rosario

Lunes, 25 de octubre de 2010

CORREO

Asesinato

¿Cómo explicar el asesinato de un joven obrero en un país que, supuestamente, crece a "tasas chinas"?

¿Por qué un reclamo justo y consecuente por el cese de una obscena situación de precarización laboral es respondido con el plomo de una burocracia que tanto predica en estos días sobre "la participación de los trabajadores en las ganancias empresarias"?

¿Es nuevo que la policía aparezca involucrada como partícipe necesaria de un crimen (¿de lesa humanidad?) en el país de la "inclusión y los Derechos Humanos"?

¿Tiene autoridad ética y política un gobierno que florea funcionarios que, como Tomada y Rial, en los '90 eran letrados y asesores de Pedrazza mientras se remataban los ferrocarriles y se patoteaba a la combativa Comisión de Lucha?

¿Puede ofrecer el proyecto del capitalismo "serio" o "autónomo" otro horizonte que no sea el bizarro plan de tutela de la superganancia concentrada y transnacionalizada?

No son interrogantes que se puedan descifrar en 40 líneas. Excavar en nuestra historia nos lleva a poner suma atención en las particularidades del proceso de transición del terrorismo de estado al terrorismo social de mercado. En este devenir, dramático, genocida, desestructurante, el sistema preservó a la burocracia sindical, luego la transformó en socia accionista y hoy la prefiere de aliada para procurar control y gobernabilidad.

La contracara del fenómeno no ha implicado la "desaparición" de la clase obrera como sujeto histórico sino un nuevo proletariado producto del impacto de la descomunal reformulación capitalista.

La incertidumbre, la inseguridad, la eventualidad, la precariedad, la multifuncionalidad, configuran los rasgos característicos del trabajo en el capitalismo de época. "Becarios", "pasantes", "contratados", "monotributistas" no sólo representan patrones de la nueva esclavitud laboral, sino que implican la emergencia una nueva subjetividad entre nuestros trabajadores empujados a la domesticación, al individualismo de masas, a la fragmentación, al pragmatismo competitivo.

Mariano, joven, proletario, militante, optó por organizarse y luchar desde el Partido Obrero. Su muerte nos ha revelado que en el genoma de la política argentina abundan "pejotismo" y derecha paleolítica.

Honrar su lucha y su ejemplo requerirá de nuestro empeño por hacer visible un nuevo proyecto de radicalidad social, política y cultural que conquiste un nuevo amanecer para los trabajadores y nuestro pueblo.

Norberto "Beto" Olivares

La asamblea

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