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Jueves, 16 de febrero de 2012

PSICOLOGíA › DE LA LIBERACIóN SEXUAL A LA LIBERACIóN DE LO SEXUAL EN LA VIDA SOCIAL

Las apariencias engañan

La sociedad pareciera que se ha forjado un interés compulsivo en liberarse de la sexualidad, y eso implica que el progreso psíquico -llamado sensualidad- no logra cumplir su cometido o bien, que ha experimentado una regresión.

 Por Daniel Adrián Leone *

Las apariencias engañan; las palabras capitalizan en más de una ocasión esos engaños. En la actualidad se vive una suerte de auge de la sexualidad, incluso podríamos decir, una euforia respecto de quién sabe qué "liberación sexual", aunque este entusiasmo pocas veces sea apuntalado en un concepto más o menos logrado respecto de preguntas simples como "liberarse de qué", "liberarse de quién"...

En general, si haciendo gala de un exceso de ingenuidad realizáramos estas preguntas nos encontraríamos con respuestas bastante ambiguas tomadas, sin embargo, como si fuesen la roca dura de las certezas: se nos dirá, liberarse de los prejuicios y embrollos sociales que no nos dejaban vivir la sexualidad alegremente, se nos dirá, liberarse de los fantasmas educativos, castrantes, tradicionales, de los fantasmas del decoro y el pudor.

Ahora bien, la realidad muestra este entusiasmo como signado por la tendencia contraria; tal como si las personas en vez de festejar en alegres orgías de placer el hecho de ver liberadas sus posibilidades de desarrollar una vida sexual plena y satisfactoria quisieran literalmente liberarse de lo sexual y no a lo sexual.

De hecho, lo sexual, no es tan fácil de aprisionar desde lo social como se quisiera hacer ver. Freud debate esta problemática en "El malestar en la cultura". Lo sexual es difícilmente apresable, educable e incluso, difícilmente codificable a menos claro está que el individuo se forme un firme propósito en contra de la sexualidad convalidando las estructuras sociales que tienen por objetivo el encarcelamiento de lo sexual. De hecho hoy por hoy, se vive lo sexual de una forma supuestamente liberada que no es tal; se vive lo sexual al límite, en el borde de la extenuación total de la tendencia, en la erradicación de la tensión sexual.

Freud señala en diversos momentos que la tensión sexual es intolerable para cierta parte de nuestra vida anímica y señala con toda corrección que implica un progreso psíquico el hecho de que la persona aprenda a tolerar la tensión sexual sin abandonarse al imperio de la angustia que le impone la erradicación de tal tensión.

Hoy en día se ve tras la supuesta liberación sexual, un excesivo interés por liberarse de lo sexual, del peso del cuerpo sexuado, de la historia del cuerpo en tanto que sexual. Esta observación nos lleva sin duda alguna a preguntarnos por qué se da esta suerte de interés compulsivo social y la respuesta no es tan difícil de hallar.

El progreso psíquico que realiza un sujeto cuando aprende a tolerar la tensión sexual lo lleva a salir del esquema de acción﷓reacción, de pura respuesta inmediata frente a algo intolerable, por lo tanto intercala (este progreso psíquico) un tiempo ahí donde todo es instantáneo; un tiempo en el que el sujeto aprende a dominar en parte sus impulsos y dirigirlos hacia diversos objetos sexuales y no sexuales, con el fin de hallar placer; naciendo así, la sensualidad como rendimiento psíquico capaz de recubrir lo sexual y dirigir lo sexual en una diversidad de destinos sexuales y no sexuales.

El reverso de la sensualidad, incluso, literalmente, la marcha atrás de la sensualidad, sería esta suerte de impulso compulsivo como subyaciendo a la pretendida liberación sexual y que no es otra cosa que un esfuerzo denodado por liberarse de lo sexual.

La pregunta que nos formulamos es por qué se da este interés compulsivo masivo por liberarse de lo sexual y hasta aquí solo hemos intercalado una explicación sobre la relación entre sexualidad y sensualidad.

Decimos que la sociedad tomada en su conjunto pareciera que se ha forjado un interés compulsivo en liberarse de la sexualidad, y eso implica que el progreso psíquico que llamamos sensualidad no logra cumplir su cometido o bien, que ha experimentado una regresión, degradándose hasta su forma anterior al punto de haber perdido la gloriosa conquista de lo sexual. Puesto que si la sensualidad es un progreso psíquico que reside en la conquista de lo sexual, ¿por qué habría toda una sociedad padeciendo una tendencia compulsiva de tal índole?

En este punto entra en juego el mercado en auxilio de las tradiciones y estructuras sociales encargadas de dominar y reprimir lo sexual y entra actuando de una manera bien tradicional y estratégicamente tan antigua como la noción misma de estrategia.

Nada mejor para provocar la re﷓adherencia a estas tradiciones y estructuras sociales (que el ser humano se forjó por miedo a lo poderoso de la tendencia social y por falta del progreso psíquico llamado sensualidad) que estimular el miedo perdido a lo sexual. Así, lo que las sociedades lograron echar por la puerta, les entra ahora por la ventana.

* Extraído de revista virtual AyudameFreud.com

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Se vive una suerte de auge de la sexualidad.
 
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