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Sábado, 1 de marzo de 2014

CONTRATAPA

Rumores

 Por Miriam Cairo

No lo digo yo, lo dicen todos, la poesía es lo negro del mundo. ¿O era la mujer? Y que la mujer se encuentra a la vuelta de la esquina, ¿o era la metáfora? Y que la metáfora es una forma de conocimiento, ¿o era el mito? Y que el mito fue el primer lenguaje del hombre, ¿o era la poesía?

La poesía es lo negro del mundo, piensa en ello, piensa en la mujer, piensa en el hombre, piensa en la metáfora, hagamos algo por cambiar la situación.

No lo digo yo, lo dicen todos, pensar en la poesía hoy, no es algo simple. Los campos no están sembrados de inspiración, las fábricas no producen versos, el pueblo no amasa el pan con metáforas, pero sin embargo, sin embargo, piensa en ello, piensa en ello.

A la poesía la obligamos a que sea llana, o que sea funcional, o que mueva algo, o que cumpla un sueño, y si no lo hace, si no quiere ser esclava decimos que no sirve, y porque es libre, decimos que es hermética, pero los impenetrables somos nosotros, los tímidos, los tibios, los abúlicos, somos nosotros. Si no me creen, lean un poema, uno solo, y verán que la poesía dice aquello que el lenguaje no sabe que puede decir. Esta es su aporía, su epifanía, su ofrenda.

Aún más. Todos le cierran la puerta. La poesía es el lenguaje excluido. Las editoriales la postergan, las aulas la ignoran. Eso no es todo. El mundo de la poesía se va haciendo tan pequeño, tan susurrado, tan pasado por alto, que se vuelve secreto. Entonces, todos dicen que la poesía es para unos pocos, que esos pocos la escriben para sí, y creen que porque nadie, casi nadie, sólo unos pocos la leen, la poesía es inútil. Aún así, los poetas, retroceden hasta la noche más antigua de todas las noches, y avanzan hasta el primer día entre todos los días por venir, pero además, pisan el mismo suelo que nosotros, y vuelan en el mismo cielo de los pájaros, y penetran en la tierra como un agua de lluvia y barren las hojas secas como cualquier jardinero, y hacen compras en el mercado para su almuerzo o para su cena, porque no siempre es posible almorzar y cenar en un mismo día, y en medio de todo eso, mientras todo eso ocurre, o porque todo eso ocurre, cada minuto de su vida esta signado por la tarea y la misión, por la necesidad y el compromiso de extraer de la página, es decir, de la vida, los versos que se le transparentan.

Inútiles de toda utilidad, los poetas resisten en su hacer que es un arte y un construir; un vivir y un desvivir, un cantar y un enmudecer. Y es tan difícil. Tan bello y tan difícil. Tan alto y tan pequeño. Tan ajeno y tan cercano. Tan de todos y tan íntimo, que no se parece a nada de todo lo conocido, pero ello no quiere decir que sea nada.

No lo digo yo, lo dicen todos, la sociedad con sus urgencias y sus horrores, con sus furias y sus perplejidades no deja de hacer poesía. El poeta, simplemente recoge sus frutos y los ofrenda, piensa en ello. La poesía es tu obra.

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