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Sábado, 7 de julio de 2012

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Correo

A propósito de Badía

Una vez escuché un reportaje por televisión a Badía, quien preguntó en un momento de la entrevista "¿por qué a mí?", aludiendo a la enfermedad que padecía. Aparece una voz en un video donde Bucay le contesta: "Porque no a mí". Más adelante el periodista le dice a Badía "defínase como persona", éste contesta: "Soy un hombre esencialmente bueno".

Aquí voy abordar las dos cuestiones. Primero la de Bucay, donde me parece poco responsable contestar una pregunta del corazón con una respuesta de bolsillo. Si hasta Benedicto XVI, cuando le preguntaron por qué tanto dolor y muerte tras los tsunami, contestó: "No sé". Hubiera sido preferible una humilde respuesta de no saber a la honda pregunta de este hombre.

Pareciera haber una connivencia entre una falta de preguntas y una falta de respuestas frente a las pocas que se animan a ser formuladas. Nos estamos acostumbrando a no interrogar y menos aún a interrogarnos, sobre todo frente a los misterios de la vida y de la muerte.

La segunda cuestión se refiere a la definición de sí mismo que Badía dio. Creo que él mismo comenzó a dilucidar el misterio, quizás enfermo por "excesivamente bueno". He notado que con frecuencia se confunde lo bueno con lo débil. Ya Romain Rolland afirmaba que no le preocupaba tanto "la maldad de los malos como la debilidad de los buenos".

Ocurre que es probable que en la raíz del enfermar la debilidad juegue un gran papel, esto de ceder, de comportarse como ovejas en desacuerdo, de no saber poner límites, de no salvaguardar la humanidad. O sea, la inmunidad.

Mario Litmanovich

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