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Viernes, 9 de julio de 2010

CONTRATAPA

Unidos en amor tendremos vida

 Por Cátedra Ecuménica "Mundo Nuevo"

L@s argentin@s, entre el mundial y la lucha debate sobre la legalización de las parejas gays venimos pasando días sin enterarnos adecuadamente de las actuaciones de la Presidenta en Canadá, de los cambios en el Ministerio de Relaciones Internacionales, de los alcances de la decisiones sobre la deuda externa, el esclarecimiento sobre la que es legítima o ilegítima y el manejo de los fondos del ANSES.

L@s ciudadan@s gozamos y sufrimos con el fútbol; pero ¿reclamamos que se nos informe, sin adulteraciones sobre el desempleo, el trabajo en negro, la pobreza y la inflación? Aplaudimos la ley de medios; pero ¿nos respetan el derecho a conocer fehacientemente las actuaciones gubernamentales para debatir políticas respecto a las cuestiones cruciales para la vida en común de la población, sobre todo de las mayorías tan golpeadas? En lugar de confrontaciones que van dividiendo a los sectores medios y populares necesitamos democratizar la economía, recomponer la matriz distributiva, promover la región noreste y noroeste, efectivizar la soberanía ante las apropiaciones extranjeras en la Patagonia, acabar con las precarizaciones habitacionales, alimentarias, laborales y cuidar eficazmente el medio ambiente.

Nos interesa la calidad de vida de cuant@s habitamos este territorio y nos ocupamos de ella con un realismo socio político afrontado en dirección a un mayor cuidado y mejoramiento del medio ambiente y a la promoción de la dignidad humana mediante la igualdad de trato y oportunidades para tod@s. Necesitamos aceptar las diferencias como confluencias tensionadas pero enriquecedoras de nuestra convivencia humana, lo cual nos urge denunciar, combatir y deconstruir cualquier tipo de discriminación sea por motivos étnicos, sexuales, religiosos, históricos.

En tal sentido nos parece inconducente realizar un acercamiento acrítico y moralizante a la problemática que significa hoy para nosotros la revolución sexual, la crisis tanto del matrimonio como de la familia, así como la crisis de todas aquellas organizaciones que hacen a la constitución de nuestra subjetividad en los inicios del siglo XXI. Estamos convencidos de que no sirve trabajar estos problemas responsabilizando de ellos a cuant@s los sufren y apostando a reimponer con fuerza lo instituido actualmente cuestionado de varias maneras como la única vía de solución a la realidad social que nos toca vivir. Nos duele tanto sufrimiento, deterioro y hasta muertes, ocasionados por imposiciones a yugos estériles e insoportables entre personas, así como la subordinación a modelos de relaciones inter humanas basadas en la desigualdad y la dominación, con los consiguientes malestares sociales que todo ello trae aparejado.

Trabajamos para que nuestras comunidades sean acogedoras de tod@s l@s human@, por lo que estamos comprometidos a trabajar por la inclusión de aquellas minorías y sectores de la sociedad, las cuales han sido históricamente marginadas y oprimidas en nuestra civilización occidental y cristiana, luchando igualmente para que se generen tanto en el Estado como en la sociedad civil, condiciones de libertad creadora. Para lograrlo ¿cuántos miedos y mezquindades, cuántos prejuicios y estigmatizaciones, cuantas barreras y marginaciones tenemos que derribar juntándonos? Para esas transformaciones nos parecen válidas las siguientes sugerencias:

*Dejemos de juzgar las muchas "parejas de hecho" y los problemas intramatrimoniales y familiares como si sólo se debieran a una inmoralidad imperante, buscando el leerlos como síntomas de los malestares económico socio culturales presentes, síntomas que se manifiestan actualmente en las múltiples fallas que se están produciendo en la institución socio religiosa del matrimonio.

*Enfrentemos críticamente la configuración de la sexualidad como mercancía y la mutación de sujetos sexuados en objetos sexuales, que luego hipócritamente estigmatizamos y discriminamos; contribuyamos a dar a la sexualidad un sentido de expresión y producción más gozosa, estética y responsable de la vida.

*Hagamos visibles los sometimientos, abusos y violencias hogareñas disimulados en defensa de la formalidad matrimonial y del sostenimiento patrimonial en el marco de un sistema económico político fundado en la no vida, proclamando los alcances constructivos de aquellos vínculos surgidos de la afectividad humana basada en la solidaridad y el compromiso, independientemente de la orientación sexual de los mismos, porque consideramos claramente que el amor nos humaniza, ya que Dios mismo es Amor.

Por todo ello juzgamos de capital importancia socio cultural reconocer y proteger, a nivel jurídico y político, el valor que tendría el asumir un concepto legal sustitutivo de aquel que llamamos matrimonio, para de esta manera reorientar el sentido del actual contrato civil matrimonial, hacia la construcción de una institución inclusiva y despojada de toda referencia a su origen patriarcal. De allí que nuestra propuesta se base en reemplazar la palabra Matrimonio por el concepto de Unión Civil, sin la mengua de ningunos de los derechos que son atribuidos al matrimonio en el marco del Código Civil y sin distinción alguna en cuanto a la orientación sexual de los contrayentes. De esta manera quedaría garantizada la inclusión del colectivo LGBT dentro de un régimen igualitario, donde la diversidad haga posible la construcción de una vida social más rica y humanizada entre nosotros.

Así también, requerimos de nuestras Iglesias una teología y una pastoral, que más allá de la visión contractualista, se centre en las dimensiones plenificantes y creativas del amor humano, de manera que podamos abrirnos a un diálogo fraterno y constructivo, orientado a trabajar por una vida integral para todos por igual.

Y por último, a modo de conclusión y como instancia de reflexión, recordamos las palabras de Jesús que aún nos convocan como seres humanos, creyentes y no creyentes, a no luchar por la desintegración de la vida humana, sino más bien por su plenitud, bajo el signo del amor: "Porque yo no he venido para condenar al mundo, sino para salvarlo" (Evangelio según San Juan: 12.47)

Comisión Redactora: Oscar Lupori, Juan Carlos Berchansky y Roberto Baigorri y Luis Vázquez.

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