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Jueves, 30 de septiembre de 2010

PSICOLOGíA › CóMO PERSEVERAR EN EL GESTO FREUDIANO DE SUS ESCRITOS FUNDACIONALES

Lo que se dice de todos modos

El descubrimiento del inconciente implica la invención de una forma de decir aquello que, para cada uno, queda por decir.

 Por Angel Fernández*

¿Cómo decimos lo que hacemos con lo que escuchamos? Esta pregunta inquietó desde el inicio al psicoanálisis y a sus practicantes. Lo que conocemos como Obras Completas de Sigmund Freud y las cartas que circularon entre él y sus primeros discípulos están marcadas por este acertijo. El descubrimiento del inconciente implica la invención de una forma de decir de algún modo aquello que, para cada uno, queda por decir. Y a la vez, la sorpresa que contra la buena voluntad de todo el mundo, se dice de todos modos.

El modelo lo encontramos en la experiencia del sueño. ¿Cómo hacemos para contar ese mensaje enigmático que recibimos mientras dormimos si al despertar ya no podemos evitar el olvido y la transformación del enigma en el balbuceo de la desdicha? Algo habló mientras no podíamos hablar y cuando podemos hacerlo sólo encontramos un vacío irrisorio.

La comunicación de la experiencia del inconciente junto al análisis del analista y el estudio de la teoría, configuran los tres ejes inseparables sobre los que históricamente se asienta la educación analítica. Nuestra mala educación nos lleva a desatender casi siempre alguno de estos pilares que sostienen la práctica clínica y constituyen la condición de posibilidad de su estructura.

Cuando rechazamos la lógica que propone este trípode y queremos ver en él un mandato institucional, una receta técnica o un precepto moral no hacemos más que abonar la confusión ambiente y en nombre del libre albedrío de cada uno, suscribir la impotencia colectiva.

Jacques Lacan simplifica sin banalizar cuando recuerda que nos analizamos para aprender a hablar. En un análisis decimos cómo aprendimos a hablar y no podemos hablar de otra cosa aunque no sepamos lo que decimos, porque lo que queremos decir jamás coincide con lo que encontramos hablando. De lo que ocurre en este enredo se puede despejar esa ética del bien decir con la que el mismo Lacan se aparta de la tentación utilitarista y su moralismo cosista para insistir en ese "curioso acuerdo entre el decir de Freud y la Cosa que nos descubre".

Rosario es una ciudad tan hostil al psicoanálisis como cualquier otra. De modo que cada cual la vuelve amable como puede. Así algunos analistas formaron un equipo de trabajo que viajó a Montevideo con una propuesta de lectura para encontrarse con la psicoanalista Raquel Capurro. De ese encuentro surgió una invitación. De esa invitación un evento.

El lugar fue el Centro Cultural de Centro Regional de Salud Mental Dr. Agudo Avila bajo el curioso título "Lalangua". El subtítulo: escritura y psicosis. El trabajo se ordenó fundamentalmente en torno a la relación del lenguaje con la locura. Cada uno de los participantes presentó lo suyo y finalmente la psicoanalista invitada habló entre otras cosas del valor testimonial de la escritura en la psicosis y del empuje a la palabra que ahí se pone en juego.

La reunión finalizó con una ronda de preguntas donde desde luego no faltó el psicoanalista rosarino medio que siguiendo una vieja tradición desplegó esa densa mezcla de provincianismo, afán de protagonismo, jactancia y vulgaridad, que hace que en lugar de formular una pregunta al expositor, imponga una mini conferencia vociferando como novedad el más común de los lugares comunes.

Afortunadamente algunos extranjeros ya están advertidos. Saben que en Rosario algo no pasa y... lo dejan pasar.

Pero el objeto de esta crónica breve se ubica en una expresión de Raquel Capurro que suscitó aplausos de una parte del auditorio. Cito de memoria: "El lacanés, una jerga cuya destrucción es un objetivo muy importante entre otros".

No se trata de hacer daño. Tampoco de defenderse. Del psicoanálisis se puede aprender que destruir no implica agresión. Basta construir contextos para la tontería y desvelar su nulidad. En efecto, la jerga es la autodisolución de la transmisión. La desaparición programada de las escrituras clínicas. La postulación de un "Lacan genio", sin polémica, sin interlocución que desea borrar a ese Lacan hijo de una tradición que inventa formas de testimoniar la dificultad para distinguir la cultura de la barbarie.

Mientras los funcionarios reproducen el supuesto guión del Amo, es posible perseverar en el gesto freudiano de sus escritos fundacionales donde su propia vida era indespejable de la construcción de la teoría. Aunque sepamos demasiado bien que el malentendido es interminable.

*Psicoanalista.

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El análisis hace lugar a la experiencia del inconciente.
 
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