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Domingo, 24 de mayo de 2015

CONTRATAPA

Por qué no

 Por Javier Chiabrando

Esta ha sido la semana en la que muchos argentinos hemos demostrado una verdadera vocación por la sociología. Lo de la cancha de Boca, la vuelta de Tinelli con los presidenciables, el asesinato de Chiara y la siempre picante agenda política exigían que dijéramos algo, a veces pensado, a veces a las apuradas, algo que ayudaba o que sin quererlo enturbiaba más el clima, y no de gas pimienta, precisamente. Hasta con B.B. King salió a relucir un sobreactuado dolor de gente que hablaba del blues y de la guitarra sin saberde ninguna de las dos cosas. La mezcla es peligrosa: indignación fácil, soluciones sin teoría ni lógica, gestos espasmódicos.

Arranquemos con Tinelli. Me pregunto por qué los presidenciables no irían a un programa de televisión con rating garantizado si del otro lado está el país que pasó la noche en vela para ver el casamiento de Lady Di. ¿Por qué no, porque un grupete de intelectuales o leídos nos indignamos mientras pedimos la reforma agraria? (De paso, si anunciaran la reforma agraria en el programa de Tinelli, poco nos interesaría el contexto).

No estoy diciendo que me da lo mismo. No me gusta. Estoy diciendo que el país es un mosaico más colorido que el que uno sueña. Y las profecías no se autocumplen. El país no será como nosotros deseamos sólo porque lo deseamos. Ni los candidatos, nuestros o ajenos, lo serán. Recuerden que los próceres -el Turco que lo Reparió y el Dormilón de la Rúa- fueron a Tinelli, y tanto cuando se los votó como cuando se los sacó cagando no fue por haber hecho el ridículo en televisión sino por falta de trabajo, inflación, corralito, etcétera. Si hubieran dado trabajo, dólares e inflación cero, nos habríamos metido la indignación en el bolsillo.

La culpa, como siempre, la tiene el kirchnerismo. El kirchnerismo nos ha educado mal. Y de eso deberemos curarnos algún día. Quizá pronto, con suerte dentro de un par de décadas. El kirchnerismo nos ha vuelto de paladar negro: una presidenta que da discursos de antología, obreros que saben que no perderán sus trabajos, investigadores que serán apoyados, intelectuales con espacios, docentes con universidades nuevas.

Pero más allá, hay una justicia que actúa por la tapa de los diarios, medio país que se sienta por las noches a ver a quién se le sale una teta cuando baila en el caño, gente que vota a unos tipos que dicen que el país va a ser llevado al paraíso por un "equipo" que entra en una Van (pero es apoyado por grandes ladrones), y el siempre omnipresente mundo del fútbol, que todo lo puede. Incluso indignar a los que nunca se indignan. Incluso hacernos enojar más que la muerte y la injusticia juntos.

Pero, ¿por qué no iba a suceder algo como de lo del Boca/River si este es también el país que no castiga a De la Rúa por los treinta muertos del 2001, que no pudo meter preso a cómplices civiles de la dictadura como Massot o Blaquier, entre otros? ¿A qué tipo de castigo podrían temerle los tontos del gas si los tipos que se afanaron empresas, medios y evaden dólares como se les da la gana, nunca pagan las consecuencias?

Pero los tontos del gas pimienta se equivocan. Porque la otra indignación puede esperar. La de los muertos del 2001, la de los cómplice de las muertes de miles de argentinos. Total esperaron tantos años.... Pero meterse con la vaca sagrada de la argentinidad no, eso sí que no puede soportar. Justicia, macho, gritemos, oremos, porque un Boca/River no se mancha. Por eso serán castigados con dureza. Pero los treinta crímenes del 2001 seguirán impunes. Igual no hay apuro, la justicia cuando llega, también es justicia.

En medio de todo esto (ya ni recuerdo el orden de los sucesos), asesinaron a Chiara, una piba de sonrisa linda y fresca y una vida por delante. Todos nos indignamos. Y decidimos marchar al compás de una consigna y cargando un cartelito. La marcha y los carteles son contra un enemigo impreciso. No se sabe bien a quién están dirigidos, quién debería temer una concentración de gente tan cargada de verdades. No importa, marcharemos igual, nos sacaremos fotos con los carteles, igual. Por ahí sirve. Aunque sabemos que en tanto crimen doméstico, no podremos evitar el próximo, que será pronto, hoy o mañana.

No se van a detener cuando la televisión usa a la mujer de mesa donde apoyar los pies para atarse los botines, cuando un candidato a gobernador a una de las provincias más poderosas del país festeja al grito de "traigan las putas", cuando la publicidad basurea a la mujer poniéndola a la altura de una idiota consumidora, una boluda a tiempo completo, y me quedo corto. Mientras, jueces de buena familia redujeron la pena de un violador porque el abusado, un pibe de seis años, era medio maricón. Y ahí estaba contra los que marchamos. Contra lo que hay que marchar.

No es solamente contra los asesinos, porque los asesinatos como los de Chiara se dan puertas adentro, y los futuros asesinos no se detendrán por una marcha y menos cuando todos están distraídos porque se discute el tema más importante de la historia: lo que pasó en el Boca/River.El país de la mujer basureada y jueces que castigan a lo Lombroso, mirando si la víctima mueve mucho los ojitos, es al que hay que gritarles la consigna de NI UNA MENOS, porque es el país que permitió, permite y permitirá (si lo dejamos) que la violencia, asesina o no, sea una posibilidad tan lógica como toda otra actividad humana.

No me refiero a eso jueces; me refiero a ellos, a los que juegan para que los cómplices civiles de la dictadura no vayan presos, a los que se fuman la plata de la AMIA, a los que se indignan de manera ostentosa por la muerte de Chiara pero festejan el sobreseimiento de La Rúa y delos otros caraduras, y por último a los que nos usan para protestar para sus propios fines. Los que cuando salimos a protestar contra algo de lo que son también responsables, se suman a la protesta con la impunidad de estar escondidos detrás de corporaciones judiciales, mediáticas o económicas.

Es duro pero indispensable reconocer que en algún lugar de la curva de nuestra historia se gestó la idea de que matar es una posibilidad tan lógica como no matar. Quiero decir: un hombre discute con su mujer y en lugar de irse de la casa a seguir con su vida, elige matarla, como si la vida fuera una múltiple choice sin consecuencias. Basta mirar un poco hacia atrás para ver dónde comenzó. ¿Tiene cura? No lo sé, yo no soy sociólogo, soy un tipo que toca la guitarra, es todo. Eso sí, no me van a hacer decir que este país es peor que otros. Eso se los dejo a los que hacen negocios o política con eso. De eso viven, de la carroña. Mientras tanto, gritemos y marchemos. Y escuchemos a B.B. King.

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