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Viernes, 25 de julio de 2008

ENTREVISTA > MARíA GALINDO

Orgullo de incomodar

Escritora, socióloga, activista, María Galindo es el alma que respira detrás de Mujeres Creando, una organización autónoma que cuenta con la creatividad y la intervención callejera como principal herramienta. Radical hasta la irritación, esta mujer lesbiana no encuentra alianzas entre gays pero sí entre “indias y putas”, con quienes comparte la rebeldía.

 Por Nicolás G. Recoaro, desde La Paz

¿Cómo encaja la cuestión de las identidades sexuales en las luchas feministas de Mujeres Creando?

—Las primeras que hemos planteado la apertura de la discusión en torno de la condición lésbica y la homosexualidad en Bolivia hemos sido nosotras, y por eso hemos tenido que pagar la factura más cara. En el ’92, cuando comenzamos con Mujeres Creando, mucha gente nos decía que nos ahorremos problemas, que no nos compremos enemigos en forma gratuita, que no toquemos el tema lésbico porque se iba a reducir el movimiento. Pero plantear estas cuestiones era abrir caminos, interpelar a la sociedad toda en un tema que era tabú.

¿Y cómo se interpela a una sociedad tan conservadora como la boliviana?

—En Bolivia se ha impuesto una visión absolutamente liberal, o mejor dicho neoliberal, que intenta manejar las identidades como cubículos separados, rígidos y fijos. Entonces se habla de lesbianas por acá, campesinas por allá, viejas más allá, madres y jóvenes por otro lado. Entrar en ese juego, en el que todos los movimientos sociales de Bolivia y Latinoamérica han entrado, es un error muy grave. Convertir la homosexualidad en una causa en sí misma te reduce a sólo una supuesta lucha por los derechos. Tú eres homosexual, lesbiana, gay, maricón, o como quieras llamarte, y sólo apelas a la tolerancia, y así surgen esas farándulas que se ven en las marchas del orgullo, por lo menos aquí en Bolivia.

¿Un horizonte de lucha a muy corto plazo?

—Exactamente, porque si no somos capaces de entender la homosexualidad en función de otras problemáticas políticas, se pierde mucho. Personalmente, no creo que gays y lesbianas seamos aliados naturales, yo creo que esto de las categorías es un bolsón impuesto desde un punto de vista de la normalidad. Creo que lesbianas y putas somos aliadas. Nosotras decimos “lesbianas, putas e indias somos aliadas”, porque las aliadas somos las rebeldes, las que encarnamos el mal, las que criticamos el sistema, y ahí se forjan las alianzas, no desde las diferenciaciones que construye el criterio de normalidad. Desde Mujeres Creando creemos que nuestro horizonte político no es el de ser “las lesbianas” de la sociedad boliviana. Ese sería el lugar aceptable, cómodo, muerto políticamente de antemano. Si hablamos de cuestiones lésbicas, por supuesto ahí hay luchas intrínsecas y propias, porque cuando planteamos que no somos las lesbianas de la sociedad boliviana, eso mismo no implica negar un conjunto de luchas y denuncias en una sociedad tan homofóbica, racista y patriarcal como es la boliviana.

¿Y qué hay del trabajo de las ONG y los movimientos sociales? ¿Hay chances de articulación?

—Las ONG que se han formado en los últimos años no han reflexionado ni propuesto nada nuevo, sino que han apostado por una posición banal y cómoda, que sólo apela a la tolerancia. Por otro lado, hay que terminar con algunos mitos en torno de los movimientos sociales, porque en realidad, no han adquirido gran fuerza en Bolivia, salvo en su etapa contestataria, que se dio durante la caída del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada (en octubre de 2003) y las luchas por la nacionalización de los hidrocarburos. Actualmente han sido cooptados por el gobierno de Evo Morales y no tienen vocación crítica ni interpelan a nadie. Mujeres Creando no tuvo cooptación, intentaron apropiarse de nuestros lenguajes, pero hay una relación tan directa entre práctica política y lenguaje, y sólo ellos han tratado de etiquetarnos. El movimiento campesino y el MAS (Movimiento al Socialismo) siguen siendo grupos reaccionarios y homofóbicos.

¿Esa homofobia se materializó en las discusiones durante la última Asamblea Constituyente?

—Durante la última Asamblea Constitu-yente no tuvieron forma de evitar el debate sobre homosexualidad. Era increíble, se hablaba de anormalidad y degeneración, además de tener siempre una visión paternalista en referencia a las diferencias sexuales. La Comisión de Derechos Humanos de Bolivia sólo entiende los derechos humanos desde la persecución dictatorial a la izquierda, nunca entendieron otras persecuciones, como las que vivimos actualmente, con democracia incluida. Nunca entendieron el tema homofobia. No sé si eso pasó también en la Argentina... Aunque las Madres de Plaza de Mayo han hecho una fábrica de sábanas con trabajadoras travestis.

¿Y en la calle también se vive esa homofobia?

—De terror. Buscar vivienda, para dos mujeres lesbianas, es muy duro. En los colegios se sigue condenando la homosexualidad, y a esos jóvenes les queda la cárcel, el suicidio. Recibo denuncias constantes de suicidios, expulsiones, porque te botan de lugares donde vives, donde trabajas. La boliviana es una sociedad que no quiere repensar muchas cosas y hay una ilusión muy light, sin contenido, que dice que está cambiando. Mentiras.

¿Y qué posición tenés en relación con las Marchas del Orgullo que se hacen en Bolivia?

—Nosotras no hemos participado en las Marchas del Orgullo porque en Bolivia son funcionales a las instituciones reaccionarias. Por un día se da el permiso estatal para festejar el ser gay. En ese juego sólo gana la institución. Y además se da el circo para la homofobia, donde no se puede resignificar nada. Los medios muestran el circo y los compañeros dicen el guión esperado, siempre con el estereotipo aceptable. El Día del Orgullo no me voy a sentar con las autoridades del municipio o del gobierno, con mi pancartita y mi arco iris, y decir que el gobierno es más tolerante y que ha cambiado. La marcha termina funcionando con códigos de lenguaje que no interpelan a nadie.

Actualmente hay una campaña muy fuerte del Estado en referencia a la tolerancia de las diferencias sexuales.

—Es tragicómica la campaña. Lo grave es que lo paga el Fondo Global (destinado a la lucha contra la malaria, la hepatitis y el VIH). La campaña es totalmente reduccionista, se asocia directamente a maricones y lesbianas con el VIH. En las publicidades hablan una chola, un joven, un trans, un maricón, una lesbiana, y cuando aparecen éstos aparece el cintillo de lucha contra el HIV. ¿Por qué no sale la imagen del Evo con el cintillo y la frase “el VIH no discrimina”?

¿Cuál es el planteo de Mujeres Creando frente a esto que analizan banal?

—Nuestras acciones plantean cuestionamientos en referencia a la utilización del espacio público, la persecución que hacen las instituciones a las trabajadoras de la prostitución, a la homofobia de los funcionarios que cierran nuestros lugares de encuentro, entonces somos siempre las lesbianas incómodas. Creo que el de-safío de maricones, lesbianas, travestis, prostitutas, vendedores callejeros es construir intersecciones de visión de las luchas. Hay que hacerse visibles, nosotras somos gente de la calle, que hace acciones y protestas en la calle, donde nuestro cuerpo se convierte en un verdadero lugar de lucha. Nos interesa erosionar, hacer explotar, nuestra lucha va por ahí, no queremos negociar ni hacernos las más aceptables.

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Imagen: Gustavo Mujica
 
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