rosario

Jueves, 21 de agosto de 2014

PSICOLOGíA › LA RESPUESTA LACANIANA A LO QUE ACONTECE FUERA DE TODA PROBABILIDAD

Lo imposible también sucede

En el Seminario 7 sobre la Etica del Psicoanálisis, Lacan apela a la narrativa del cine como recurso para introducir un principio de comportamiento, y su utilidad para analizar la índole del deseo en juego. El caso del film Nunca en domingo.

 Por Juan Jorge Michel Fariña *

Has actuado en conformidad con tu deseo? En la última reunión del seminario 7 sobre la ética del psicoanálisis, Jacques Lacan introduce un comentario de cine. Recordemos el pasaje. El seminario está a punto de concluir, Lacan venía de dictar sus clases sobre Antígona que coronaban en la dimensión trágica de la experiencia analítica. Cuando recapitula las referencias a Kant y en el momento en que habla de la tensión entre la premisa universal y el deseo, dice: "Algunos de ustedes vieron recientemente un film que no me gustó del todo, pero con el tiempo reveo mi impresión, pues hay buenos detalles. Es el film de Jules Dassin, Nunca en domingo".

La asociación es interesante porque se trata de un film griego, ambientado justamente en el puerto del Pireo, que narra la historia de un norteamericano algo excéntrico, a quien su padre, amante de la cultura helénica, bautizó como Homero. Este hombre, que se presenta en la escena inicial como un filósofo amateur, anuncia que llega a Grecia en busca de la verdad, deseando caminar por donde caminó Aristóteles, etc. Lacan descubrirá luego ﷓así lo reconoce en su comentario﷓ que el actor es el propio Dassin, director del film. Lo cierto es que la formalidad de este caballero se verá interpelada por la voluptuosidad de Melina Mercouri, quien protagoniza a Ilya, una mujer ligera, desbordante de erotismo y pronta a amar a cualquier hombre... que pueda estar a la altura de su deseo.

Lacan, seguramente tocado también él por el desafío, recoge el guante pero no para disputarse a la dama, sino para analizar la índole del deseo en juego. Nos recuerda una escena del film en la que uno de los hombres en cuestión, "toma una copa para marcar el exceso de su entusiasmo y de su satisfacción y la estrella contra el suelo. Cada vez que se produce uno de estos estrépitos, vemos que la caja registradora se agita frenéticamente. Encuentro esto muy bello e incluso genial. Esa caja define muy bien la estructura con la que nos vemos".

Así, nos indica Lacan, el filósofo de pacotilla, que idealiza la cultura clásica y quiere abrevar en sus fuentes los secretos de la sabiduría, se ve confrontado con la dimensión real del deseo. Lo interesante es que el método que utiliza para ilustrar su punto es clínico﷓cinematográfico. Nos invita a prestar atención a un indicio, un detalle aparentemente banal: la caja registradora. Esa campanilla ﷓plin, caja!﷓ que suena ante cada desborde, es lo que lo lleva a formular luego su tesis: "Lo que hace que pueda haber deseo humano, que ese campo exista, es la suposición de que todo lo que sucede de real es contabilizado en algún lado".

No es el propósito de esta editorial entrar en el análisis de esta afirmación [1], sino señalar su utilidad metodológica. Se trata del recurso de la narrativa cinematográfica para introducir una suerte de apólogo. El apólogo, recordémoslo, se define clásicamente como una narración cuyo propósito es instruir sobre algún principio ético o moral o de comportamiento. Así parece entenderlo Jacques﷓Alain Miller cuando al establecer el texto del seminario eleva el pasaje sobre Nunca en domingo nombrándolo como Apólogo de la caja registradora [2].

Hablando de divinos detalles, notemos que en la escena recortada, Melina Mercouri, la prostituta deseada por todos, se termina yendo de la fiesta con uno de los presentes. Homero se muestra desconcertado y observa azorado su salida espectacular en brazos del vulgar marinero italiano. Ella nunca lo hacía en domingo... por qué entonces con Tonio? Alguien le responde, acotando el goce de su sorpresa: porque con amor, es posible.

Y será justamente otra dama, Alenka Zupancic, quien nos recuerde que la fórmula lacaniana para superar una imposibilidad (nunca en domingo) no es "todo es posible", sino "lo imposible sucede". Lo real/imposible lacaniano no es una limitación a priori que debería ser tomada en cuenta, sino el dominio del acto, de las intervenciones que pueden cambiar las coordenadas de ese acto mismo. En otras palabras, un acto es más que una intervención en el dominio de lo posible: un acto cambia las mismísimas coordenadas de lo que es posible y así crea retroactivamente sus propias condiciones de posibilidad. [3]

Lo imposible sucede es un enunciado ético situacional. Responder por aquello que falla en una situación supone responsabilizarse por ella. Pero no en las coordenadas previsibles, por más audaces o revolucionarias que éstas se presenten, sino en el a﷓posteriori de una invención.

[1] Para un análisis de la relación entre Lacan y el cine, ver el trabajo pionero de Daniel Zimmerman y María Bernarda Pérez en la serie de 20 entregas de Imago Agenda (2002﷓2004) y más recientemente el libro de Carlos Gustavo Motta, Las películas que Lacan vio y aplicó al psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós, 2013.

[2] Lacan, Seminario 7, p. 370, 377.

[3] Zizek, S. Bienvenidos a tiempos interesantes, Estado Plurinacional de Bolivia, La Paz, 2011.

*Fragmento de la Editorial de la Revista "Ética y Cine" de la UNC.

Compartir: 

Twitter

Jules Dassin y Melina Mercouri en Nunca en domingo (1960).
 
ROSARIO12
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.