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Jueves, 15 de mayo de 2008

CONTRATAPA

Lectura de Edgar Allan Poe

 Por Gary Vila Ortiz

Edgar Allan Poe (1809﷓1849) fue, según una buena cantidad de escritores, el creador del género policial, sobre todo porque aporta la figura del detective que nada tiene que ver con la policía, Monsieur C. Auguste Dupin, un enamorado de la noche, que cuando era de día cerraba sus ventanas, corría las cortinas y parecía seguir con su andar nocturno. Dupin tiene a su lado, como Holmes a Watson, a quien narra las historias y es un fervoroso admirador del espíritu analítico de su amigo. Por supuesto (no podía ser de otra manera), Poe ha sido objeto de múltiples polémicas. Los polemistas van desde Baudelaire, que lo considera un genio, hasta aquellos como Yvor Winters, que manifiesta hacia Poe una franca hostilidad. Lo que algunos llaman algo así como una posición intermedia, consiste en situar a Poe con Hawthorne, De Quincey y Wilkie Collins. Lo curioso es que pensamos, y no creemos ser los únicos, que los cuatro escritores mencionados dan suficientes pruebas de una inapelable genialidad. De cualquier manera, pocos discuten que fue el precursor del relato policial. Según Borges, hay cinco de sus relatos que lo demuestran; Julio Cortázar los reduce a cuatro y los califica como cuentos analíticos. No creemos que esto tenga demasiada importancia. Lo que nadie ha puesto en duda, y a los que las tienen mejor dejarlos de lado, es que The Murders in the Rue Morgue es una narración impecable.

Siempre nos sería sencillo encontrar motivos para hablar de alguien que admiramos tanto como Poe, pero en este caso se trata de un hecho concreto. Se están publicando unos libritos sumamente baratos, que se venden en los kioscos, con obras bilingües. El que vimos no hace tanto es justamente Los crímenes de la calle Morgue, aunque no se menciona al traductor. No nos preocupemos por ello. No será Cortázar ni Julio Gómez de la Serna el traductor (o los traductores), pero la versión está bien realizada. Lo que sí debe preocuparnos es que en ninguna parte del libro, ni en la letra más pequeña, se aclara que se trata de una versión sustancialmente reducida del original. Para quienes no conocen a Poe, y deben ser muchos, sería correcto explicarles, por ejemplo, que el cuento (si la memoria no nos falla) deja de lado un par de páginas del comienzo para empezar en un párrafo que se debe encontrar en la tercera o cuarta página. Hay otras omisiones. E incluso el final, aunque cortado con inteligencia, está abruptamente cercenado. Se dirá que lo que interesa es que el libro sirve para una lectura en los dos idiomas, pero también merecería una breve reflexión acerca Poe y todo aquello que se cortó.

Sobre todo cuando las encuestas ponen en evidencia que se está perdiendo, lamentablemente, el hábito de la lectura. Por ejemplo, una señala que durante el año pasado un 58% de la población no leyó ningún libro. Como bien apunta Mempo Giardinelli, es cierto que los índices de lectura son bajos, pero lo más preocupante no es eso sino la calidad de lo que se lee. Es interesante agregar que, en cuanto a los autores argentinos que se consideran más importantes, las respuestas indican que un 26 por ciento piensa en Borges y luego estarían ﷓como que alguna vez han leído un libro de ellos﷓ Ernesto Sábato con un 18 por ciento, Julio Cortázar con un 17 por ciento y Adolfo Bioy Casares con un 9 por ciento. La habitual respuesta de "no sabe" o "no contesta" alcanza un 55 por ciento. No se exponen las posibles causas de este notable descenso de la lectura. Repetir que quienes más atentan contra ella son Internet y la televisión ya es un lugar común. En lo personal, creo que leer implica ante todo el privilegio de haber tenido, cuando joven, bibliotecas a mano, es decir libros en la casa de nuestros padres y nuestros abuelos. Y, además, poder contar en ese ámbito con una absoluta libertad para la lectura.

Por otro lado, el precio de los libros hace que para una gran mayoría leer algunos libros (por no decir todos) se hace imposible. Antes que los libros se encuentran, digamos, los remedios y los alimentos. No exageramos, pero el precio suele ser algo parecido al absurdo y en general resulta inalcanzable. Y las tradicionales librerías de viejo, salvo unas cinco excepciones que no mencionaremos por razones obvias, ya no son librerías de viejo de la forma que lo eran Longo (que según entiendo ya tiene más de cien años), la de los Benítez de Castro (cuyos dueños murieron y toda la inmensa cantidad de libros que tenían fueron a parar a Buenos Aires), o la de Rodino. En fin, las causas son estas que señalamos y la tendencia del Poder a intentar (y lograr) como meta que llegue un momento en que el porcentaje de quienes no leen un libro durante dos años alcance el 87 por ciento.

Volviendo al relato Los crímenes de la calle Morgue, agreguemos que fue publicado originalmente en el Graham's Lady's and Gentelman's Magazine. Según nos dice Julio Cortázar, "ciertamente nadie negará que inventó el cuento detectivesco. (...) Parece ser que Conan Doyle se burló, por boca de Sherlock Holmes, de los métodos del chevalier Dupin; a ellos les debía, sin embargo, su técnica analítica y el truco de utilizar, como representante indirecto del lector, a un supuesto amigo o confidente, por lo general bastante bobo. Parece ser que Poe tomó el nombre de Dupin de un relato publicado en el Burton's Gentelman's Magazine, que se refería al famoso Vidocq, el ministro de policía francés. Las pesquisas de Vidocq debieron interesar a Poe, quien critica su método en el curso del relato (la historia se repite como se ve) y lo aprovecha para explayar su propia teoría sobre los inconvenientes de ser demasiado profundo".

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