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Domingo, 20 de julio de 2008

SOCIEDAD › EL PERIODISTA MARTíN SIVAK CUENTA CóMO ESCRIBIó JEFAZO, UN RETRATO

El mundo de Evo

Su condición indígena, pero también sus reformas sociales en uno de los países más pobres del mundo hicieron de Evo Morales una leyenda. Documentales, películas y libros registran este perfil inesperado de la alta política que ya trascendió Latinoamérica. Pero nunca antes como en Jefazo se había podido llegar ver desde adentro cómo este dirigente cocalero se construyó a sí mismo. Cómo su historia personal es, en gran medida, la historia dolorosa pero también épica de Bolivia.

 Por Leo Ricciardino

Martín Sivak consiguió a los 35 años, lo que pocos periodistas pueden conseguir a lo largo de toda una vida: Ver desde adentro la febril actividad de un Jefe de Estado y, más todavía, estar presente en reuniones bilaterales con otros Jefes de Estado. Escuchar lo que se dice en esos encuentros reservados, ver a los hombres detrás del cargo máximo, observar sus gestos. Y, a pesar de esa cercanía, mantener la pericia y el profesionalismo para tomar la distancia necesaria a la hora de escribirlo. Eso es lo que construyó Sivak en Jefazo. Retrato íntimo de Evo Morales. La relación de este periodista con el presidente de Bolivia empezó hace muchos años, en 1995 y en Argentina, en un encuentro de la revista "América Libre", y cuando Evo era un dirigente cocalero, y ni siquiera el más importante. El equilibrio en la mirada es la clave en la que se construye este relato que es mucho más que una biografía, más que un reportaje coral, es un reflejo a través del cual es posible conocer, lo que es posible conocer de un hombre del poder. El libro no se priva de la mirada crítica en el ejercicio del mando del protagonista, a pesar de lo cual el presidente boliviano suele regalar el libro que habla de él. Sivak tiene una relación larga pero profesional y de respeto con el presidente aymara. Sabe que no es su amigo, y sabe también que una de las cosas que le granjeó la confianza con el presidente, es haber sido el autor de un libro previo clave: El dictador elegido. Biografía no autorizada de Hugo Banzer.

Cuando se le pregunta a Sivak ¿por qué Evo Morales, por qué Bolivia?, en la respuesta aparece algo de casualidad. "Llegué a Bolivia en uno de esos esos viajes `inciáticos' que los jóvenes hacemos llegados a determinada edad, camino al Machu Pichu. Llegué a La Paz con 18 años y un amigo mío se enfermó así que nos quedamos mucho tiempo allí. La mayoría de los que integrábamos el grupo de viajeros queríamos ser periodistas, entonces empezamos a buscar trabajo como corresponsales de diarios bolivianos en Buenos Aires. Dos nos rechazaron y uno nos tomó, el diario Hoy. Y en esos primeros cinco meses hice dos notas que me cambiaron bastante mi relación con Bolivia: Una fue sobre el asesinato del general Torres (un presidente boliviano que mataron en Buenos Aires en junio de 1976), me metí tanto que dos años después publiqué un libro sobre el tema. Y la otra nota fue mi primer reportaje con Evo Morales en Buenos Aires, en 1995, cuando él ni siquiera era el principal dirigente de los cocaleros, pero ya empezaba a asomar como una autoridad carismática en el sindicato".

-¿Qué recordás de ese primer encuentro?

-Que él desconfiaba de mí, después con el tiempo me di cuenta de que en realidad Evo desconfía mucho, es un tipo desconfiado, muy precavido y cuidadoso para decir las cosas. Pero como fueron dos días enteros en los que hablamos mucho, más allá del reportaje, empezó a abrirse más, a contarme cosas que no tenían que ver estrictamente con la entrevista en sí y ahí empezó esa relación que aún hoy mantengo con él. En los siguientes diez años yo viajé mucho a Bolivia, por mi primer libro sobre Torres, pero también por otro segundo trabajo que fue una biografía no autorizada de Banzer.

-¿Te fascinaste con Bolivia, antes incluso de deslumbrarte con Evo Morales?.

-Fue un proceso paralelo, en realidad. En esos diez años que mencionaba, hasta el 2005 que ganó la elección presidencial, yo iba dos o tres veces por año a Bolivia y cada vez que iba lo visitaba y hablábamos.

-¿Lo entrevistabas para algún medio en cada oportunidad?

-No. No necesariamente, a veces simplemente tomábamos un café, o compartíamos un partido de fútbol. Ni siquiera siempre hablábamos de política. A veces eran sólo cosas cotidianas.

-Pero, ¿fuiste documentando de alguna manera estos encuentros con la idea de terminar en un trabajo sobre Evo Morales?

-No, la primera vez que pensé seriamente en un proyecto así fue en las elecciones de 2002, cuando él salió segundo en las presidenciales, un punto y medio atrás de Sánchez de Losada. Yo ahí estaba trabajando para un documental de la BBC de Londres que empezamos en Córdoba y terminamos en Tijuana. Ahí Evo se transformó en un personaje porque nos dejó filmarlo y estar con él durante toda su campaña política. Y ahí fue que el director inglés del documental me dijo 'tenés que escribir un libro con esto'.

-Bueno, Evo tiene características de un líder muy singular que llama la atención no sólo en América Latina, sino en el mundo entero, ¿no?

-Claro, se suman dos cosas. Primero su condición de dirigente aymara y segundo el gobierno que está haciendo. Porque hay mucha gente que sólo ve a su gestión a través de su identidad aymara, pero si bien eso lo singulariza, la cuestión de fondo es el gobierno que lleva adelante. Porque decidió poner en marcha un proyecto de cambio que es inédito en Bolivia, más allá de que uno pueda estar a favor o en contra de las medidas que tomó, los procesos de nacionalizaciones, entre las principales.

Precisamente, Sivak narra que la condición de aymara de Evo Morales era difícil de aceptar en Bolivia para las clases dominantes, pero se podía aceptar. "Lo que realmente molestaba y molesta a estos sectores es que Evo lleve adelante una reforma agraria, que nacionalice los hidrocarburos, que ponga como ministra de Justicia a la jefa de las empleadas domésticas. Todos estos gestos fueron y son muy fuertes no solamente para el establishment sino también para los sectores medios bolivianos. Evo es un presidente de ruptura. Porque en Bolivia funcionaba mucho el mito del presidente ilustrado, para llegar a ese cargo había que estar formado en el extranjero, en Estados Unidos mejor todavía. El ejemplo más cercano fue Carlos Mesa, un tipo muy formado que sabe de economía y de los temas de la alta política internacional. Evo pone en discusión esa idea, genera un debate", cuenta Sivak.

En libro cuenta una anécdota que sucedió en Nueva York durante un desayuno reservado con inversionistas en el que estaban desde Henry Kissinger hasta Eduardo Eurnekian. "En un momento Evo les dice: 'Yo cuando llegué a la presidencia no sabía cómo se provocaba la inflación y no sabía lo era el superávit, pero sí puedo decirles que por primera vez en muchos años hoy en Bolivia la inflación está controlada y hay superávit fiscal'. Bueno, yo estaba ahí y verle la cara a todos esos hombres de negocios era realmente un regocijo. Eso genera Evo, aplicando mucho la lógica del campesino, por ejemplo con los créditos internacionales. En determinado momento dijo 'no voy a tomar créditos, voy a gastar lo que tenga', y esa es la lógica del campesino, gasta lo que tiene. Claro que ahora Bolivia, con las nacionalizaciones pasó de recaudar 300 millones de dólares a 1.300 millones de dólares, con ese dinero en parte hizo la Renta Dignidad que es una ayuda a ancianos que no tenían jubilación, y otro tanto para ayuda a niños y para alfabetización, eso es lo que priorizó a la hora de redistribuir. Esto fue en el inicio, pero hoy Evo Morales tiene crecientes reclamos de muchos sectores, no son cheques en blanco los que le dio la gente al votarlo, hay exigencias concretas", dice el autor.

-De hecho hay un proceso político de autonomías regionales muy convulsionado en Bolivia.

-Claro, pero a todo ese proceso autonómico hay que verlo en una perspectivas histórica. Porque las élites cruceñas no tenían a la autonomía como tema central porque en los últimos 20 años estuvieron representados en el gobierno central. Es decir, Santa Cruz tenía dos o tres ministerios y formaban parte del esquema de poder. Cuando tuvieron que abandonar esos cargos y surge Evo Morales, se quedaron sin representación y también sin proyecto. Entonces ahora la autonomía funciona como un elemento aglutinador de esa región histórica de Bolivia. Pero lo que está en discusión es la propiedad de la tierra y de la renta. Pero la autonomía es un proyecto más amplio, no es como dicen en el gobierno de Evo `son ocho o diez oligarcas', aglutina a sectores medios y bajos también porque es una cuestión cultural mucho más profunda. Porque una vez que cayeron los partidos bolivianos, ahora las regiones tienen una gran importancia de identidad y de representatividad política. Evo no tenía oposición política, pero ahora se le opone el `Partido de la Media Luna' que es el dibujo que forman estas regiones y zonas en el mapa de Bolivia.

-¿Por qué le decís "Jefazo" a Evo Morales, palabra que da título a tu libro?

-Nadie lo llama a Evo Morales "Jefazo". Evo Morales llama "Jefazo" a unas pocas personas que respeta mucho, a las que consulta y que no son parte de su gobierno. Hasta ahora a él nadie se animó a llamarlo "Jefazo", por eso el título de libro es un juego con esa cuestión. En un momento él me preguntó cómo se iba a llamar el libro, yo le dije "Jefazo" y él me dijo: "No, tiene que ser subjefazo". El dice que no es el Jefazo, que son las organizaciones sociales, el pueblo. Que él sólo manda. O sea, él manda obedeciendo, esa es su idea del poder. Pero es obvio que hay cualidades de caudillo en Evo Morales, tiene una personalidad muy fuerte y un liderazgo que lo ejerce. Es intuitivo y pragmático e inteligente para captar determinados momentos políticos y conducirlos. El terminó la secundaria, hasta ahí llegó, pero no lo reconoce. Dice que no terminó porque el último año lo ayudaron mucho sus compañeros porque trabajaba como albañil y panadero; entonces siente como que no lo hizo, pero el título está. Yo lo ví. Pero bueno, la historia personal de Evo es la historia de Bolivia, de los indígenas, de la pobreza y el sacrificio. A Evo se le murieron cuatro hermanos que podrían haberse salvado con un simple dispensario cerca de donde vivía con su familia, con un simple posta sanitaria que su pueblo natal no existía. Pero no hay una historia de victimización de toda esa infancia y adolescencia, pero sí un fuerte conciencia de sus orígenes, por supuesto.

-¿Qué diferencias ves entre Evo y los líderes con los que se ha identificado y con los que comparte un proceso, desde Fidel Castro a Hugo Chávez?

-Bueno, con Fidel tiene una cuestión paternal aunque Evo se ha diferenciado del proceso revolucionario cubano, distinto de lo que pasa con Chávez. Al punto de que en el discurso de Evo no aparece el socialismo como un concepto constante. Pero sí admite que Castro le dio el consejo más importante de su vida cuando le dijo que espere los procesos democráticos en su país, que iba a tener una oportunidad. A la vez que le decía que era inviable un proceso armado en Bolivia en esos años en los que los cocaleros, por un momento, lo pensaron seriamente. Hablamos del 2000 o 2001, cuando Evo pensaba que podía darse una guerra civil en su país que podría empujar a su sector a armarse para la defensa.

-¿Cómo es en el caso de su relación con Chávez?

-Es un poco más complicada porque se sobreestima mucho el rol de Chávez y se subestima el de Evo. Indudablemente la cooperación venezolana es muy importante, hay una alianza política y económica que es clave. Ahora, la influencia de Chávez en el día a día de la gestión en Bolivia, es nula. Además Evo tiene una personalidad muy fuerte, escucha y después resuelve como mejor le parece, lo ha hecho siempre. Lo que sucede es que en general hay un mirada desde afuera de mucho paternalismo hacia Bolivia, y más ahora con un presidente aymara es como se acentúa. Pero quienes tienen esa visión, es porque no conocen a Evo.

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