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Lunes, 15 de febrero de 2010

CONTRATAPA

Simetrías

 Por Javier E. Núñez

Delia y Ofelia nacieron idénticas. Un minuto cuarenta segundos "Delia de más, Ofelia de menos" era lo único que las diferenciaba. Delia calló, esperó a su hermana; recién cuando Ofelia abrió grande su boquita de renacuajo para llorar se permitió su propio llanto. De nada sirvieron los esfuerzos de sus padres: ni la ropita de distinto color, ni los chupetes, los sonajeros, las mantitas los baberos, ni las escuelas separadas, ni las lecciones de piano a una y violonchelo a la otra.

Separadas, buscaron la imitación y la simetría. Dicen que se las veía llegar al mismo tiempo de la escuela, una por cada esquina: si una ataba sus cordones la otra se ataba el contrario, los pies balanceados en perfecta sincronía, ahora en el aire y el contacto con el suelo en el instante justo, los brazos como hamacas espejadas, el trecho que las separaba brevemente absorbido por un paso idéntico, riguroso, hasta desembocar al mismo tiempo en el zaguán de la casa. No eran gemelas: eran una y su reflejo.

La edad y la independencia les ahorraron el esfuerzo de luchar contra las diferenciaciones que pretendían imponerles. Muertos los padres, cada una armó su propia vida del modo que más le convenía. Y aunque el destino las llevó a diferentes ciudades, saben que tienen sus casas espejadas, que detrás de la puerta de una se accede a una copia fiel y precisa de la recepción de la otra. El mismo florero con gardenias debajo del retrato de mamá en La Carlota, el sillón de pana azul frente a la tele, dos hijos nacidos exactamente en los mismos días que sus respectivos sobrinos, la gata siamesa de análogo nombre, los cuadros precisos que se colocan y se reemplazan, la mancha fiel de lavandina en el camisón, la frutera con tres bananas y una naranja que replica otra frutera distante, sobre una carpeta tejida al crochet igual a otra. Y una foto sobre cada repisa de cada living con el respectivo querido difunto, que a Delia se le fue de un ataque al corazón y a Ofelia, bueno, a Ofelia de otro modo más violento y menos simétrico, un minuto y cuarenta segundos más tarde.

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