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Domingo, 29 de septiembre de 2013

CONTRATAPA › FOTOGRAFIANDO LA ZONA

Camas y amarres

 Por Adrián Abonizio

* "Camas y amarre", ofrecen en un cartel cercano a la costanera, en la guardería náutica. El, quien terminaba de divorciase hacía poco, sintió correrle un frío por la espalda al leerlo. "Habría que poner este aviso en la puerta del Registro Civil", pensó.

* El entendió qué era la patria cuando le explicaron que esa inmaculada bandera recién comprada por la cooperadora había sido otra antes, hace mucho tiempo y lejos: Dos trapos cosidos con mano tosca, uno celeste arriba y abajo blanco agarrado a una caña tacuara. Y que terminó más de una vez, sucia de sudor, de tierra y que hasta a veces alguno, en la urgencia le arrancó un pedazo para vendar a un herido que se estaba desangrando. De allí que, prolija y todo, la mira con respeto y con un poquito de impresión cuando imagina la escena de las heridas y el consiguiente grito de dolor. Se supo unido a ella para siempre. Duerme con ella.

* Ve a los futbolistas, luego de hacer el gol, besarse la camiseta. Pero lo ha detectado en múltiples jugadores que anduvieron jugando varios clubes. ¿Se besan la camiseta por amor, porque les da de comer, para la tribuna, para sus familias que lo miran por tevé? Como sea, aunque esté viciado el gesto él no deja de impresionarse cada vez que sucede.

* Es italiano puro, siciliano precisamente. Cumple, como un samurai algunas reglas imperecederas que vaya a saber de parte de su ADN le vinieron: No mirar la mujer del amigo, no ensuciarse por una coima de dos pesos, no atacar por la espalda. Ahora, en vistas de lo que le ha estado sucediendo a muchos conocidos de la noche, se ha autoimpuesto otro código más. "Sólo drogarme en soledad, por necesidad y de vez en cuando". Algo es algo, se dice y sabe que cumplirá como un soldado la ley invisible que se ha ido escribiendo para no enloquecer, ya que Dios o los buenos gobiernos siempre parecen darle la espalda.

* "Creo en Dios Padre Todopoderoso, hacedor del cielo y de la tierra" rezaba cuando chico. "Son como héroes con superpoderes", deducía. Y por allí le entró la religión. Sus parientes creían advertir en él a un niño practicante, lo que no veían era a un chico jugador, a un imaginativo que cambiaba roles y tumbaba ejércitos de ángeles con una cola de demonio o hacía bailar arrobada a la Virgen María con el apóstol Pedro y Michael Jackson. Cuando supo de la existencia de Thor, de las Hadas y los Dragones terminó de mezclar todo y hasta pudo desclavar a Cristo antes de morir gracias a un vuelo rasante que le hizo hacer a un Astroboy de plástico.

* La cama está revuelta y entra un sol oblicuo y lechoso que no termina de hacerse pleno sobre la habitación. Han hecho el amor por vez primera y ella está en el baño. Mientras ella, bostezando mira las paletas muertas del ventilador de techo y exalta la imagen de la cruz que cae en forma de sombra sobre su desnudez. Cuando su chica regresa le confirma que ahora están casadas por el poder del Altísimo. Se ríen mirando el artefacto. "Uy, me había olvidado que soy judía", alarga una y se echan a reir más fuerte.

* "Si uno usa el sombrero hacia delante está buscando pelea. Si lo usa hacia atrás que no la quiere y si se usa de costado es que esta buscando novia", explica el guía de la seducción entre las pasturas, el guía que gusta y hace gustar a las turistas con su porte de cazador de yacarés. Luego, se lo coloca de lado y mira a hacia alguna de ellas. Más de una vez esos caminos sinuosos le han servido como cama nupcial y jamás renuncia. Es un cazador a la espera, aunque tenga ya 68 años y parezca de cincuenta. Todo un prodigio de cama sin amarres.

* La conoció e hicieron el amor en una camita marinera mientras entraba la luz de la luna por la ventana. Jamás olvidó eso. Melancólico en estado puro le hubiese gustado que aquella escena perfecta sucediera con alguien a quien hubiese amado más. A veces, en el álbum de figuritas, la difícil se consigue arduamente y se obtiene pero no es la más bella de la colección. ¿Qué es entonces la felicidad, el sexo, el encuentro, la luna?. Una cuestión de suerte, se dice.

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