhibir, algunos con varillaje en carey, otros en nácar, madreperla y marfil. El tiempo se marcaba con un reloj estilo Imperio sobre un hogar de leños realizado en mármol italiano de Carrara. Candelabros, apliques y arañas de estilo francés, estaban íntegramente realizados en cristal de Bacarat. El piso, trabajado con taracea de roble, contiene el monograma familiar en cada una de las esquinas del hall central. Las salas fueron cubiertas con alfombras del Buen Retiro español, todas ellas manufacturas que en los años anteriores eran privativas de los monarcas europeos.

El solar de la familia Estevez constituye una usual casa de patio central. Su ala izquierda era consagrada para el señor, correspondiéndole en el primer ingreso, el fumoir con escritorio y biblioteca de ornamentación inglesa para recepción de la amistad comercial en su práctica de fumar y anudar negocios.

* Directora del Museo Municipal de Arte Decorativo "Firma y Odilo Estevez". Fragmento publicado en Imaginarios y prácticas de un orden burgués, Rosario, 1850-1930: Los actores entre las palabras y las cosas. Coordinado por Marta Bonaudo. Rosario, Prohistoria Ediciones, 2005.

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