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Jueves, 8 de marzo de 2007

PSICOLOGíA › TEORIA DE LOS DISCURSOS DE LACAN Y EL LAZO SOCIAL

Vínculo entre los hablantes

El libro de Alicia Alvarez, "La teoría de los discursos en Jacques Lacan. Formalización del lazo social", plantea una minuciosa revisión de un tramo clave en la enseñanza de Lacan.

 Por Marité Colovini *

"Un amigo es una persona con la que se puede pensar en voz alta"

(Ralph Waldo Emerson).

¿Cuál es el don que Alicia Alvarez entrega al publicar su libro "La teoría de los discursos en Jacques Lacan ﷓ Formalización del lazo social"? ¿Qué nos llega a nosotros, lectores? ¿Y a qué quedamos comprometidos al aceptar el don? Recibimos con este libro el regalo de un minucioso tratamiento de un tramo fundamental de la enseñanza de Lacan. Este libro constituye un gran aporte a quienes se interesen por el modo en que Jacques Lacan innova respecto a lo que constituye el vínculo entre los seres hablantes al asentarlo sobre el lazo discursivo. Pero, a mi juicio, lo que constituye el don invaluable de este libro, es aquello que ilustraré con las palabras de la autora: "La formalización del lazo social establecido por Lacan en su teoría de los discursos constituye una herramienta fundamental y da el marco necesario para sostener la práctica del analista en distintos escenarios y entre otros discursos".

Por lo tanto, el compromiso que nos toma al aceptarlo, es en todo caso un "merodeo (para utilizar una palabra muy insistente en la autora) por los límites" tal como Alvarez lo realiza al localizar los puntos de resistencia específicos con los que se ha encontrado en lo que llama "diversidad de prácticas" y que van desde el dispositivo analítico clásico, la docencia universitaria, la participación en proyectos estatales en el abordaje de prácticas comunitarias, lugares de conducción en un programa de salud mental del Estado, hasta su participación en agrupamientos de analistas. Se trata de comprometerse con una lectura crítica, comandada por la lógica que se desprende del efecto lacaniano, lógica que al decir de Milner es la de "lo que no encaja", desviándose de la realidad de las cosas para dirigirla a lo real del acto.

Hay un acto de autorización patente en este libro. Y no sólo porque la autora lo enuncia ya desde la introducción: "Si bien me he autorizado a sostener cada una de éstas prácticas...", sino porque esta autorización se entre﷓lee en el modo en que Alvarez cambia de persona, por momentos, a lo largo de todo el libro, variando del primer pronombre del plural al primero del singular. Así es posible continuar con la frase que acabo de citar: "...no es sin el apoyo del otro que las mismas se validan".

El libro recorre, en un tránsito espiralado y secuenciado de argumentaciones diferentes temáticas centradas en la afirmación: "El psicoanálisis es una práctica de discurso".

Partiendo de lo que yo llamaría antecedentes, Alvarez presenta el malestar en la cultura freudiano y el pensamiento moderno para arribar a la cuestión de la ciencia y diferenciar el tratamiento que ésta hace de lo real y el que realiza el psicoanálisis.

Decía que considero que estos capítulos constituyen los antecedentes de la producción de los discursos en la enseñanza de Jacques Lacan, ya que inmediatamente entramos en el tema a partir del capítulo 6, llamado El envés. La teoría de los discursos lacaniana tiene un lugar central, siendo rigurosamente examinada tanto en su construcción como en sus consecuencias.

Alvarez se detiene especialmente en el tema de la necesidad de discurso y en el arte de producirla, cuestión que le permite situar el discurso del analista en la teoría y allí, considerar la posición y función del analista en la experiencia analítica. Finalmente, y luego de haber argumentado el porque no hay discurso logrado, nos presenta esta perversión del aparato del discurso llamada por Lacan discurso capitalista para explayarse en pensar los índices de la subjetividad contemporánea como efectos de la dominancia de éste discurso.

En el último capítulo retoma aquello que había anunciado en la introducción, al volver a examinar y ahora con las herramientas adquiridas, la cuestión de la práctica del análisis, los principios de lo que hace colectividad, la causalidad psíquica y la política del síntoma.

Volviendo a una de mis preguntas del principio, la de la relación entre un libro y su autor a partir de que el libro se encuentra en los estantes de las librerías y puede pasar desde allí a la mano de los lectores, creo que publicar es lanzar una invitación abierta a pensar en voz alta con .... Por eso evoqué la cadena de dones y esa variedad del vínculo que se llama amistad. Volver al don es un modo de ir al revés del proyecto que, al rechazar lo imposible, rechaza el amor.

Porque si un don es don de nada y revela lo imposible, es allí, en esa nada donde podremos advertir que está lo más digno.

* Psicoanalista. Miembro de la Escuela de Psicoanálisis Sigmund Freud Rosario.

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