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Viernes, 22 de junio de 2012

BACHICRONICAS (SEGUNDA ENTREGA)

Sumar y multiplicarse

En el bachi todo se ve doble: aquí las clases nunca están dadas por un solo docente, la visión compartida abre las mentes en dos o más, aseguran lxs protagonistas. En el recreo una alumna cuenta por qué se vino desde Corrientes y también por qué le gusta tanto la materia “Arte y Cuerpo”.

 Por Karen Bennett

Afortunadamente en esta escuela no hay campanas ni timbres y mucho más suertuda yo todavía: ahora justo hay un recreo. Acaba de terminar la clase de lengua sobre la cual seguramente leíste mi crónica hace dos semanas, y si no, amore mio, andá y repasala. Yo, mientras tanto, aprovecho el hueco para entrevistar a algunx de lxs estudiantes del Mocha y a vos te llevo a la clase de matemáticas que no tiene un profesor sino dos, ya vas a ver.

La docencia bipolar y sus ventajas

Aunque parezca una obviedad no lo es, en el aula hay dos pizarrones verdes, clásicos, apostados sobre caballetes. Acaban de reemplazar a las humildes cartulinas que sirvieron de pizarras descartables durante los primeros días del bachi. La profe de matemáticas, Sonya “Sonki” Donoras (sí, la de la foto del SOY de la semana anterior, posando como Riky Maravilla, andá y mirala que una imagen vale mil palabras), da la consigna del día de su materia cuco: “operaciones con fracciones”. ¿Te acordás de algo? Yo ni a palos, pero Sonki se hará cargo, no lo dudes. Ella es como una suerte de arlequín eléctrico, un Marcel Marceau pasado de frula y sus clases son un ballet lisérgico. No podés no prestarle atención ¡que la parió!, si yo la hubiera tenido como profe en la secundaria, te juro, difunta madre mía, no me la llevaba previa, como ocurrió durante aquellos seis interminables años. “Karen, yo te preparo para que las puedas rendir, ¿querés?”, me lo ofreció cuando le confesé, con algo de vergüencita, que nunca las rendí... Gracias, genia. Lo tendré en cuenta, aunque fuera por el placer de entrar con tacos aguja al oral con el de matemática...

¿Dos o a veces tres docentes por clase? ¿Cómo es eso? Sí, a mitad de recorrido Sonki cedió su espacio y entró en acción el otro profe de matemática, David Cáceres Bergonzi, otro gimnasta de los números reforzando con la misma dinámica de Sonki las operaciones con fracciones, utilizando el siempre mágico Tangram. Tanto Sonki como David trabajan de forma articulada, turnándose solidaria y fundamentalmente. Cuando uno de ellos toma el frente, el otro aporta en un segundo plano acercándose a cada escritorio para disipar con paciencia y amor las dudas de cada estudiante. Las clases del Mocha son como clases particulares... pero en grupo.

La metodología, me cuenta Miguel Nicolini, “se propuso con la intención de horizontalizar la relación docente-estudiante. La idea es eliminar el pedestal implícito en el escenario de un solo docente bajando línea. De esta manera, una clase se expone a conflictos y debates inminentes que requieren resoluciones grupales y cooperativas, se escuchan dos voces, dos estilos, dos modos de encarar un mismo tema”.

Pero, ¿quién es Miguel Nicolini? Es coordinador y uno de los profes de lengua en el Mocha, y me cuenta que mientras estudiaba la carrera de Comunicación en la Universidad de La Plata había comenzado a interesarse en la militancia por los derechos de identidad de género, lo cual cobró mayor envergadura cuando se cruzó con la recientemente fallecida activista trans Claudia Pía Baudracco. Cuando Miguel se vino a Buenos Aires, conoció a Francisco Quiñones y Agustín Fuchs, quienes ya soñaban y trabajaban duro para dar vida al bachi... y el resto es historia...

Laura, la reina de Ezeiza

Les contaba antes que aproveché el recreo para conocer a lxs estudiantes. Y la semana pasada ya entrevisté a uno, a Emanuel, rompiendo la cortesía (es que el Mocha te invita a transgredir las reglas, sobre todo si no sirven para mucho) que manda pasar a las damas primero. Hoy sí, converso con Laura Barrionuevo, quien se ofreció gentilmente a contar su historia: se vino a Buenos Aires de su Corrientes natal hace apenas cuatro meses habiendo sido expulsada de la secundaria técnica a la que iba, por ser travesti. Entonces se contactó con el Inadi donde le informaron de la existencia del Mocha Celis. “A Buenos Aires me voy nomás, y aquí estamos”. Aún sin trabajo estable, Laurita de momento vive en la casa de su hermano en Ezeiza, hasta poder bancarse un alquiler. Hasta tanto, en la actualidad, ofrece sus conocimientos de cocina, confección y costurería y limpieza por hora (para contactarse podrían enviar mensaje al Facebook de SOY). “Está difícil porque no consigo trabajo estable, aunque sea para pagarme el viático al bachi desde Ezeiza. Si no voy a tener que estudiar la posibilidad trabajar en el bosque durante un tiempo... pero ella ya tiene todo clarito a sus 28 años. “Yo quiero ser radióloga, señora Karen, y también quiero ser doctora para curar a chicos pobres para que no sufran”. Le suplico a Laura que no me diga más “señora”, pero el fracaso es irreversible. Laura es demasiado educada para el tuteo y yo envejezco unos años de yapa. Gracias, Laura, aún me queda la opción Botox.

¿Y la familia? Laura ya se sentía femenina a los 14 años y sabía que le gustaban los hombres, y “mi primera meta fue conquistar a mi propia familia, cosa que logré. Tengo una relación hermosa con todos ellos y nos hablamos casi todos los días. Los extraños, pero cuando puedo me hago una escapada”.

Le pido que elija alguna materia del Mocha que le guste más que otra, sobre todo le pregunto por esos nombres de materias que figuran en la currícula de este bachillerato y que no parecen muy salidas de la lista de la educación normal. “Arte y Cuerpo”, me dice sin titubear, a cargo la talentosísima actriz, docente y realizadora trans Vida Morant.

“¡Ah claro!”, exclamé. “Yo también quiero”, sin saber muy bien de qué se trataba. Ya a esta altura pensaba seriamente en volver a la secundaria. “Arte y Cuerpo”, me explican, es un vehículo para que lxs estudiantes no sólo aprendan expresarse corporalmente con actividades y técnicas artísticas, sino también a amarse a través de sus cuerpos tal como los conciben en sus espíritus y mentes. Se intenta elevar la autoestima del ser trans deconstruyendo la concepción heteronormativa y patologizadora inculcada sobre nuestros cuerpos, erradicando de esta manera los retazos de vergüenza y culpa.

Laura sigue: “Quisiera incursionar en alguna actividad política que me permita ayudar a otras personas trans a insertarse en la sociedad. Se necesitan personas trans visibles en la actividad política, señora”. La opción militancia y activismo comienza a ser, a partir de estas instituciones como el bachi y la experiencia de muchas que salen del pozo sacando a otras, una opción más que posible dentro de la población trans.

Mundo grúa, mundo trans... nos vemos en la próxima entrega del Mocha dentro de dos semanitas...

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